Arqueología
La tecnología llegó al Paleolítico por innovación, no por una «invasión»
El análisis de unos utensilios de piedra hallados en un yacimiento de Armenia ha demostrado que el desarrollo de las herramientas líticas talladas en el Paleolítico medio es resultado de una evolución local y no de una «invasión» tecnológica de los pobladores africanos que emigraron a Europa.
Hasta ahora, se pensaba que la tecnología Levallois (asociada al Paleolítico medio) había sido inventada en África y trasladada a Euroasia con la expansión de las poblaciones humanas que emigraron hacia el norte.
Sin embargo, un estudio internacional dirigido por el profesor de Antropología de la Universidad de Connecticut, Daniel Adler, y publicado hoy en Science, concluye que la tecnología Levallois ya se usaba fuera de África antes de la llegada de estos hombres.
Para el trabajo se estudiaron miles de herramientas de piedra extraídas del yacimiento armenio Nor Geghi 1, un sitio único conservado entre dos coladas de lava de entre 200.000 y 400.000 años de antigüedad.
Utilizando técnicas de microestratigrafía, los investigadores estudiaron en detalle del sedimento del yacimiento y determinaron que las herramientas de piedra encontradas en él tenían entre 325.000 y 335.000 años de antigüedad.
«El objetivo era hacer un estudio muy detallado del sedimento para, en primer lugar, garantizar que estábamos viendo algo que está 'in situ', es decir, que los utensilios fueron depositados aproximadamente en el mismo sitio en el que los encontramos, y a partir de ahí, obtener información paleoambiental», explica en declaraciones a Efe la coautora del estudio Carolina Mallol, del Departamento de Geografía e Historia de la Universidad de La Laguna (Tenerife).
Tras este análisis, los científicos concluyeron que el sedimento correspondía al suelo de «una superficie estable y con vegetación y de un periodo interglacial, cuando el clima de la región era parecido al de hoy en día», comenta Mallol.
De este lugar, los arqueólogos extrajeron miles de herramientas líticas asociadas a una tecnología achelense, una talla bifacial típica del Paleolítico inferior, pero en ese mismo nivel, «íntimamente mezclado en el mismo nivel representativo de esta superficie estable, se encontraron herramientas de la tecnología Levallois, una técnica propia del Paleolítico medio».
«En la técnica achelense, la roca se talla para lograr una herramienta (un hacha de mano o bifaz) y las lascas se desechan, mientras que en la Levallois, se usa la piedra para configurar un núcleo a partir del cual se extraen lascas preconfiguradas, que son el producto deseado y que se utilizan como cuchillos para cortar materiales blandos (piel, madera...)», precisa la investigadora.
Al encontrar en el mismo sitio útiles de ambas tecnologías, «planteamos que la tecnología Levallois no fue traída por grupos humanos desde África, sino que hubo una continuidad de una técnica a otra, una evolución tecnológica local».
De hecho, añade la científica, «junto a esos dos grupos tecnológicos se ha documentado uno tercero que no es el auténtico Levallois, sino un paso intermedio», una talla que no llega a tener las características morfológicas estandarizadas de esta tecnología más avanzada, y que tampoco es puramente bifacial, sino que «podría representar un paso intermedio entre ambas técnicas», asegura.
A partir de este hallazgo y de acuerdo con la comparación de los datos arqueológicos de yacimientos de África, Oriente Medio y Europa, los investigadores concluyeron que esta evolución tecnológica fue gradual e intermitente, es decir, que «la tecnología Levallois evolucionó a partir de la tecnología bifacial en diferentes lugares y momentos», explica Adler.
Asimismo, el estudio demuestra que para aprovisionarse de materiales, estos hombres se movían en distancias superiores a los cien kilómetros, «algo que no es habitual hasta el Paleolítico superior», según Mallol.
«El estudio de las fuentes líticas de obsidiana a partir de análisis geoquímicos realizados para este artículo concluyen que los artefactos hallados fueron extraídos a 120 kilómetros del yacimiento, no más cerca, donde las piedras tenían otra composición», aclara la investigadora.
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