Entrevista
Rafael Sánchez Saus, director del congreso Católicos y Vida Pública: «Es muy fácil caer en la corrección política»
Madrid acogerá del 10 al 12 de noviembre una nueva edición de este foro de reflexión que ahonda en las amenazas a la libertad nacidas de la llamada «cultura de la cancelación»
Todo está prácticamente listo para el XXIII Congreso Católicos y Vida Pública, organizado por la Asociación Católica de Propagandistas y por la Fundación Universitaria San Pablo CEU. Se celebrará del 12 al 14 de noviembre en formato presencial y virtual desde la sede madrileña de la Universidad CEU San Pablo bajo el lema «Corrección política: libertades en peligro». Al frente, su director, Rafael Sánchez Saus, que ultima los detalles de una cita en la que participarán, entre otros, el dramaturgo Albert Boadella o la vicepresidenta de la Fundación Villacisneros María San Gil.
¿Cuál es el efecto de esa corrección política en el día a día?
La corrección política ha ido ocupando el espacio público hasta hacerse con la exclusividad del mensaje. Eso implica una complicidad grande de las estructuras gubernamentales y del Estado en toda Europa y en Estados Unidos, además de los organismos internacionales y grandes corporaciones, que se traduce en que todo aquello que intenta plantear una alternativa argumentada, sea desde el punto de vista científico o humanístico se tacha como discurso de odio. A partir de ahí, toda idea o propuesta es expulsada del debate y se genera una cultura de la cancelación. Un ejemplo claro es la Agenda 2030 que se nos está imponiendo como si defendiera los derechos de todos, pero que en realidad promueve una vulneración de las libertades civiles –de expresión, cátedra, educación…– y religiosas.
¿La fe queda fuera de juego?
El cristianismo es considerado un estorbo. No encaja porque parte de una antropología completamente distinta a las que ahora se pretende inculcar. Esto acaba afectando a la libertad de conciencia, como estamos constatando con la eutanasia o el aborto.
¿El cristianismo es de raíz políticamente incorrecto?
El cristianismo no es un elemento integrable sin más en este globalismo. La singularidad del mensaje del Evangelio, la manera en la que entiende al hombre y la relación entre los hombres y Dios se distancia de estas ideologías inmanentes sin afán de trascendencia. Todo eso lo hace incómodo. Si el cristianismo se adapta y se reduce a ser la ong de todo este proyecto se le podría admitir. Pero si intenta hacer valer y expandir su mensaje de una manera clara y sin compromisos, entra en conflicto con estos poderes.
¿La Iglesia ha entrado en esa dinámica?
En la Iglesia hay sectores que de buena fe han realizado un pacto con estas ideologías y con este proyecto por la sencilla razón de temer perder los trenes de adaptación al mundo. Hoy puede haber muchos cristianos tentados por dejarse seducir por estas ideologías, porque lo hacen de una manera humanística y en defensa de grandes ideales. Es muy fácil caer en la tentación y convertirse en un colaboracionista de la corrección política. Otros sectores de la Iglesia ven con mucha preocupación esta adaptación, porque supone un recorte tremendo del mensaje evangélico que impide llevar a cabo su misión. Desde ahí surge un perfil de, si no resistencia, sí por lo menos de expectación.
En este sentido, el Papa no habría caído en la corrección política, pues incomoda a unos y a otros. Defiende la vida frente a la eutanasia y el aborto. A la vez es firme sobre la crisis migratoria, el cambio climático…
Francisco intenta dar voz a los distintos sectores de la Iglesia. Hay aspectos inasimilables para la Iglesia que el Papa necesariamente rechaza. En otros, muestra un acercamiento a diferentes grupos y personalidades muy vinculadas a estos afanes globalistas. Yo detecto en el Papa que no quiere que la Iglesia se quede al margen de los grandes acontecimientos.
¿Hay alternativa para a la corrección política?
La predicación de Jesucristo de una manera creativa adaptada a los tiempos sin incurrir ni en falseamientos ni rebajas. Es relativamente fácil de decir pero difícil de aplicar. Nos tenemos que implicar o pronunciar cuando uno se encuentra con una propuesta en su puesto de trabajo o en su parroquia que crea que puede ir en contra de los principios evangélicos. También para por comprometerse con las causas que defiendan los valores cristianos.
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