Vaticano

«El cisma en la Iglesia es una amenaza real»

Massimo Borghesi, biógrafo intelectual del Papa, destapa un plan global de los «catocapitalistas» norteamericanos

Francisco el pasado miércoles
Francisco el pasado miércolesMAURIZIO BRAMBATTI BTAgencia EFE

Massimo Borghesi no se anda con chiquitas. «Hablar de cisma en la Iglesia no es un recurso literario más, se convirtió en una amenaza real cuando en 2016 apareció Amoris Laetitia». Con esta contundencia, el filósofo italiano reflexiona sobre la fractura interna abierta en el catolicismo tras la publicación de la exhortación apostólica de Francisco en la que abría algo más que una rendija a la comunión de los divorciados vueltos a casar, amén de una renovación de la pastoral familiar. «A este Papa le han llegado a acusar de romper con el magisterio de Juan Pablo II sobre el matrimonio, un ataque frontal muy fuerte que se materializó en una carta firmada por cuatro cardenales que buscaban desautorizarle, tachándole de forma indirecta de ser un hereje, con el apoyo de un amplio sector tradicionalista».

La alerta no la lanza un cualquiera. Este catedrático italiano de filosofía especializado en el hecho religioso es además el biógrafo intelectual del Papa actual. No de aquellos que construyen un perfil a golpe de Wikipedia rebozado con anecdotario de bolsillo. No se le acuse de este extremo a Borghesi, porque su conocimiento sobre Jorge Mario Bergoglio le lleva a diseccionar el pensamiento papal a modo de forense y desmontar de un plumazo la falta de fundamento de calado del pontífice argentino. «Es un jesuita peculiar. Para Francisco el enemigo es el diablo, mientras que para los neocon el adversario es el otro. Los tradicionalistas acusan al Papa de enfrentar la misericordia contra la verdad, un buenista que está del lado de la misericordia y no cree en el primado de la verdad, lo que supone un gran equívoco». O en otras palabras: «El frente conservador de la Iglesia quiere primero la confesión de los pecados y luego curar las heridas. Para este Papa, el nombre de Dios es Misericordia, o, lo que es lo mismo, el hombre solo puede reconocer su pecado si es abrazado con misericordia. Tampoco les gusta a la derecha política que Francisco no sitúe la ética y la moral en el primer puesto de la exigencia, sino el anuncio de la Buena Noticia».

Con ese afinado bisturí se ha adentrado en analizar cuál es el foco de la infección que viraliza esta resistencia al Obispo de Roma. Y la ha encontrado: Estados Unidos. Así lo detalla en «El desafío Francisco. Del conservadurismo al hospital de campaña» (Encuentro): «El Papa tiene una oposición ideologizada que se alimenta sobre todo desde Norteamérica. Es minoritaria pero especialmente ruidosa, muy activa en las redes sociales y con un gran poder en los medios».

Así, el investigador sostiene que «la resistencia a la reforma de Francisco tiene un trasfondo ideológico y político que evidentemente está vinculado con la economía liberal». Según su análisis, en los 80 bajo la presidencia de Reagan, se forjó una corriente católica conservadora, que se asentó en el poder con Bush y que vio desplegar sus alas con Trump que, sin ser católico, supo recoger los principales postulados de los que bautiza como «teoconservadores» o «catocapitalistas».

Entre estos pensadores antiFrancisco se encuentran Michael Novak, George Weigel y Richard Neuhaus. «Por un lado, asumen completamente el modelo capitalista para el orbe católico tergiversando la encíclica ‘Centesimus annus’ del Papa polaco. Por otro, centran toda su crítica al mundo secularizado en solo tres valores éticos y morales -la lucha contra el aborto, la eutanasia y las uniones gais- contra dos enemigos: el Islam y el relativismo postmoderno». A estas cuestiones «se agotaría y reduciría» según este movimiento la Doctrina Social de la Iglesia, por lo que todo llamamiento de Francisco en defensa de la dignidad de los trabajadores y de los migrantes correspondería para este grupo a las tesis propias de «un adversario, izquierdista peligroso, pauperista, peronista, seguidor de la teología de la liberación y ajeno al espíritu de Occidente como baluarte de esos postulados éticos y morales cristianos que califican de irrenunciables».

Por eso, Borghesi interpreta el intento de excomunión hace unos meses del Episcopado norteamericano a Joe Biden, el único presidente católico de la historia junto a Kennedy, por su posicionamiento frente al aborto como un disparo directo a Francisco. “Absolutamente, el mero hecho de plantearlo se trata de desafiar al jefe por parte de algunos de los obispos más conservadores creando un conflicto institucional de trascendencia, tanto político como religioso», advierte. En paralelo, aprecia que episodios de este estilo manifiestan que «la división entre los católicos que votan a los republicanos y a los demócratas es maniquea, como lo es toda una sociedad estadounidense fuertemente polarizada, dualista. Hoy por hoy, no hay posibilidad de diálogo entre unos y otros, lo que supone una tragedia para el catolicismo norteamericano».

Para Borghesi, este movimiento ultraconservador habría exportado a Europa conceptos como la «guerra cultural» con todo un modelo sociopolítico que buscaría apropiarse del discurso eclesial, con calado en Iglesias como la polaca, la italiana y la española. «Son poderosos y tienen redes muy bien organizadas, con una influencia realmente relevante», asevera.

Por eso, lamenta que estos altavoces resuenen más que «la gran mayoría silenciosa que se encuentra entre los que apoyan fervientemente al Papa y los que se oponen». «Gran parte de los católicos están desconcertados porque no tienen herramientas para poder evaluar en qué medida las críticas del Papa son acertadas o injustas y por eso callan, porque muchas veces los obispos y los sacerdotes no ayudan a hacer entender qué quiere decir Francisco», reflexiona sobre la falta de responsabilidad del clero para sacar pecho.

Pero, más allá, del bloqueo estadounidense, ¿profetiza otro cisma por la vía progresista alemana? «Sinceramente, creo que esta amenaza está sobredimensionada», apunta. «La Iglesia germana, a través del Camino Sinodal que están celebrando, buscan el fin del celibato y aprobar el matrimonio homosexual», detalla el filósofo de las religiones, convencido de que «Roma no va a aceptar estas peticiones»: «Pero también creo que los obispos alemanes encontrarán alternativas más razonables».’.