Palenteología

Investigadores colombianos descubren un nuevo reptil marino extinto, el Kyhytysuka sachicarum

Kyhytysuka sachicarum es una especie de ictiosaurio, perteneciente a la familia de los oftalmosaúridos, que existió durante el periodo Cretácico en lo que actualmente es Colombia

Reconstrucción en 3D del Kyhytysuka sachicarum
Reconstrucción en 3D del Kyhytysuka sachicarumLa Razón

Un equipo de investigadores colombianos ha descubierto un nuevo reptil marino que llevaba 20 años erróneamente clasificado en el Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez del Servicio Geológico Colombiano. El espécimen, un cráneo de un metro de largo, ha recibido el nombre de Kyhytysuka sachicarum, una especie de ictiosaurio perteneciente a la familia de los oftalmosaúridos.

La diversidad de ictiosaurios del Cretácico Temprano ha aumentado notablemente en los últimos años con el descubrimiento de nuevos taxones tanto en yacimientos como en colecciones de museos. Esto ha llevado a una mejor comprensión de la anatomía taxonómica.

El nombre Kyhytysuka deriva de dos palabras del idioma indígena muisca. En concreto se compone del verbo “kyhyty” y la terminación “suka”, que en combinación se traducen como “aquel que corta con algo afilado” en referencia a la dentadura de este animal. El nombre de la especie proviene de los sáchicas, un grupo indígena que habitó el lugar donde se encontraron los fósiles antes de la llegada de los españoles.

Cráneo de Kyhytysuka sachicarum
Cráneo de Kyhytysuka sachicarumLa Razón

Kyhytysuka sachicarum es una especie de ictiosaurio perteneciente a la familia de los oftalmosaúridos que existió durante el periodo Cretácico en lo que actualmente es Colombia. Era un ictiosaurio de tamaño mediano con dentadura heterodonta y varias adaptaciones que sugieren que era un “macrodepredador” de otros vertebrados que vivía en aguas poco profundas.

El primer reporte de un ictiosaurio en Colombia fue una mandíbula inferior parcial con varios dientes, que se encontró cerca de la Quebrada Luní, en el municipio de Piedras, perteneciente al Departamento del Tolima. En su descubrimiento se le asignó erróneamente a la familia ictiosauria de los Mixosaurus o de los Shastasaurus, aunque su edad, en base a muestras de moluscos del Cretácico superior asociadas con el espécimen, hizo dudosa su asignación a estos taxones del Triásico. El espécimen fue posteriormente considerado como no ictiosaurio por McGowan en 1972, e identificado como un Mosasaurus por Bardet veinte años después. Se informó que el espécimen se encontraba alojado en el Museo Servicio Geológico Nacional, el actual Servicio Geológico Colombiano en Bogotá. Pero, lamentablemente, las reiteradas visitas a la colección en su búsqueda han confirmado que el espécimen está perdido.

Por tanto, el primer hallazgo definitivo de un ictiosaurio en Colombia, fue descrito en 1997 a partir de un cráneo incompleto hallado en la Formación Paja de Villa de Leyva (Colombia), procedente de las edades Barremiense y Aptiense del periodo Cretácico. Antes de ser estudiado con detalle el espécimen reposaba en el Museo Geológico Nacional José Royo y Gómez del Servicio Geológico Colombiano, al cual le fue donado 20 años atrás. Dicho fósil, había sido encontrado por un habitante de la región, Jorge Cárdenas. Fue descrito como una nueva especie de Platypterygius, por María Páramo Fonseca en 1997, P. sachicarum. Sin embargo en los años siguientes este taxón fue mayormente ignorado o considerado de forma no oficial como un sinónimo de la especie argentina Platypterygius hauthali. La investigación posterior sobre los ictiosaurios desde su descubrimiento ha hecho que la descripción original quedara inadecuada, sobre todo ya que el propio género Platypterygius se volvió taxonómicamente problemático, lo que llevó a la erección del nuevo género Kyhytysuka para el P. sachicarum.

Villa de Leyva, patrimonio paleontológico

Dibujo del esqueléto completo del Kyhytysuka sachicarum
Dibujo del esqueléto completo del Kyhytysuka sachicarumLa Razón

Los afloramientos barremianos, un subperiodo del Cretácico Inferior, de la Formación Paja, de Villa de Leyva, han producido un impresionante registro fósil de una fauna de vertebrados distintiva que llena un vacío clave en el registro fósil de reptiles marinos, que abarca del Tithoniano al Berriasiano de Europa y Argentina, además del Albiano, etapa del sistema del Cretácico precursora del Aptiano y anterior al Cenomaniano, de Australia y la vía marítima interior occidental de América del Norte. Entre los reptiles marinos, los ictiosaurios son uno de los grupos más comunes alojados en múltiples colecciones locales, a diferencia de otros tetrápodos marinos como los Talatosuquios, una suborden de arcosaurios cocodriloformos que vivieron desde principios del Período Jurásico a mediados del Cretácico.

Los ictiosaurios fueron componentes principales de los ecosistemas marinos del Mesozoico desde el Triásico Temprano (Olenekiano) hasta su extinción a principios del Cretácico Superior (Cenomaniano). Alcanzaron su máxima disparidad en el tipo de alimentación, estilos de locomoción y, especialmente, en el tamaño corporal, de un metro hasta veinte, en el Triásico Tardío. Una reducción importante en el espacio ocupado por los ictiosaurios ocurrió desde el Triásico Tardío hasta el Jurásico Temprano, además de una reducción en la diversidad taxonómica. Solo los ictiosaurios parvipelvianos sobrevivieron hasta el Jurásico Temprano. Por tanto, el último Triásico-Jurásico fue un intervalo crítico en la evolución de los ictiosaurios. Los ictiosaurios más grandes del Triásico Tardío fueron los Shastasaurus, que variaban en tamaño, desde aproximadamente 6 metros hasta más de 20.

El descubrimiento del Kyhytysuka sachicarum abre nuevas preguntas con respecto a la diversidad y paleobiogeografía de los ictiosaurios del Cretácico Temprano del norte de Gondwana, nombre que se le da a un antiguo bloque continental meridional que existió hace unos 270 millones de años, y que colisionó con los continentes de Laurentia, Báltica y Siberia para formar el “supercontinente” conocido como Pangea. Asimismo, el hallazgo destaca la importancia de evaluar individualmente cada especie de “Platypterygius” para comprender mejor la diversidad de este taxón ampliamente distribuido.