El autor de “El cuerpo lleva la cuenta” (editorial Eleftheria) se muestra más optimista de lo que uno hubiera imaginado ante la situación extrema que estamos viviendo. Bessel van der Kolk (La Haya, 1943) confía en que la espectacular capacidad de adaptación de los seres humanos nos sacará de esta con buena nota. Considerado uno de los mayores expertos mundiales en trauma, fue profesor de Psiquiatría en la Universidad de Harvard, pero con el tiempo se ha convertido en uno de los mayores críticos de sus colegas de profesión “porque están entrenados para comportarse como traficantes, solo dan drogas”.
- ¿Cree que estamos viviendo unas circunstancias traumáticas debido al coronavirus?
-Yo diría más bien que estamos ante una situación desafiante, un momento malo. Son unas condiciones que favorecen el trauma, pero la mayor parte de la población podrá afrontarlas. Si tienes una casa en la que sentirte seguro, una fuente de ingresos, unos familiares con lo que convives que te tratan con respeto y amabilidad... Entonces estarás bien. Otra cosa es que enfermes y no tengas a nadie a quien recurrir, o que tu matrimonio sea violento y no puedas marcharte.
-¿Cuál es la definición de trauma?
-Es una experiencia que sobrepasa tu capacidad de lidiar con ella. Te sientes superado, desamparado y confuso.
-Dice que no hace falta haber vivido una guerra o sufrido una violación para padecer síndrome de estrés postraumático.
-Exacto. Haber sido dejado en un cuarto solo de niño, perder a tus padres o haberles visto pelear constantemente, haber sido abofeteado o no haberte sentido seguro de pequeño. Durante la pandemia, por ejemplo, lo potenciaría vivir con una pareja explosiva e iracunda todo el tiempo y no poder escapar de esa situación por el confinamiento.
-¿Cree que nos dejará cicatrices como sociedad?
-La vida en sí misma es impredecible e incierta. Depende de la situación particular de cada uno. La cosa varía mucho según de quién se trate.
-¿Y cómo nos van a afectar todos los cambios, incluido el aislamiento social?
-Está claro que supone un reto, pero los seres humanos somos increíblemente adaptativos. Puedes estar aislado, pero yo, por ejemplo, hablo con mucha gente a diario, con la misma que interactuaría en una situación normal. Esta pandemia no tiene nada que ver con la de 1918, cuando no podías relacionarte literalmente con nadie ni saber qué estaba pasando. La mayoría de nosotros no estamos aislados socialmente, por tanto, no se pueden hacer aseveraciones generales.
-¿Cómo está nuestro sistema nervioso?
-Hay un estado más elevado de alerta, por supuesto, pero somos buenos en eso. La gente echa mano de la creatividad en circunstancias adversas porque se ve obligada a buscar soluciones y nuevas oportunidades. La reacción natural a las dificultades no es necesariamente el trauma. Mientras tengas opciones y puedas hacer algo al respecto no eres vulnerable, vas a poder salir adelante.
-¿Qué hace que unas personas sean más resilientes que otras?
-De nuevo todo depende de si hay algo que puedas hacer, de los recursos que tengas. Si eres bombero o policía, estás entrenado para buscar salidas a situaciones estresantes y no quedarte paralizado. En cambio, si usted o yo pasamos delante de una casa que se está quemando no sabríamos qué hacer. Igualmente, si eres médico y ves a alguien morir eso no te va a causar un trauma.
-Pero la mayoría de nosotros no estamos preparados para tanta incertidumbre...
-En España han sobrevivido a la Inquisición, a una guerra civil, a cosas horrendas. La situación ha de ser mucho más seria que una pandemia para que la gente se traumatice.
-¿Cómo ve la situación actual de la salud mental?
-Lo que más me preocupa son las posibles conductas adictivas al alcohol o las drogas para lidiar con el miedo y los cambios. Eso impide a la gente adaptarse a la nueva realidad. Tienen miedo de lo que sienten y lo tapan con esas sustancias, pero cuando no sientes nada tampoco puedes hacer nada.
-¿Cree que podemos salir mejores?
-Absolutamente. Cada crisis tiene el potencial de que las personas reevalúen sus vidas y hagan cambios. La mayoría para mejor. La gente tiene un gran repertorio de respuestas.
-¿De qué forma están relacionadas la ansiedad y la depresión con el trauma?
