Mascotas
¿Qué podemos hacer para ayudar a un perro con artrosis?
Es una afección progresiva, es decir, que va empeorando con el tiempo. Sin embargo, podemos hacer mucho por mitigar sus efectos
La artritis es una enfermedad degenerativa articular que provoca inflamación y dolor en las articulaciones. Y en ocasiones, también puede desembocar en cambios de comportamiento derivados de los anteriores. Es una afección progresiva, es decir, que va empeorando con el tiempo. Sin embargo, podemos hacer mucho por mitigar sus efectos. Sobre todo si se diagnostica en las primeras fases de la enfermedad.
¿Cómo saber si mi perro tiene artrosis?
Un diagnóstico precoz de la artrosis permitirá controlar la enfermedad desde las primeras etapas. Ahora bien, ahí llega el primer problema. Al ser una enfermedad degenerativa y progresiva, identificarla en sus inicios puede ser bastante complicado. Por eso, es importante la realización de las revisiones periódicas y que estemos atentos a las señales.
Por ejemplo, si notamos que el perro cojea, que tiene problemas para moverse, que cuando se tumba tiene problemas para encontrar una postura cómoda o si apreciamos que está especialmente irritable; pueden ser indicios suficientes de que debemos consultar al veterinario. Que realizará una exploración física completa para detectar rigidez articular, dolores, limitaciones de movilidad, (...).
Y si encuentra suficientes indicios, procederá a la realización de un estudio radiográfico. Que es una prueba accesible, barata y -sobre todo- muy esclarecedora para este tipo de alteraciones. Si un perro tiene artrosis, se podrán apreciar algunas irregularidades en el espacio articular.
También es posible que añada en el diagnóstico otras pruebas complementarias, como análisis bioquímicos, hematológicos o serológicos. Así como una ecografía muscular o una resonancia magnética. Todas estas pruebas le permitirán hacerse una idea general del estado de salud del perro para adaptar de esta forma el tratamiento.
¿Qué puedo hacer para ayudar a mi perro?
Es importante que tengamos claro que el tratamiento será permanente y que deberá suministrarse durante el resto de su vida, aunque se adaptará a la evolución de la enfermedad. Y es que, al igual que ocurre en el caso de los humanos, no es posible curar definitivamente a un perro con artrosis instaurada. Pero sí es posible frenar su evolución y proporcionarle una buena calidad de vida mitigando sus efectos, y haciendo que el impacto de la artrosis sea lo más leve posible tanto para su cuerpo, como para su estado de ánimo.
1. Consulta con un veterinario especializado en rehabilitación
Cuando tenemos consciencia que nuestro perro padece artrosis, es muy recomendable contactar con veterinarios especializados en la rehabilitación veterinaria. Que, adaptándose a las necesidades del animal, propondrán terapias con efectos positivos para sus articulaciones, como la crioterapia, electroestimulación, hidroterapia, laser, radiofrecuencia, termoterapia, (...).
Existen directorios de los profesionales del sector en España, como la Asociación Española de Veterinarios Especialistas en Fisiatría Animal o el Grupo de Rehabilitación y Fisioterapia Veterinaria de AVEPA (Asociación de Veterinarios Especialistas en Pequeños Animales). Por lo que no debería ser muy complicado encontrar un especialista en nuestra zona.
2. Controla su dieta
Con la artritis -inevitablemente- llegará también una disminución de la actividad física. Y eso aumentará el riesgo de sobrepeso, lo que perjudicará todavía más a sus articulaciones. Por ese motivo, debemos controlar su ingesta diaria. También es importante que incluyamos una buena dosis de ácido graso Omega 3, que es un alimento que tiene muchos beneficios, y entre otros, su poder antiinflamatorio.
3. No permitir el sedentarismo
Un fenómeno artrósico puede agravarse cuando existe amiotrofia, actividad física escasa y existe un riesgo de anquilosis de las articulaciones. Por este motivo, no podemos prescindir del paseo y del ejercicio físico. Al fin y al cabo, el paseo es la forma en la que los perros se relacionan con el mundo. Y un perro que no pasea y que no olisquea, es un perro emocionalmente desequilibrado. Sin embargo, cuando existen cojeras asociadas a brotes agudos de artrosis, es recomendable realizar un reposo temporal hasta que se recupere.
Una buena forma de ejercitar su musculatura y de hacer que se mueva es la hidroterapia (el uso del agua con fines terapéuticos), que eliminará el impacto de la pisada de otros tipos de ejercicio físico. Y que -además- favorecerá el fortalecimiento de la musculación, el movimiento de las articulaciones y la pérdida de peso.
4. Disminuir el estrés articular
Un perro que sufre artritis tiene que enfrentarse a diario a con muchos obstáculos. Y superarlos no solamente le creará dolor, sino que también puede hacer que las articulaciones se deterioren todavía más. Por eso, debemos ponérselo fácil (en la medida de lo posible). Por ejemplo, podemos ponerle rampas, proporcionarle una cama cómoda en la que pueda descansar, (...). Esto no significa que no deba hacer ejercicio físico, sino que estos ejercicios deben ser cómodos y lo menos traumáticos posible.
5. Masajes
Una buena forma de mejorar su forma física también puede ser darle masajes de forma periódica. Lo mejor es consultar a su veterinario para evitar que podamos hacer algo que le esté haciendo daño. Sin embargo, también podemos empezar por respetar la voluntad del animal. Ellos mismos nos dirán si les gusta o si no les gusta lo que estamos haciendo. Y no debemos hacer nada que le incomode hasta que un especialista nos lo aconseje.
Soluciones clínicas, quirúrgicas y farmacológicas
Si notamos que el animal está más decaído que de costumbre o si observamos un cambio importante en su comportamiento, debemos consultar inmediatamente con el veterinario. Porque es posible que el dolor producido por la artrosis esté empezando a ser insoportable.
El profesional nos podría dar una alternativa farmacológica. Lo más común es que nos recete antiinflamatorios no esteroideos y los glucocorticoides, que son las dos principales familias terapéuticas que se suelen recomendar en este tipo de casos. Pero recuerda: no emplees nunca una medicación sin supervisión veterinaria. Ya hemos visto cómo los fármacos antiinflamatorios pueden afectar a los riñones, al sistema digestivo o incluso a la hemostasia. También es posible que el veterinario considere oportuna una solución quirúrgica. Pero esto solo sucederá en los casos más extremos. Sin embargo, es bueno que conozcamos que puede ser una alternativa... aunque no está exenta de riesgos.
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