Entrevista
«No es el Papa de la renuncia, sino de la coherencia»
El vicepresidente del Episcopado participará en el funeral de quien le nombró arzobispo de Valencia
El cardenal arzobispo de Madrid y vicepresidente de la Conferencia Episcopal, Carlos Osoro, está con un pie en Roma. Mañana aterrizará por la tarde en la capital italiana para participar en el funeral de Benedicto XVI. Osoro despedirá al Papa emérito, desde el cariño por haberle designado el 8 de enero de 2009 arzobispo de Valencia, archidiócesis que pilotó durante más de cinco años y que Joseph Ratzinger conoció al participar en el Encuentro Mundial de la Familias de 2006 que acogió la capital del Turia.
¿Cuál es la primera imagen que se le viene a la retina en estos días del Papa fallecido?
Llevo grabada en el corazón una conversación muy pequeña que mantuvimos. Expresaba profundidad en sus palabras y serenidad con su mirada. En estos días se dice que ha sido un Papa que nos ha confirmado en la fe. Ese día yo experimente precisamente eso en primera persona. Era un hombre de mentalidad espiritual tan profunda que alcanzaba el corazón de quien estaba a su lado de una forma sencilla.
¿La historia hará justicia con Benedicto XVI?
Yo estoy convencido de que tenemos datos suficientes para poder comprender y valorar una vida de entrega, de investigación y de comunicación, tres valores que son muy necesarios en estos momentos que nos encontramos, no solo para la Iglesia sino para toda la sociedad. No hay duda de que estamos ante gran pensador, un gran teólogo, el mejor que hemos tenido en los últimos años. Nos ha regalado muchas cosas, pero sobre todo nos ha regalado la propuesta de hacernos ver que el camino de la felicidad está en decir sí a Dios, porque hace brotar la verdadera fuente de la verdadera felicidad. Es un hombre que ha pensado profundamente el contexto histórico en el que la Iglesia tenía que anunciar el Evangelio y a partir de ahí ha dado respuesta, a la vez, con hondura y sencillez. Nos lo regaló de viva voz, pero sobre todo a través de sus innumerables escrito, no solamente como pontífice, sino a lo largo de toda su trayectoria previa. Benedicto XVI elaboró un proyecto de evangelización muy claro que pasaba y pasa por el diálogo con los no creyentes a través de lo que él denominó el «atrio de los gentiles», que no es otra cosa que generar puntos de encuentro con los demás para proponerles a Jesucristo sin avasallar, desde el diálogo fe y razón.
¿Se queda corto presentarle como el Papa de la renuncia?
Se queda muy corto. Es el Papa de la coherencia. Cuando él vio las necesidades de la Iglesia en ese momento concreto que él atravesaba y constató sus limitaciones, afrontó con madurez ante Dios esa decisión. Vio lo que había entregado ya y lo que podía dar a partir de entonces y considero que alguien después que él podía ofrecer mucho más. Eso requiere de una valentía especial y de un desapego absoluto al poder.
Si tuviera que recomendar una lectura de Benedicto XVI a quien no se ha acercado todavía a un texto suyo, ¿por dónde tendría que empezar?
Para quien no disponga de mucho tiempo para profundizar en las muchas cuestiones teológicas que ha abordado de manera detallada, le propondría que se dejase llevar por cualquiera de sus homilías. En ellas formula la vida de un pastor que desea que el Evangelio no sea solo conocido, sino comprendido. Pero, sobre todo, se dará cuenta del empeño de Benedicto XVI en que la Palabra sea vivida, generando un verdadero encuentro entre cada persona y Jesucristo.
¿Son contrarios Francisco y Benedicto XVI como algunos lo dan a entender?
No, en absoluto. Yo más bien diría que se complementan. Uno sobresale y es apreciado por unas singularidades y el otro es querido y destacado por otras cuestiones. En esa diversidad está la riqueza de la Iglesia universal que habla de una comunión entre ambos. A los dos les une el mismo eje estructural, su fe en Nuestro Señor Jesucristo y su misión de servir al Evangelio.
El Papa argentino ha hecho del respeto a la dignidad de la vejez una defensa constante en su pontificado, precisamente cuando se ha dado la circunstancia de contar con un Papa emérito anciano a pocos metros de su casa…
Y no lo ha dicho de palabra, sino con obras. Esa cultura del cuidado a los mayores que reivindica Francisco cada vez que puede, él lo ha ejercido en el día a día con Benedicto XVI. Me consta que el acompañamiento de Jorge Mario Bergoglio a Joseph Ratzinger ha ido mucho más allá de lo que ha trascendido públicamente. Eso, sin contar los elogios que le ha profesado en cada una de sus intervenciones.
Sin duda alguna, la relación entre ambos es una llamada de atención para todos, para que aprendamos a valorar la riqueza que nos dan nuestros mayores después de toda una vida entregada. Son una fuente de reflexión, de experiencias, de sabiduría. No podemos caminar sin ellos.
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