Derecho a la vida

¿Cansa vivir cien años?

Solicitar la muerte por hastío vital como hizo el científico de 104 años no es un deseo extendido entre los mayores, apuntan los expertos. «Pese a que perdí a mi hija, la vida siempre merece la pena», rebate una española centenaria

¿Cansa vivir cien años?
¿Cansa vivir cien años?larazon

Solicitar la muerte por hastío vital como hizo el científico de 104 años no es un deseo extendido entre los mayores, apuntan los expertos. «Pese a que perdí a mi hija, la vida siempre merece la pena», rebate una española centenaria.

En 2016 el profesor David Goodall logró movilizar a la opinión pública australiana para que la universidad en la que llevaba ejerciendo desde hace más de dos décadas no le mandara a casa. A sus 102 años, le pidieron que no se trasladara más a su campus alegando riesgos para su seguridad. Cada día debía recorrer más de 90 kilómetros, pero eso no era impedimento para Goodall. «Prefiero estar en el campus porque hay gente alrededor», explicó. Su caso despertó conciencias y la presión social hizo que la universidad le asignase una facultad más cercana. Dos años después, este científico copa titulares por todo lo contrario. Se ha rendido. Tiene 104 años y más allá de los problemas propios de la vejez, su salud es óptima. Pero querer morirse. Ha solicitado el suicidio asistido en Suiza –único país en el que está legalizado– porque, dice, «no soy feliz». «Quiero morirme, no es particularmente triste», declaró.

Desde la Asociación Española de Psicogerontología perciben que, al menos en nuestro país, el deseo de morir por hastío vital «no es un sentimiento frecuente en personas mayores». «Puede manifestarse en aquellas que sufren enfermedades graves, o en ancianos que viven en residencias con una reducida red de apoyo, sin interés en las actividades lúdicas del centro, y también entre los que han sufrido pérdidas familiares», puntualizan.

«Pues yo nunca me he aburrido de la vida», rebate María de los Ángeles Moreno. Y eso que ha vivido mucho, casi 100 años. Hasta hace bien poco se apañaba por sí sola, «vivía en mi casa, en Madrid, pero tuve que venirme a Valencia el año pasado». Sus problemas de rodilla –tiene prótesis en las dos– ya no le permiten manejarse con soltura y sus familiares temen una caída. Así que «ahora vivo con mi hija María Elvira y no me deja hacer nada, ¡ni pelar patatas!», cuenta entre risas. Si se le pregunta el secreto de su longevidad, responde que no lo hay, si acaso «una buena herencia genética, algo de sentido del humor y, sobre todo, mi familia». Tiene 18 nietos y 22 bisnietos, que son los que «le dan sentido a todo». Aunque admite que «desde que se murió mi hija Susana estoy muy triste». Pese a todo, asegura, «siempre merece la pena vivir». Por eso, cuando escuchó el caso del científico australiano se llevó las manos a la cabeza. Primero, por sus convicciones religiosas –«uno se muere cuando Dios quiere»– y, segundo, porque está convencida de que siempre quedan cosas por hacer, «por muy mayor que seas». «Puedes dar ejemplo, ayudar a la gente de tu alrededor, dar consejos... es verdad que yo antes salía mucho, ahora estoy más limitada, tengo que utilizar silla de ruedas fuera de casa, pero me adapto». La verdad es que no se pierde una, «este fin de semana tengo el bautizo de un bisnieto y la semana siguiente una comunión». Y en el día a día, intenta mantenerse ocupada: «Es la clave», admite. «Yo estaba acostumbrada a llevar mi casa, con cinco hijos no paraba. Ahora intento coser, me gustaba más hacer punto pero me duelen los brazos, aunque me preocupo por hacer algo». También echa en falta su grupo de amigas, porque «nos llegábamos a juntar hasta 16». «Es necesario conservar las amistades para no deprimirte», si bien reconoce que «según vas cumpliendo años se complica».

Lo cierto es que no todas las personas que superan el siglo –en España ya son más de 17.400– cuentan con una red de apoyo como la de María de los Ángeles. Ni tampoco con esa lucidez y ese buen estado de salud. Unos factores esenciales –apunta el experto en psicogerontología y psicología positiva Juan Castilla–, para que no aparezca el hastío en la vejez. «El instinto de supervivencia hace que las personas no quieran morirse independientemente de la edad». No obstante, advierte de que casos como el del Goodall podrían multiplicarse. Primero porque la esperanza de vida va en aumento. Si ahora vivimos de media en España 83 años, hacía el 2050 los expertos vaticinan que sobrepasaremos los 100. «Y los problemas que ahora acucian a los mayores, si no se buscan soluciones, serán la tónica general». Se refiere Castilla, en primer término, a la soledad. En España, 4,6 millones de personas viven solas y la mayoría, casi un 42%, son ancianas. «Si es buscada puede ser positiva, si no, es durísima». Y en segundo lugar, afirma, «no nos preparan para la jubilación». «Cuando se estableció la edad de retiro pocos llegaban, ahora se jubila casi todo el mundo. A los 65 años pasamos de repente a tener 16 horas libres durante alrededor de 20 años. Si no se cuenta con una red familiar, ni nada que nos motive para llenarlas aparece la depresión». «Es un tema que nos deberíamos plantear de forma urgente, porque la sociedad cada vez está más envejecida y situaciones como las del científico van a ser mas frecuentes», alerta.

Holanda se ha adelantado a este escenario y su gobierno planea extender la eutanasia a aquellas personas mayores que consideren que su vida «ya no tiene más recorrido». Una solución que María de los Ángeles ni se plantea en los más recóndito de su muerte. Ahora está ocupada en encontrar un sitio donde quepa toda su familia para celebrar que sigue viviendo. En menos de un mes cumplirá los 100.