Investigación

El efecto de las vacunas en la trasmisión también minimiza el riesgo de nuevas variantes

Cada vez hay más evidencia sobre los beneficios de la protección indirecta, incluso en entornos de alto riesgo, como familias y hospitales

Los médicos de centros privados fueron relegados en la vacunación, según la sentencia
Los médicos de centros privados fueron relegados en la vacunación, según la sentenciaAlberto R. RoldánLa Razón

Existe un amplio conjunto de investigaciones que demuestran que las vacunas reducen considerablemente el riesgo de contraer la covid. Es decir, que a medida que aumenta la tasa de vacunación, disminuye la circulación del virus. Se trata de un efecto de protección indirecta con el que la comunidad científica contaba ya, dado que sucede con vacunas para otros patógenos, como el sarampión o la tosferina. Vacunas que, como las que tenemos actualmente contra la covid, no son esterilizantes, es decir, que en principio no impiden que el virus entre en nuestro organismo.

Y es ahí donde tenemos la primera aclaración necesaria. “Se ha popularizado el concepto de esterilizante para diferenciar las vacunas disponibles de otras que están en estudio y que se supone que impiden la infección, pero es un término que requiere de matización”, señala Rafa Toledo, catedrático de Parasitología de la Universidad de Valencia. “No conozco ninguna vacuna que haga esto, porque la función de las vacunas activar el sistema inmunitario cuando nuestro organismo se infecta al entrar en contacto con el patógeno. Si no hay infección, las vacunas, sencillamente, no actúan. Una vacuna no puede impedir nunca que el patógeno interactúe contigo, solo puede impedir que eso genere en un cuadro clínico. Por eso, marcar esta diferencia entre unas y otras, lleva a error”, añade.

La cuestión es cómo confirmar si, en efecto, dado su menor riesgo de infección y su baja carga viral en caso de infección, una persona vacunada transmite menos la covid. La prueba de fuego es medir la protección indirecta, es decir, las infecciones en el entorno de personas vacunadas. Así, la evidencia entorno al papel de la inmunización como cortafuegos de la transmisión se ha ido acumulando en estos meses. Sin embargo, se sabe menos sobre la influencia de la vacunación en la transmisión del virus en entornos de alto riesgo, como los hospitales y en el seno de las familias.

Esto es lo que pretendía averiguar un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Umea (Suecia) con 800.000 familias, y publicado esta semana en la revista JAMA Internal Medicine. Sus resultados muestran que las personas sin inmunidad contra la covid tienen un riesgo considerablemente menor de infección y hospitalización a medida que aumenta el número de miembros de la familia con inmunidad por una infección anterior o por una vacunación completa. “Los resultados sugieren claramente que la vacunación es importante no sólo para la protección individual, sino también para reducir la transmisión, especialmente dentro de las familias, que es un entorno de alto riesgo para la transmisión”, afirma Peter Nordström, profesor de medicina geriátrica de la Universidad de Umea.

Los investigadores descubrieron que existía una asociación dosis-respuesta entre el número de individuos inmunes en cada familia y el riesgo de infección y hospitalización en los miembros no inmunes de la familia. En concreto, los familiares no inmunes presentaban un riesgo de infección y hospitalización entre el 45% y el 97% menor, a medida que aumentaba el número de familiares inmunes. Otra conclusión importante a la que se ha llegado a partir del análisis es que la correlación entre la vacunación y la reducción de la transmisión minimiza no sólo el riesgo de que más personas lleguen a estar críticamente enfermas, sino también de que surjan nuevas variantes problemáticas y comiencen a tomar el control.

Protección en los hospitales

El otro entorno de alto riesgo son los hospitales, donde también hay evidencia de protección indirecta de la vacunación. En un estudio realizado en Escocia con unos 145.000 trabajadores sanitarios y 95.000 convivientes - y publicado en The New England Journal of Medicine- se observó que, a las dos semanas de la vacunación, los convivientes de los trabajadores vacunados infectados tenían un menor riesgo de infección que los convivientes de trabajadores sanitarios no vacunados.

“En los hospitales lo hemos visto desde el principio. Cuando se inició la vacunación, se notó mucho la reducción de la trasmisión en el entorno hospitalario. Después, cuando llegó Delta- y como la protección de las vacunas frente a la infección leve es más baja- empezamos a notar que nos volvían los contagios, pero a un nivel muy inferior a la época no vacunal”, señala Magda Campins, jefa del Servicio de Medicina Preventiva y Epidemiología del Hospital Vall d’Hebron, en Barcelona.

Sin embargo, la idea de la protección indirecta no debe confundirse con la falsa seguridad que llevó a muchas mujeres embarazadas a no vacunarse apoyándose en esta teoría. “Han muerto muchas embarazadas que no se vacunaron por el efecto de supuesta vacunación indirecta. Todas deben hacerlo, los estudios demuestran que son eficaces y seguras tanto para la madre como para el bebé”, matiza Rafael Bengoa, exconsejero de Sanidad del Gobierno Vasco y exdirector de Sistemas de Salud de la OMS.

Delta amortigua el efecto

Por otro lado, el último estudio que ha examinado el efecto de las vacunas en la transmisión más directamente, realizado en la Universidad de Oxford- con datos de pruebas de 139.164 contactos cercanos de 95.716 personas infectadas con SARS-CoV-2 entre enero y agosto de 2021 en el Reino Unido- muestra que, aunque las vacunas ofrecían cierta protección contra la infección y la transmisión posterior, la variante delta amortiguó ese efecto. Una persona que estaba completamente vacunada y luego tenía una infección con delta tenía casi el doble de probabilidades de transmitir el virus que alguien que estaba infectado con Alfa.

Además, con esta variante, el efecto beneficioso de la vacuna sobre la transmisión disminuyó a niveles casi insignificantes con el tiempo. En las personas infectadas dos semanas después de recibir la Vaxzevria, de Astrazeneca, la probabilidad de que un contacto cercano no vacunado diera positivo era del 57%; pero tres meses después, esa probabilidad aumentó al 67%. La última cifra está a la par con la probabilidad de que una persona no vacunada propague el virus. También se observó una reducción en las personas vacunadas con Pfizer. El riesgo de propagar la infección con delta poco después de la vacunación fue del 42%, pero aumentó al 58% con el tiempo.