Animales
El 80% de los niños pide un animal como regalo
Más de 50.000 perros y gatos podrían llegar a los hogares españoles de la mano de Papá Noel y los Reyes Magos
Las fiestas navideñas son sinónimo de reencuentros con la familia y amigos, de compartir y también de regalar. Según datos de la Fundación Affinity, más de 50.000 perros y gatos podrían llegar a los hogares españoles de la mano de Papá Noel y los Reyes Magos. Ante esta situación, la Fundación advierte que incorporar a un animal de compañía a la familia requiere una reflexión y un consenso previo de todos sus miembros, un proceso que muchas veces no se tiene en cuenta cuando se trata de un regalo.
Según datos de la Fundación Affinity, un 11% de los españoles afirma haber regalado un animal de compañía en alguna ocasión. «Regalar un animal parte de una buena intención, pues quienes conviven con un perro o un gato conocen los beneficios de esa convivencia y quieren que la persona a quien lo regalan viva también esa experiencia. Sin embargo, el regalo se hace muchas veces sin pensar en lo que implica», asegura Isabel Buil, directora de la Fundación Affinity. «Lo que es imprescindible es que siempre haya una reflexión previa de la persona o la familia que asume la responsabilidad y el compromiso de convivir con el animal. Y esto suele ser incompatible con el hecho en sí de regalar, más cuando es habitual que sea una sorpresa para quien lo recibe», añade.
Tener un perro o un gato es el deseo de muchos niños y niñas. De hecho, más de un 80% de los más pequeños ha pedido alguna vez un animal de compañía como regalo en la carta a los Reyes, a Papá Noel o en algún otro momento del año. Sin embargo, regalar animales de compañía en el momento en que también se regalan juguetes puede ser un mensaje contradictorio.
«Al regalar un perro o gato en Navidad, sin darnos cuenta, estamos tratando al animal como si fuera un objeto y lo estamos poniendo a la altura de un juguete, aunque luego expliquemos muy bien al niño que el animal es un nuevo miembro de la familia, en realidad no lo estamos tratando como tal», comenta la directora de la Fundación Affinity.
Una de las opciones en caso de que se decida incorporar un animal de compañía en esta época del año, que es un momento en el que la familia puede tener más tiempo libre, es adoptarlo en una protectora. Estas entidades siguen un protocolo para asegurarse de que el animal no sea tratado como un regalo y que las personas que convivirán con él encajan en cuestiones básicas, como estilo de vida, necesidades, recursos, tiempo disponible o expectativas. «No estamos de acuerdo con el concepto de regalar animales. Cuando quienes vienen a la protectora nos dicen que quieren regalar un animal pedimos que venga la persona implicada. Un ser vivo no puede ser regalado, debemos empezar a descartar esta terminología. Vamos a pasar muchos años de vida junto con el nuevo compañero, por tanto, debe ser una decisión basada en la planificación, no en la sorpresa», afirma Rafaela González, presidenta de la protectora de animales Aixopluc.
El «match» perfecto
En las últimas semanas, dicha protectora ha detectado no sólo un ligero incremento en el número de llamadas de interesados en la adopción, sino también un cambio de perfil del demandante. Según González, las llamadas recibidas ahora son de personas que ven la adopción como un regalo mientras que lo habitual el resto del año son familias que quieren adoptar para incorporar un nuevo miembro al núcleo familiar.
Las principales razones para no regalar un perro o un gato en Navidad es que supone cosifricarlos. Hacerlo además en Navidad o Reyes, en el mismo momento en que se regalan juguetes, manda un mensaje contradictorio a los niños a quienes les decimos que los animales no son un juguete.
Por otra parte lo que ocurre es que la reflexión necesaria para acoger a un animal, en este caso, no la está haciendo quien lo recibe. Es decir, quién deberá responsabilizarse del perro o gato, y eso conlleva riesgos. De entrada, el vínculo con el perro o gato puede ser menos sólido cuando es un regalo que cuando se trata de una decisión propia y meditada.
Además, toda la familia debe estar de acuerdo. Un perro o un gato es un miembro más de la familia y, por lo tanto, la decisión debe ser consensuada. Esto exige hablarlo, discutirlo, repartir responsabilidades y asumir el compromiso entre todos.
En conclusión, es mucho mejor buscarlo juntos. Hacer en familia el proceso de encontrar al animal que encaja con nosotros puede ser más gratificante y lleno de aprendizajes que la sorpresa de un solo día, ya que el «match» perfecto es la clave para tener éxito.
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