Cambios

La covid reduce la esperanza de vida por primera vez en años

28 millones de personas han fallecido ya de forma prematura. España es uno de los países peor parados

Una niña echa tierra sobre un árbol plantado encima de los restos de una familia muerta por covid en Bogotá (Colombia)
Una niña echa tierra sobre un árbol plantado encima de los restos de una familia muerta por covid en Bogotá (Colombia)Ivan ValenciaAP

Si sumásemos todos los años de vida que han dejado de vivir las víctimas de Covid-19 en el mundo, el tiempo que la enfermedad les ha robado hasta la edad que, según la esperanza de vida en cada país, hubieran podido alcanzar, la cuenta arrojaría 28 millones. 28 millones de años potencialmente sanos que han sido borrados por el virus. Ese es el impacto que, según un informe publicado esta semana por la revista British Medical Journal, ha tenido el SARS-Cov-2 sobre la esperanza de vida global. Y nuestro país es de los peor parados. España es la nación de Europa que ha experimentado un mayor declive en la esperanza de vida en mujeres y el séptimo peor del mundo si se contabilizan los años perdidos entre hombres y mujeres.

El estudio ha analizado los cambios en la esperanza de vida de 37 países de rentas medias y altas en los que los investigadores han podido cotejar datos fiables. Si se incluyen en la lista otros países cuyos sistemas sanitarios no han registrado la muertes de manera suficientemente fidedigna, la contabilidad sería, obviamente, mucho más dramática. El trabajo ha tratado de definir el grado de mortalidad prematura en cada país comparando la edad en la que se han producido las muertes por Covid y la edad que se esperaba que hubieran alcanzado las víctimas. Todos los países analizados han presentado un número de muertes prematuras en 2020 mucho mayor de lo esperado en un año similar excepto Taiwán, Nueva Zelanda, Dinamarca, Islandia, Noruega y Corea del Sur, en los que, a pesar de la pandemia, la esperanza de vida no se ha visto mermada.

Los países que más años de vida han perdido son Rusia, Bulgaria, Lituania y Estados Unidos. Mientras medio mundo sufre aún las consecuencias de la crisis pandémica, sorprende la respuesta de los pocos países privilegiados cuyos sistemas sanitarios han podido responder al mal sin reducir su esperanza de vida. Nueva Zelanda, Taiwán, Islandia y Corea del Sur han experimentado tasas de menos de 10 muertes por cada 100.000 habitantes. Noruega y Dinamarca, menos de 50.

La fotografía que queda

Pero los datos pueden ser incluso peores en el futuro. Según la Organización Mundial de la Salud en 2021 se sufrirán más muertes por Covid que en 2020, lo que repercutirá en las contabilidad de años potenciales de vida perdidos de las próximas mediciones. A todas luces, en términos de efectos sobre la esperanza de vida, la pandemia de coronavirus es ya la crisis de salud más grave desde la gripe de 1918.

¿Qué fotografía arroja el informe ahora presentado? Entre 2005 y 2019 la esperanza media de vida en todo el planeta no dejó de crecer. La tendencia, por primera vez en décadas, se ha detenido. Los datos son muy dispares en función del país en el que pongamos el foco. Pero algunos son reveladores. La esperanza de vida ha caído 2,3 años en los hombres rusos y 2,14 en las mujeres de ese país. En Estados Unidos, el impacto es de 2,2 años para los hombres y 1,61 en mujeres. En España, la caída en hombres es de cerca de 1,5 y en las mujeres de cerca de 1,1.

A la hora de estudiar el impacto de este tipo de crisis sanitarias, los expertos estiman cuántas muertes se han producido prematuramente en un año. Es decir, cuánta gente ha muerto antes de la edad marcada por la esperanza media de su país y a qué edad. Accidentes de tráfico, una enfermedad crónica mortal, el contacto con la contaminación, el tabaquismo, el alcohol… son causas que producen mortalidad prematura todos los años. Las tendencias anuales sirven para elaborar proyecciones a futuro. Antes de la pandemia, estas proyecciones hacían intuir que en 2020 se perderían en los 37 países estudiados 222 millones de años de vida por fallecimientos prematuros. En realidad se perdieron 28,1 millones más (17,3 en hombres y 10,8 en mujeres).

Las estadísticas también permiten definir en qué grupos de edad se ha producido la mayor parte de las bajas. En EE UU y Lituania el foco mayor de afectación son los menores de 65 años. No quiere decir que sean la población donde más muertes se han producido, pero sí el grupo en el que más años de vida se han perdido en comparación con la expectativa de vida previa. En España, sin embargo, los que más años de vida han perdido sobre los estimados son los mayores de 65.

Este estudio confirma la importancia de la monitorización de los años de vida potencialmente perdidos como termómetro de la situación real de la salud de un país. A la hora de calibrar los efectos sobre la población general de una crisis como esta pandemia es fundamental entender tanto las consecuencias directas (número de muertes o contagios) como las indirectas (reducción de la longevidad de un determinado grupo).

Hasta ahora, casi todos los baremos se basan solo en el exceso de mortalidad (el número total de muertes en comparación con un año normal). Pero esta medición puede ser engañosa.

Por ejemplo, España tiene un exceso de mortalidad por Covid similar a Estados Unidos (161 y 160 muertes de más por 100.000 habitantes respectivamente). Pero el número de años de vida perdidos de más es mucho mayor en EE UU (3.400 por 100.000 habitantes) que aquí (1.900). Eso indica que en el país americano se han producido muchas más muertes entre la población joven (a la que más años por delante le quedaban). A pesar de que la mortalidad añadida en Estados Unidos es menor que en Polonia, España y Lituania, los años de vida perdidos son muy inferiores en estos tres países. Pero también hay que tener en cuanta que la situación inicial del sistema de salud de cada país es clave. Los países con sistemas sanitarios más empobrecidos experimentan mayor número de años de vida perdidos, lo que sugiere que hay un alto porcentaje de muertes que pueden considerarse pérdidas indirectas de la pandemia.