Tribuna

Matemáticas para dibujar el mañana

Hoy, 14 de marzo, se celebra el Día Internacional de las Matemáticas

José María Martell, director del Instituto de Ciencias Matemáticas
José María Martell, director del Instituto de Ciencias MatemáticasICMAT

La Ciencia ha afrontado un gran reto en este último año. Un nuevo virus ha puesto al mundo en jaque y científicos de diversas disciplinas han trabajado de forma incansable para ofrecer soluciones que nos permitan regresar a esa normalidad anhelada. En solo un año se ha creado una cantidad impresionante de nuevos avances, pero no debemos perder de vista que, detrás de los mismos, sosteniéndolos y haciéndolos posibles, hay Ciencia creada en décadas o siglos anteriores. Los progresos más recientes son solo los últimos brotes del gran árbol de la Ciencia, que se sostienen en un tronco sólido que acumula el saber de la humanidad. La Ciencia básica, cuyo objetivo primordial es la generación de conocimiento, es la savia que alimenta el crecimiento del árbol y estimula el nacimiento de brotes que serán necesarios en el futuro.

Uno de los ideales esenciales de la Ilustración fue considerar el avance del conocimiento humano como motor de transformación y progreso. La investigación científica y, de manera más general, el espíritu crítico, se erigieron como pilares que nos permiten mejorar como individuos y como sociedad. Además, muchos de los frutos de la actividad científica se tradujeron en cambios fundamentales que elevaron la calidad de vida de las personas de una manera incuestionable.

Este fue el modelo de pensamiento predominante hasta bien entrado el siglo XX. Sin embargo, especialmente desde hace unas décadas, se ha producido un profundo cambio de paradigma, bajo el cual se evalúa, con creciente insistencia, la investigación científica por su capacidad de generar resultados prácticos en el corto plazo y, fundamentalmente, en términos de utilidad inmediata. Esta tendencia, agudizada a raíz de las diferentes crisis económicas que hemos vivido recientemente, argumenta que la Ciencia debe devolver a la sociedad, de manera rápida y tangible, los fondos que esta ha invertido en investigación.

Así, la Ciencia es examinada de forma continua bajo la lupa de la aplicabilidad y de la generación de rendimientos en un futuro cercano, incluso en disciplinas con un marcado carácter abstracto, como las Matemáticas. Y aunque es cierto que esta disciplina juega un papel relevante en muchos avances científicos actuales, tanto de forma directa como transversal, no debemos reducirla exclusivamente a eso, ni identificar su valor solo con su impacto a corto plazo.

Los avances científicos se van construyendo sobre hitos anteriores que, en muchos casos, se produjeron sin una motivación inicial de ser aplicados. Por ejemplo, las cónicas de Apolonio fueron la base para describir el movimiento de los planetas por Copérnico; la geometría de Riemann abrió el camino para el desarrollo de la teoría de la relatividad de Einstein; y un compañero de paseos de este, el matemático austriaco Kurt Gödel, hizo desarrollos en lógica matemática, como son sus inquietantes y maravillosos teoremas de incompletitud, que constituyeron el sustrato teórico de la tecnología de nuestros modernos ordenadores.

Dicho esto, las Matemáticas no solo son un pilar de grandes avances científicos, sino que también se encuentran en la base del razonamiento. Desde las primeras etapas formativas, las Matemáticas deben considerarse, al igual que se hace con la lengua, como una asignatura central e instrumental. El pensamiento deductivo, la interpretación de magnitudes o la lógica -competencias que se deberían adquirir a través de las Matemáticas en las diversas etapas educativas- son herramientas que han de poseer todas las personas, no solo aquellas que van a desarrollar carreras científicas. Sin embargo, no es inusual escuchar afirmaciones como “a mí nunca me gustaron las Matemáticas”, “nunca vi para qué valían”, “se me daban muy mal”, etc. Existe incluso cierto anumerismo (analfabetismo matemático) que está socialmente disculpado. Todo esto tiene efectos negativos en la preparación para el futuro de los ciudadanos.

Necesitamos potenciar las Matemáticas que nos ayuden a resolver problemas hoy, pero también las que nos acompañarán mañana. Es crucial que aseguremos un sustrato investigador de calidad que nos dote de todas las herramientas para enfrentarnos a los retos de las próximas décadas, y que permee en la educación y cultura de la ciudadanía. Fortalecer y engrosar el conocimiento humano es lo que nos llevará a un desarrollo sostenible en el tiempo y a una sociedad mejor.