Cifras
Un estudio pone en duda los datos oficiales: la mortalidad es mucho más devastadora
La revista “The Lancet” asegura que la cifra real de muertos por covid es más del triple de lo que recogen las cifras oficiales
18,2 millones de muertos en todo el mundo. Más del triple de lo que recogen las cifras oficiales. Ese era el terrible balance de la pandemia a finales de 2021, según se recoge en la contabilidad del exceso de mortalidad global más ambiciosa realizada hasta la fecha y que acaba de publicar la revista «The Lancet». La cifra corresponde a la mejor estimación nunca lograda del número de muertos «añadidos» a la mortalidad esperada para un periodo de tiempo similar antes de la llegada de la covid.
El estudio se detiene en analizar el exceso de muertes sufrido por países y su relación con los datos que las autoridades reconocen. España ha sufrido la pérdida de 162.000 vidas por culpa del virus, un 64% más de las notificadas por las autoridades.
Los datos han sido extraídos por científicos del Instituto de Métricas y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington, en Seattle, y se basan en la comparación de registros de fallecimiento de todo el mundo entre enero de 2020 y diciembre de 2021.
A todas luces, las estimaciones demuestran que la mortalidad provocada por la Covid-19 es «mucho más devastadora de lo que oficialmente se cuenta», en palabras de uno de los responsables del estudio, el profesor Haidong Wang. Según la publicación, las estadísticas oficiales de muertes por la pandemia muestran una «imagen parcial del verdadero impacto de la enfermedad».
Cataluña, a la cabeza de los peores datos
Sumando los partes ofrecidos por los gobiernos, en el mundo se habrían contabilizado 5,9 millones de fallecimientos entre 2020 y 2021. El estudio detecta en realidad que han muerto 18,2 millones de personas más que en cualquier otro periodo de dos años sin pandemia. Esto supone una mortalidad global de 120 muertes por cada 100.000 habitantes.
¿En qué estado queda nuestro país con esta nueva contabilidad? Realmente mal parado. Con 187 muertes por 100.000 habitantes, superamos tristemente la media global y arrojamos una de las peores cifras en Europa occidental, por detrás de Italia, Andorra, Portugal y San Marino.
Por comunidades, la más afectada es Cataluña (253 muertes añadidas por 100.000 habitantes). La siguen Aragón (250), Castilla-La Mancha (234), Castilla y León (229) y Madrid (218). Canarias, con 98 muertes por 100.000; Galicia, con 118, y Cantabria, con 132, son las regiones de menor impacto registrado. A escala global, los datos son demoledores. La región del mundo más afectada es Asia del Sur con 5,3 millones de fallecidos más de lo acostumbrado. El norte de África arroja 1,7 millones más, igual que Oriente Medio. Europa del Este ha perdido a 1,4 millones de personas.
Y, según los datos por países el ránking tiene a India a la cabeza (4,7 millones de muertos) seguido de Estados Unidos (1,3), Rusia (1,07), México (798.000) y Brasil (792.000)
Ratios muy negativos
Pero el dato más interesante de este trabajo es la relación existente entre la mortalidad real y la mortalidad reconocida por los gobiernos. La diferencia queda establecida por un número que, cuanto más elevado resulte, más delata una infravaloración oficial de la realidad de la crisis.
Nuestro entorno (lo que los autores de “The Lancet” han recogido como Europa Occidental) presenta un ratio de un 1,48. España excede la media con un 1,64. El país peor parado es Finlandia, con un 5,3. Irlanda, Noruega y el Reino Unido tienen ratios muy cercanos al cero, es decir que sus datos oficiales concuerdan casi exactamente con la realidad. Solamente dos países (Islandia y Singapur) muestran ratios negativos porque en ellos el número de muertes registradas ha sido menor que el esperable en un periodo de tiempo similar.
A pesar de la inédita profundidad del estudio, los datos arrojados presentan ciertas limitaciones. La magnitud real de la enfermedad puede depender de múltiples factores cambiantes a lo largo del periodo pandémico. Existen muchas condiciones indirectas que son capaces de modificar al alza la mortalidad. Por ejemplo, el periodo de confinamiento más agresivo provocó en prácticamente todo el mundo un reducción de la mortalidad por factores derivados de la actividad social (accidentes laborales, accidentes de tráfico, muertes violentas en la calle…) Por el contrario, las consecuencias a medio plazo de la crisis económica y de los confinamientos pueden generar mortalidades secundarias crecientes. Por ejemplo, el aumento de las muertes derivadas de la falta de recursos o de la falta de diagnóstico, control o atención sanitaria en enfermos crónicos.
Para poder separar correctamente cuántos de los muertos añadidos a los habituales son consecuencia directa del SARS-Cov-2 es necesario contar con un registro estadístico oficial que determine con claridad y transparencia la causa de defunción individual. Según le revista “The Lancet”, solo 36 países en el mundo ofrecen datos suficientemente detallados de las causas de mortalidad de sus ciudadanos desde 2020. Aún así es evidente que la magnitud de la pandemia supera en prácticamente todo el mundo los registros oficialmente reconocidos.
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