Salud
Bebidas energéticas, fuera del alcance de los niños
¿Daría a su hijo cuatro cafés edulcorados con 15 azucarillos? Pues esto es lo que esconde una botella de los refrescos con alto contenido en cafeína que triunfan entre los adolescentes.
¿Daría a su hijo cuatro cafés edulcorados con 15 azucarillos? Pues esto es lo que esconde una botella de los refrescos con alto contenido en cafeína que triunfan entre los adolescentes.
En Reino Unido está a punto de cumplirse una amenaza que lleva meses gestándose. Se va a prohibir el consumo de las llamadas «bebidas energéticas» a menores de 16 años. Se trata de una de las medidas más visibles del plan de combate contra la obesidad infantil y juvenil puesto en marcha por el Gobierno de Theresa May.
La nueva normativa incluye otras iniciativas como la prohibición de publicitar alimentos relacionados con la obesidad a determinadas horas y en determinados medios de comunicación y el control de la venta de golosinas y refrescos en las líneas de caja de los supermercados.
Las autoridades sanitarias británicas se han tomado muy en serio la dieta de sus jóvenes y, para empezar le han puesto coto a uno de los productos alimenticios más controvertidos, las llamadas bebidas energéticas. Según datos del Ministerio de Sanidad británico, uno de dada cuatro niños de entre seis y nueve años han consumido alguna vez estas bebidas que contienen grandes cantidades de azúcar y dosis de cafeína no compatibles con esa edad.
A medida que la edad aumenta, la penetración de estos productos también es mayor. La Agencia Europea del Seguridad Alimentaria reconoce que el 68 por 100 de los adolescentes del continente toman alguna vez este tipo de bebida. En la edad adulta el consumo vuelve a descender hasta el 30 por 100.
La clave para entender por qué estas bebidas están ahora en el punto de mira de las autoridades sanitarias reside en su composición. Fuentes de la Sociedad Española de Endocrinología advierten que estas bebidas contienen mayor cantidad calórica y de cafeína que un refresco de cola azucarado normal. El exceso de consumo de azúcares, cafeína y otros componentes como la taurina podría tener efectos perniciosos sobre la salud cardiovascular de los más jóvenes.
Hay que tener en cuenta que una sola lata de bebida energética de algunas marcas encontradas en el mercado contiene una cantidad de cafeína equivalente a cuatro tazas pequeñas de café, cuatro latas de cola o seis tazas de té. Aunque la formulación de estos productos es muy variable. En España, por el momento, únicamente se obliga a los fabricantes a que si sus bebidas tienen más de 150 miligramos de cafeína por litro, incluyan una advertencia en el etiquetado en la que se mencione el «elevado contenido de cafeína».
Numerosos estudios han tratado de cuantificar qué daños se producen realmente cuando se somete al cuerpo a este exceso de cafeína. El último de ellos se ha hecho público en Canadá. Investigadores de la Universidad de Waterloo han encuestado a 2.055 personas de entre 12 y 14 años. El 74 por 100 había consumido alguna bebida energética a lo largo de su vida. De entre ellos, el 54 por 100 declaró haber tenido algún problema de salud. Una cuarta parte de las personas con problemas de salud más o menos graves experimentó taquicardias y el 18 por 100 grandes dolores de cabeza.
El estudio ha sido muy polémico porque en realidad no refleja más que una tendencia estadística no fácilmente atribuible al mero consumo de estos productos. Pero el autor principal del mismo, el profesor David Hammond, de la Escuela de Salud Pública de la citada Universidad, lo defiende: «La prevalencia estadística de patologías en una población tan joven llama la atención. Al menos debería hacernos plantear si es necesario revisar drásticamente este tipo de consumo».
En adultos sanos se considera que un consumo moderado de cafeína no debe exceder los 300 o 400 miligramos diarios (según la Agenica Europea de Seguridad Alimentaria). Según la marca, las bebidas energéticas presentan rangos de entre 12 y 150 miligramos por lata. Es decir, en algunos casos, una sola lata ya supone casi la mitad del consumo máximo recomendado de cafeína.
Es obvio que una persona adulta puede mantener los niveles de cafeína por debajo de lo recomendado a pesar de beber bebidas energéticas. El problema llega cuando este consumo, sobre todo en población joven, se combina con otros. Por ejemplo, con refrescos de cola (que tienen también cafeína), té, café y alcohol. La combinación de estos elementos puede provocar ciertos desarreglos cardiovasculares en la población más joven. De hecho, la Asociación Nacional de Bebidas Refrescantes en España (ANFABRA) es muy clara al respecto: «Estas bebidas llamadas energéticas están orientadas al consumo por adultos». Según el último informe del Observatorio Español de la Droga y las Toxicomanías, el 40 por 100 de los jóvenes entre 14 y 18 años asegura haber tomado una en el último mes.
De ellos, el 14,3 por ciento confiesa que ha mezclado estas bebidas con alcohol en los últimos 30 días. Este «cocktail» es especialmente atractivo para los chicos, de entre 17 y 18 años, de los cuales 1 de cada 5 admitie haberlo tomado recientemente. Y más aún: dos de cada tres que jóvenes que han tomado cocaína, la han combinado con estas bebidas energéticas.
Un estudio del Hospital Henry Ford de Detroit ha encontrado cierta relación entre el consumo de estas bebidas y el aumento de hasta un 7 por 100 de la frecuencia cardiaca. En condiciones normales, este aumento no tiene por qué ser preocupante. Pero en casos especiales (deportistas, mujeres embarazadas, enfermos crónicos y niños) podría suponer algún riesgo de provocar ciertas atologías. Precisamente, el Colegio Americano de Medicina Deportiva ha actualizado sus recomendaciones nutricionales para advertir que «nuestra revisión de las evidencias científicas actuales nos muestra que las cantidades excesivas de cafeína encontradas en la bebidas energéticas pueden tener efectos adversos en la salud cardiovascular, neurológica y gastrointestinal».
La institución deportiva muestra su preocupación no solo por la cafeína. Existen docenas de compuestos como vitaminas, proteínas, minerales, aminoácidos y mezclas herbales que pueden provocar efectos a largo plazo y que estas bebidas también contienen. Aunque se reconoce que estos llamados refrescos tienen en algunos casos un efecto potenciador de la actividad física, se desconocen las consecuencias a largo plazo de su uso excesivo. El colegio recomienda moderación incluso a los deportistas.
¿Y qué pasa con el azúcar? Estas bebidas contienen unos 75 gramos por cada medio litro: el triple de todo el azúcar diario recomendado por la Organización Munidal de la Salud. Para hacerse una idea, 75 gramos es la cantidad equivalente a 15 sobrecitos.
El Reino Unido, como antes hizo Canadá, ha dado un paso más. La futura prohibición de consumo de estas bebidas en menores promete ser polémica, pero ya tiene algún que otro país esperando a la cola.
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