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Aldeas Infantiles, la revolución en la ayuda a la infancia

El jurado destaca su labor en conflictos internacionales, como la crisis de los refugiados.

Aldeas Infantiles SOS, Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016
Aldeas Infantiles SOS, Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016larazon

El jurado destaca su labor en conflictos internacionales, como la crisis de los refugiados.

Cerca de 600 aldeas en todo el mundo que atienden a unos 60.000 niños; alrededor de 1.800 centros y programas de los que se benefician casi medio millón de menores, jóvenes y adultos; 943.000 tratamientos médicos en 76 hospitales, con más de 700.000 beneficiarios. Y sólo en nuestro país, ha protegido en 2015 a más de 24.000 niños que se encontraban en situación de vulnerabilidad. Detrás de estas cifras se esconde la esforzada labor de Aldeas Infantiles SOS, ONG cuya labor por los más pequeños ha cobrado en los últimos tiempos más relevancia que nunca, en una época en la que la infancia está especialmente amenazada. Así lo ha valorado en su acta el jurado del Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2016, galardón que le fue concedido ayer después de que la candidatura fuera presentada por la ex jugadora de baloncesto Amaya Valdemoro. Y es que, con esta distinción, se reconoce «su contribución, durante más de setenta años y en 134 países, a la protección de los niños, a través de principios pioneros y que cobran aún mayor vigencia en momentos en los que los conflictos internacionales ponen en especial riesgo a los más vulnerables». No en vano, el propio presidente del Principado de Asturias, Javier Fernández, no ocultó el carácter «simbólico» del premio.

Y es que la ONG revolucionó hace casi 70 años el concepto que se tenía sobre la ayuda a los niños desfavorecidos. De origen austriaco, fue creada en 1979 por Herman Gmeiner, estudiante de Medicina, tras el caos de la II Guerra Mundial. Allí comprendió que los niños no podían vivir en enormes orfanatos; lo que de verdad necesitaban era una familia. Así, del cuidado institucional se pasó a algo más personal y cálido: una viuda de guerra ejercía de madre con aquellos pequeños que habían perdido a sus progenitores. La intención consistía en trabajar a largo plazo con los pequeños abandonados, rodeándolos de un entorno familiar y tejiendo una serie de lazos afectivos que les ayudaran a desarrollarse de forma integral hasta que alcanzaran la edad adulta. Todo ello para beneficio de un menor con voz y voto, que debe participar de forma activa en las decisiones trascendentes de su vida. En definitiva, que crezcan como cualquier otro niño pese a las adversidades. Así nacieron las «Familias SOS», formadas por una madre, padre o ambos, que crean para los pequeños un entorno de cariño, respeto y protección.

«Esa idea tan sencilla, en una casa, se multiplicó por todo el mundo», afirmó ayer Pedro Puig, presidente de la ONG en España, presente en nuestro país desde 1967 pero constituida oficialmente en 1981. «Se les apoya y se trabaja para que sigan viviendo en familia», añadió. Y, en este contexto, el premio es «un espaldarazo», aunque «los verdaderos protagonistas son los niños».

Puig destacó el que es, posiblemente, el motivo de mayor peso a a la hora de haber sido distinguidos con el Princesa de Asturias: su presencia en los principales focos de conflicto internacional, como la crisis de los refugiados. En Siria cuentan con 40 profesionales y 80 voluntarios que trabajan en un programa de emergencia, contando con dos aldeas en Alepo. Y, por supuesto, también está activa en la «ruta de emigración», en países como Grecia, Italia y Macedonia. En total, cuenta con presencia en 134 países.

«Este premio refleja no sólo el papel que Aldeas Infantiles SOS desempeña, sino la necesidad de un movimiento para asegurar que cada niño pueda crecer con amor y respeto», afirmó ayer Siddhartha Kaul, responsable de la organización. «En un mundo en el que se niega a millones de niños y jóvenes sus derechos globalmente aceptados a ser cuidados y protegidos, el planeta se enfrenta a un desafío masivo», agregó Kaul.