Investigación científica

Antioxidantes, ¿un enemigo de la lucha contra el cáncer?

El premio Nobel James Watson cuestiona las terapias actuales. «Criticarlas es precipitado», dicen los oncólogos

Antioxidantes, ¿un enemigo de la lucha contra el cáncer?
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Palabra de Watson. Y una vez más, con polémica. El que fuera descubridor de la molécula de ADN y premio Nobel de Fisiología y Medicina ha puesto en entredicho las más avanzadas terapias contra el cáncer. Lo que iba a ser en principio un artículo sobre el papel de los oxidantes y antioxidantes en los cánceres considerados incurables –especialmente en la crítica etapa de la metástasis– ha pasado a ser un canto a la desesperanza. En el texto, publicado en «Open Biology», James D. Watson prevé que en 10 años el cáncer, al menos en su etapa final, podría «ser tan incurable como lo es hoy». Además, estima que «100 millones de dólares no van a producir los medicamentos que necesitamos», en referencia al presupuesto del proyecto Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA) del National Cancer Institute (NCI). De hecho, considera necesaria una inversión no menor a los 500 o 1.000 millones de dólares –entre 383 y 766 millones de euros al cambio–.

Las palabras más controvertidas han ido dirigidas hacia las terapias personalizadas basadas en el estudio genético del paciente, consideradas uno de los grandes avances contra los tumores. El biólogo cree que son «herramientas mucho menos importantes para la medicina del futuro de lo que los periódicos nos llegan a hacer creer». Y también ha criticado el uso de antioxidantes. Incluso en la prevención, si bien su eficacia en este sentido ha sido probada. Así, dice que no han «mostrado eficacia en la prevención del cáncer gastrointestinal ni en la mortalidad». Incluso «parecen acortar un poco la vida de aquellos que los toman». De hecho, «los arándanos pueden comerse por su buen sabor, no porque reduzcan el cáncer».

Sus palabras no han pasado desapercibidas para la comunidad científica. «Las terapias personalizadas acaban de empezar, hay poquísimos quimioterapéuticos "personalizados", y, en general, se han ensayado en pacientes con enfermedad muy avanzada», explica a LA RAZÓN Manuel Serrano, jefe del programa de Oncología Molecular del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Para Serrano, «es cuando menos precipitado criticar» estas terapias. Primero, «porque todos los avances necesitan tiempo para dar la verdadera medida de su utilidad». Segundo, «porque mientras las terapias clásicas no resuelvan todos los problemas, es un imperativo buscar alternativas». Y, por último, porque «hay ya ejemplos de terapias personalizadas con resultados muy esperanzadores».

Eficacia

«Las terapias personalizadas incrementan la eficacia de los tratamientos. Se ha probado en múltiples ensayos clínicos en fase III y meta-análisis», afirma Alfredo Carrato, jefe del Servicio de Oncología Médica del Hospital Ramón y Cajal. Y es que «se puede decir que no curan un cáncer metastásico, pero incrementan la calidad de vida y la supervivencia del paciente de forma significativa». De hecho, la supervivencia media, por ejemplo, de un paciente con cáncer de cólon, se incrementa de 12 a más de 24 meses. «Lo mismo sucede en el cáncer de mama metastásico, donde la supervivencia se puede multiplicar por dos o tres». Y un buen ejemplo es también el cáncer de riñón: «Hemos pasado de no tener nada específico a un tratamiento con antiangiogénicos e inhibidores m-tor, que ha marcado un antes y un después en las posibilidades terapéuticas y de supervivencia». Por ello, cree que una opinión como la de Watson «genera alarma y polémica». «Los tratamientos son una opción importante de futuro del tratamiento contra el cáncer», concluye.

En lo que respecta a los antioxidantes, quizá Watson puede albergar algo más de razón. «Su efecto en el cáncer ha sido estudiado muy extensamente, con datos muy poco concluyentes», dice Serrano. Y es que «cuando se ha detectado algún efecto, ha sido más bien pro-carcinogénico». De hecho, se han llegado a suspender ensayos «porque inducían cáncer de pulmón. En este sentido, Watson ha ratificado algo que ya se sabía».

Carrato explica que «los antioxidantes disminuyen los radicales libres, que actúan provocando lesiones en el material genético». Y estas lesiones, «si no se reparan, al cabo de décadas, pueden acabar provocando cáncer». Por ello, «los estudios epidemiológicos confirman el valor preventivo de los antioxidantes en el cáncer».