Universidad
Logran revertir síntomas del autismo en ratones
Hallada la relación entre un gen vinculado con el deterioro de los canales neuronales y el desarrollo del trastorno neurológico.
Hallada la relación entre un gen vinculado con el deterioro de los canales neuronales y el desarrollo del trastorno neurológico.
El autismo no es una enfermedad. En realidad, es una condición anómala del desarrollo neuronal que tiene muchas caras. Se denomina Síndromes del Espectro Autista a un grupo heterogéneo de desórdenes que modifican la función de la comunicación, el lenguaje, el comportamiento o el aprendizaje en ciertas personas.
Por eso es tan difícil encontrar una causa común, única, un objetivo al que atacar terapéuticamente. Se especula con la existencia de una gran variedad de posibles perturbaciones en el desarrollo del cerebro que están relacionadas con factores genéticos.
El problema es que los estudios realizados hasta ahora arrojan cientos de posibles genes candidatos a provocar esas perturbaciones. De momento, la ciencia sigue realizando un estudio pormenorizado de todos ellos y tratando de desentrañar las bases moleculares de su acción.
La edición de ayer de la revista «Science» recoge dos nuevos avances importantes precisamente en este terreno.
El primero de ellos, y más importante, es el hallazgo de una relación entre el gen SHANK3 y el desarrollo de algún tipo de autismo. En concreto, este gen podría estar relacionado con el deterioro de los canales neuronales (las redes de conexión por las que se transmite la información cerebral). Hasta ahora se sabía que una mutación de este gen producía defectos en la excitabilidad de las neuronas, pero se desconocía por qué.
Los autores de este trabajo han descubierto que una aberración cromosómica sencilla ligada a este gen no sólo está relacionada con enfermedades como el síndrome de Phelan-McDermid (una enfermedad rara que provoca retraso en el desarrollo de algunas funciones como el habla) sino que también coexiste en algunos autismos. El funcionamiento de las neuronas depende de un cuidado equilibrio entre las sustancias neurotransmisoras que sirven para llevar la información de unas a otras. Se ha descubierto que las deficiencias del gen citado producen desequilibrios en este complicado cóctel de proteínas. En ratones de laboratorio en los que se había desactivado el gen se detectó una evidente disminución en la producción de proteínas necesarias para la correcta función sináptica (la comunicación entre neuronas). Pero este hallazgo no es nuevo. Ya se conocía bien la relación entre este gen y algunos síndromes. Lo que resulta realmente revolucionario es que los autores de este estudio han podido intervenir en el proceso. Es decir, confirman que los defectos en el desarrollo neuronal propios del autismo no tienen que ser necesariamente permanentes.
Anteriormente se había descubierto que la reactivación de un gen relacionado con la proteína MECP2 generaba evidentes mejoras en el comportamiento de ratones que modelizaban el síndrome de Rett (otra enfermedad del desarrollo neuronal). Otros estudios sugieren que ratones que simulan síndromes del espectro autista mejoran cuando se activa la proteína TSC1.
Ahora se ha podido demostrar que pequeñas moléculas que activan la proteína AKT o inhiben la proteína CLK2 pueden ser usadas para ajustar la actividad comunicativa entre las neuronas de ratones con síndromes equivalentes al autismo. De hecho, los investigadores han podido revertir molecularmente y celularmente los efectos del autismo sobre la conexión neuronal en ratones.
En concreto, utilizando componentes moleculares se ha vuelto al estado de equilibrio de los canales de comunicación entre neuronas y ha aumentado la densidad de las espinas dendríticas, es decir, de las ramificaciones minúsculas en los extremos de las neuronas donde se producen las sinapsis (las conexiones para trasmitir información).
Dicho con otras palabras, ha mejorado la fluidez química y física de la información entre neuronas.
El paso se ha producido, obviamente, sólo en ratones. Pero no deja de se una puerta abierta al sueño de encontrar una diana concreta a la que se pueda atacar en el futuro con fármacos que reviertan el autismo.
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