-La ansiedad es una señal, te indica potenciales peligros. Por eso es una emoción importante que hay que tener. El problema es cuando se generaliza porque pierdes la capacidad de cambiar nada. Como terapeuta ayudo a la gente a regular su estado corporal a través del movimiento, de la respiración. El trauma es diferente porque ciertos sonidos e imágenes te hacen sentir que lo estás viviendo todo otra vez y te puede causar pánico o un colapso total. Te vuelves totalmente disfuncional a diferencia de la ansiedad, que sí te permite actuar.
-¿Cuál es el mayor grupo de trauma que ha tratado? ¿Veteranos de guerra?
-Violencia doméstica, sin duda. En todo el mundo, además. Un tercio de las parejas ejercen la agresividad física en algún momento de su relación. Es muy común. La guerra es solo una pequeña parte del problema, la mayoría del trauma sucede en los hogares.
-Usted dice que el sentido del tiempo, de que la incomodidad o el malestar son transitorios, es importante a la hora de hacer frente a un trauma. Sin embargo, el mundo entero está ahora metido en un túnel al que no vemos la salida.
-Eso no es verdad.
-Sí que es usted optimista.
-Usted es la tercera persona con la que hablo hoy, no se puede decir que esté aislado socialmente o indefenso. Y la mayor parte de la gente está igual.
-¿Y para los niños? ¿Cuáles serán las consecuencias?
-Depende de si están en un entorno seguro. Por ejemplo, mis nietos están felices porque pueden pasar mucho tiempo con sus padres. Es evidente el enorme reto que supone para las familias no poder mandar a sus hijos al colegio y la tensión que eso genera; la dificultad radica en evitar que la situación se vuelva explosiva.
-¿Qué relación guardan el trauma y la culpa?
-Algunos se sienten culpables por no haber podido hacer nada para evitar la situación traumática, pero el elemento fundamental es la vergüenza. Se odian a sí mismos por estar traumatizados, creen que les pasó porque son seres defectuosos o estúpidos o no lo vieron venir.
-¿Cómo se comporta el cerebro en situaciones tan exigentes?
-Estamos cableados para afrontar desafíos y superarlos; podemos vivir en el Ártico o en el Trópico, nuestra capacidad de adaptación es infinita. Nuestros cerebros están preparados para segregar la hormona del estrés cuando nos encontramos con una situación peligrosa, lidiar con ella y luego volver a la calma. Pero cuando estás traumatizado el mecanismo no se apaga y el cerebro cree que la amenaza no se ha terminado. Toda tu biología está comprometida, te quedas atascado en un estado neurobiológico determinado.
-¿Cuál es la principal herramienta para superarlo?
-La medicación no funciona. Los psiquiatras están entrenados ahora para comportarse como traficantes, solo dan drogas. No ayuda nada. La forma es hacer sentir a la persona que el peligro ha pasado, que ha terminado. Se puede hacer con EMDR, sustancias psicodélicas para recuperar la calma, “neurofeedback” para reconfigurar ondas cerebrales, hipnosis... Herramientas para que vuelvan al presente y dejen de estar allí, donde el trauma sucedió.
-Seguro que muchas veces la persona ni siquiera conoce de dónde viene el trauma porque no hubo nada puntual.
-Sí, de hecho, es muy infrecuente que la persona entre en mi consulta y me diga que le pasó esto o aquello. La gente simplemente dice que estalla todo el tiempo, o que cuando alguien le toca se sienten aterrados, o que tienen pesadillas terribles. No conectan los síntomas con la experiencia traumática.
-¿Y cómo llega a saber lo que sucedió?
-Hablo con ellos, básicamente. Exploras, les preguntas cuánto tiempo llevan sintiéndose así, cuándo empezó todo... hasta que ellos mismos llegan a la conclusión. Hasta el 78% de los americanos ha vivido a lo largo de su vida alguna situación potencialmente traumática, relaciones abusivas, palizas, han sido víctimas de bullying...
-¿Cuáles son las señales que indican trauma?
-Una señal es que tu sistema de alerta sobre reacciona ante situaciones muy poco estresantes. Te dicen buenos días y te molesta, o alguien se enfada ligeramente y entras en pánico. Tus reacciones son desproporcionadas. A veces también ocurre lo contrario, que la fisiología se bloquea ante un gran peligro y quedas paralizado, no actúas para evitar la amenaza. Afecta a nuestro sistema inmunológico, entre otras cosas, y afecta a nuestra salud, a todo nuestro sistema neurobiológico. Todo el sistema se pone al servicio de lidiar con la amenaza. Acorta tu vida y te hace mucho más susceptible de sufrir una gran cantidad de enfermedades.