Exposición al sol

Proteger la piel desde pequeños evita el cáncer de mayores

La mayor parte de la exposición solar se produce en los primeros 18 años de vida de una persona

Dos niños juegan en una de las fuentes del Parque Central de Valéncia para mitigar el intenso calor.
Dos niños juegan en una de las fuentes del Parque Central de Valéncia para mitigar el intenso calor.Miguel Ángel PoloAgencia EFE

El verano es la época preferida de los niños, el buen tiempo, los días largos y las vacaciones son la mezcla perfecta para salir, nadar o jugar con los amigos al aire libre, al sol, porque el sol es bueno para la salud. Beneficioso para sintetizar la vitamina D y asimilar el fósforo y el calcio, tan importantes para el desarrollo de sus huesos. Pero exponerse mucho tiempo al sol puede perjudicar la sensible y delicada piel de los infantes. Demasiado sol puede producir quemaduras, dermatitis y fotosensibilidad a corto plazo, y envejecimiento de la piel, cataratas, alteraciones inmunológicas y cáncer a largo plazo. De ahí la importancia de protegerse del sol desde muy pequeños.

La mayor parte de la exposición solar se lleva a cabo durante los primeros 18 años de vida de una persona, por eso, la prevención es la clave para evitar posibles tumores. “El 80 por ciento de casos de cáncer de piel se podrían evitar si desde muy temprana edad se siguieran hábitos para protegerse del sol y prevenir daños en la piel”. Así de rotundo se ha mostrado el doctor Rafael González de Caldas, pediatra del Hospital Quirónsalud Córdoba que ha insistido en “la importancia de proteger del sol a los niños y adolescentes incluso en días nublados ya que las radiaciones ultravioletas atraviesan las nubes y se reflejan en el agua, la arena, la hierba, la nieve y sobre el cemento”

Durante las dos primeras décadas de nuestra vida, nos exponemos a los rayos ultravioletas del sol de una forma un tanto “descontrolada”, sin la protección adecuada para evitar el envejecimiento cutáneo o el cáncer de piel. El daño que causa la exposición al sol durante la infancia y la adolescencia llega a unos porcentajes demasiado elevados como para pasarlos por alto. Por eso hay que incidir en la importancia de proteger a los niños “porque el abandono de las medidas de protección solar es mayor en la adolescencia” afirma el doctor González de Caldas.

Para evitar y prevenir posibles tumores u otros problemas de piel en la edad adulta hay que enseñar desde la más tierna infancia lo importante que es proteger la piel de los rayos solares cuando se está al aire libre, incluso en días nublados. Hay que tratar de evitar las horas centrales del día bajo el sol, entre las doce de la mañana y las cuatro de la tarde, en esas horas, las radiaciones solares son más intensas y por tanto más peligrosas para la piel, sobre todo para la de los niños que, si son menores de tres años, no deberían exponerse al sol.

Los más pequeños, los bebés menores de seis meses, tienen la piel muy delicada y sensible, por lo que se deben proteger al máximo. Las cremas solares deben llevar filtros que protejan de los rayos ultravioletas UVB que producen quemaduras y de los UVA que provocan el envejecimiento de la piel. Aunque los dermatólogos y pediatras desaconsejan el uso de protectores en esta edad tan temprana, si no se puede eludir estar bajo los rayos solares, una crema con un factor de protección por encima de 50 es el más recomendado para el dorso de las manos y la cara. Pero lo mejor sería mantenerlos a la sombra, en un sitio fresco y protegidos del sol.

A la hora de cuidar la piel, principalmente la de los niños, con cremas protectoras, es importante renovarlas cada año. No se deben utilizar cremas solares de un año para otro pues “los problemas más comunes que se atienden en las consultas de pediatría en los meses de mayor exposición solar suelen ser eritemas solares y reacciones alérgicas, por la utilización de los productos solares del año anterior” explica el pediatra González de Caldas. Las cremas protectoras deben aplicarse sobre la piel seca y media hora antes de ponerse al sol y repetir la acción cada dos horas. Los niños suelen estar más tiempo jugando y en el agua que bajo la sombrilla y si después del baño se enroscan en la toalla, hasta el 85 por ciento del filtro solar se puede quedar en ella. Así pues, hay que volver a poner protección. Hay que tener en cuenta que hay que usar el fotoprotector de forma abundante, hacernos a la idea que no debe durar todo el verano.

Todo el mundo sabe que la mejor forma de protegerse del sol es mantenerse a la sombra, pero nadie o casi nadie lo cumple, por eso se debe utilizar ropa ligera, cómoda y de tejidos frescos, sombreros o gorras para evitar el sol en la cabeza y gafas de sol, así los niños disfrutaran sin quemarse de las actividades al aire libre.