Historia
La enfermedad rara que mató a la momia
La «momia de Guano», en Ecuador, podría ser el eslabón perdido que permita comprender la expansión en Europa de la poliartritis reumatoide, según un estudio
La «momia de Guano», ciudad situada en el centro andino de Ecuador, podría ser el eslabón perdido que permita comprender la expansión en Europa de la poliartritis reumatoide, según unos primeros estudios, en Quito, del científico francés Philippe Charlier.
De 42 años, Charlier especializado en el análisis de vestigios humanos antiguos y momias, ha participado en proyectos de investigación de los restos de Adolf Hitler, en Moscú, así como en estudios de los restos de Juana de Arco y la reconstitución del rostro de Maximilien Robespierre, entre otros.
Charlier llegó esta semana a Ecuador para estudiar la llamada «Momia de Guano» y en su primer acercamiento el martes detectó que los restos tenían deformaciones en dedos de manos y pies, típico de la poliartritis reumatoide.
«Es una enfermedad originaria de América Latina y este puede ser el caso más antiguo descubierto con esta enfermedad», cuyo origen puede ser algo genético o infeccioso, dijo a Efe.
Y por ello, esta momia puede ser el «eslabón perdido que nos permita conocer mejor el origen y la historia natural de esta enfermedad», que llegó a Europa a través de los conquistadores.
Estudios determinan que en la época de la conquista había «muchísimos» casos de poliartritis reumatoide en América y en paralelo «rarísimos» casos en Europa y Asia, comentó.
«Vamos -agregó- a buscar la confirmación de la enfermedad y estudios genéticos para conocer la región de origen del hombre, por qué desarrolló la enfermedad y qué otras enfermedades tuvo que pudieron favorecer el desarrollo de la poliartritis reumatoide».
Durante 45.000 años Europa y América evolucionaron de forma paralela, así como las enfermedades y «este hombre corresponde posiblemente a un momento en el que los dos mundos se encontraron e intercambiaron los gérmenes», sostuvo.
Con sus estudios, Charlier intentará corroborar si efectivamente se trata de los restos del franciscano español Fray Lázaro de Santofimia de unos 45 años (siglo XV o XVII), hallados entre las paredes del antiguo convento de la Asunción que cuidaba.
Bajo la batuta del francés, se harán tomografías, análisis de muestras de cabello, genéticos, fibroscópicos y toxicológicos para determinar también las formas de vida del siglo XVI en la provincia andina de Chimborazo.
A tenor de una fístula de unos seis milímetros en el mentón, que corresponde a la salida de pus de un absceso voluminoso a nivel de la mandíbula, el experto concluyó que un problema dental fue la causa de la muerte.
Estudio que profundizará con varios análisis, entre ellos las tomografías realizadas el martes en la Universidad San Francisco de Quito (USFQ).
Con esas primeras imágenes se puede reconstruir al individuo y desde allí hacer modelos en tres dimensiones y confirmar diagnósticos, explicó a Efe María Ordóñez, investigadora de la USFQ.
La momia está extendida en cúbito dorsal (boca arriba), con la cabeza semi inclinada hacia adelante, tiene los brazos cruzados y se puede, incluso, ver parte de la piel momificada y de los huesos expuestos, sobre todo de las piernas.
Con el escáner descubrieron que la momia conserva el cerebro, seco sobre un costado, el corazón, parte del pulmón, los riñones, la próstata.
Para el experto francés -que llegó a Ecuador por gestiones de la Alianza Francesa- la momia puede ser también el eslabón perdido de otras enfermedades, lo que le sorprendió de «muy buena manera».
De 156 centímetros, con ancho de tórax de 36 centímetros y cabeza de 32 centímetros, la momia fue hallada en 1949 mientras se removían los escombros de un terremoto y por su estado natural de momificación se convirtió en el primer cadáver en su tipo.
Junto a ella hallaron una pequeña rata con cola larga, que se momificó de forma natural, y también la estudiarán para determinar las enfermedades que pudo transportar ayudada por las pulgas.
Director de investigaciones y de estudio del Museo Quai Branly (París) -un referente en los museos etnográficos del mundo-, Charlier se declaró sorprendido por el «excelente» estado de conservación de la momia, y aseguró que en su institución «no podrían haberlo hecho mejor».
Con su mirada de médico legista, de arqueólogo-antropólogo considera que la momia es como una ventana que se puede abrir al pasado y permite «con toda objetividad» conocer las condiciones de vida a la población pasada, causas de muerte, medicamentos usados.
«Es como si ha salido del siglo XV o XVII para dejarnos un mensaje: aquí está mi historia, mi vida», comentó Charlier, que sucribirá con el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural un convenio para continuar con el estudio de la momia y otros restos en para tratar de entrar por esa ventana al pasado para entender mejor el presente. EFE
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