Entrevista

Jean-Charles Bouchoux: “El ‘ghosting’ es una forma terrible de violencia”

El autor de “Perversos narcisistas” asegura que también puede haber agresividad en el silencio

Jean-Charles Bouchoux, autor de "La violencia invisible"
Jean-Charles Bouchoux, autor de "La violencia invisible"larazon

Hace unos años, el psicoanalista francés Jean-Charles Bouchoux (Rodez, 1963) sacó del armario a los “narcisistas perversos” con un libro de éxito inesperado. Hubo cientos de miles de personas que despertaron a un perfil de maltratador que puede encontrarse en casa o en el trabajo y que ejerce un tipo de agresión sutil y callada. Ahora publica en castellano un manual sobre esa clase de manipulación, “La violencia invisible” (Arpa). A través de casos prácticos, este escritor y psicoterapeuta explica lo que puede hacernos la falta de límites.

-¿Qué es la violencia invisible?

-Es un tipo de agresión que no se ve, nos hace sentir mal y no entendemos por qué. Lo importante es que nos demos cuenta de lo que está pasando, entonces empieza a perder su fuerza.

-¿El que la ejerce tampoco es consciente?

-Si me hubieras preguntado hace un tiempo, te habría dicho que no. Pero en los últimos años, se ha extendido en Francia una cultura empresarial en la que se insta a alguien a tratar mal a un tercero para que se vaya de la empresa, por ejemplo. La violencia se puede ejercer con una sonrisa. Otro ejemplo es si tu jefe te encarga un cometido para el que no está cualificado diciéndote que confía mucho en ti. A los quince días, cuando es evidente que no has podido llevarlo a cabo, de pronto te deja de hablar. Se trata de una estrategia terrible, en mi país hubo muchos suicidios en empresas por esta causa.

-En su libro habla de la “fecalización de la palabra”. ¿Esto qué es?

-Es un arma que emplean los perversos narcisistas para desacreditar completamente lo que el otro dice. Si no estás de acuerdo en todo es que estás paranoico. Tu palabra no vale nada, así que puedes decir lo que quieras que va a dar igual. Estos mecanismos de defensa son de naturaleza esquizofrénica, pero en lugar de actuar dentro de la persona actúan dentro de la pareja.

-¿Nos puede dar un ejemplo?

-Una persona esquizofrénica vive la angustia de la escisión entre dos mitades, la buena y la mala. El perverso narcisista, en cambio, lo que hace es atribuirse la personalidad del bueno, el doctor Jekyll, y adjudicarle a su pareja el rol del malo, de Mr. Hyde. Esto solo puede ocurrir en un contexto amoroso, laboral o con un hijo. Tiene que haber un vínculo difícil de romper.

-¿Ha tratado a muchos de estos narcisistas en su consulta?

-Sufridores, muchísimos. Ellos no son conscientes de que tienen un problema, sus víctimas son su medicina.

-Usted destaca la importancia de los límites para dibujar nuestra identidad.

-Es que existimos en la medida en que somos capaces de decir que no. Tenemos una frontera física que nos delimita, la piel, y otra psíquica. Cuando digo no, existo. Además, permito que el otro lo haga. Si yo tengo una frontera, significa que tú la tienes también. Así vamos a encontrar a dos sujetos. Sin embargo, si yo no quiero conocer nada de tus límites es porque te veo como un objeto, no como una persona. Si alguien no pone límites, el otro tiende a coger todo el espacio. Y luego será más difícil retroceder. En una pareja normal esto se puede cambiar, si el otro es un perverso narcisista hay que marcharse.

-¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?

-Hay una angustia de abandono, me da miedo que me dejen. Es una herida narcisista de la infancia porque si alguien me abandona ahora lloraré mucho, pero sobreviviré. En cambio, si a un niño de dos años le ocurre lo mismo puede morir. Es una angustia muy fuerte, la tenemos muchos. No somos muy adultos en la sociedad actual.

-¿En la pareja el conflicto es necesario?

-No todo el rato, claro, pero sí. Es algo sano. No es una mala cosa porque obliga a que dos energías de sentido contrario se encuentren y de ahí salga un nuevo orden. El miedo al conflicto genera conflictos. Cuando uno siempre accede a todo no hay dos sujetos, hay uno que hace de objeto.

-¿La amabilidad puede ser un tipo de violencia?

-Si. En el libro hablo de la bondad mórbida en relación al caso de una madre que daba a su hijo todo lo que quería para comer porque ella no había recibido nada de pequeña. A los diez años el niño pesaba 80 kilos y tenía una enfermedad del hígado. La madre lo estaba matando por no atreverse a negarle nada.

-¿La agresividad también es funcional?

-Claro. Lo vemos claramente en política. Está bien saber que alguien va a defender nuestros intereses, nuestra seguridad. Hay un momento en que la agresividad es necesaria y los líderes suelen tenerla. Nos reafirma que alguien se pelee por nosotros.

-¿Eso de que hay que renunciar a la depresión para salir de ella qué quiere decir?

-Significa que en toda situación adversa hay un beneficio y hay que renunciar a eso. Es un trabajo muy difícil de hacer, llegar a entender por qué acepto determinadas cosas. Por ejemplo, si yo sufro en pareja y de pequeño vi a mi madre en la misma tesitura, creeré que estoy haciendo lo que debo si aguanto y me sacrifico. Ese sería el beneficio. Con la depresión ocurre lo mismo. Tendré que aceptar estar feliz, no querer estarlo, que son dos cosas distintas. A veces decimos que queremos la felicidad y nos juntamos con gente que nos ofrece todo lo contrario.

-¿Qué tipo de violencia invisible se da en la pareja?

-La gente que habla sin parar, por ejemplo. Que no para de regañar al otro. O el que no dice nada nunca. Es otro tipo de violencia. El castigo del silencio es agresividad pasiva también.

-¿Y esto del “ghosting”?

-Es terrible. Significa desaparecer sin dar explicaciones. Conozco el caso de una mujer cuyo marido se fue sin decir nada y ella no paraba de buscar el motivo que le hizo abandonarla. Es de una violencia terrible. También pasa en el trabajo, cuando después de un proceso de selección nunca te llaman.

-Parece mal negocio eso de que nuestra autoestima dependa del otro.

-Hay fallas narcisistas estructurales porque tuvimos una infancia difícil, por ejemplo, pero hay otras que dependen de lo que nos sucede. Es normal que esperemos reafirmación por parte del otro.

-¿Es Macron un ejemplo de perfecto narcisista?

-Bueno, no sé si lo he dicho nunca tan claramente, ja, ja. Hay que entender que el mundo de los narcisistas es, por encima de todo, un mundo de palabra. Son muy hábiles en ese sentido y nunca revelan cuál es su verdadero programa. Dicen lo que la gente quiere oír. Y es lo que pasó con Macron.

-¿Cómo se trata la hipersensibilidad?

-Es que es no es un defecto, es una cualidad. Si tuviste un padre que siempre estaba a punto de explotar, aprendiste a identificar cualquier signo de peligro antes que nadie. Para ser psicoanalista eso es una cualidad y para ser periodista puede que también.

Portada del último libro de Bouchoux
Portada del último libro de BouchouxLa RazónLa Razón