Investigación científica
Reeducar a células para curar corazones
Por primera vez se convierte tejido de la piel en tejido cardiaco sin manipular su ADN
Por primera vez se convierte tejido de la piel en tejido cardiaco sin manipular su ADN
Descubrir que las células humanas pueden reprogramarse, es decir, que la ciencia puede cambiar su destino a voluntad y convertirlas en algo para lo que no habían nacido es uno de los mayores avances en la historia de la biología médica. Se trata de «reeducar» a un grupo de células determinado para que realicen una tarea concreta. Por ejemplo, hacer que células de la piel se conviertan en células del tejido cardiaco y reparen un corazón infartado. Fascinante. Pero nada nuevo. Desde hace décadas se puede reprogramar una línea celular mediante ingeniería genética. Basta con conocer las claves del ADN que le enseñaron a cumplir su misión y cambiarlas por otras instrucciones.
Lo que resulta especialmente sorprendente y novedoso es que, tal como publicaba ayer la revista «Science», sea posible realizar esa conversión sin necesidad de manipular los genes, simplemente sometiendo a la célula a un baño en una sopa de productos químicos.
Un equipo de científicos del Centro Roddenberry para el estudio de las Células Madre y la Medicina, perteneciente a los Institutos Gladstone, consiguió modificar la función de un grupo de células de la piel humana para convertirlas gradualmente en células del cerebro y del corazón. Para ello, se ha utilizado un cóctel de nueve sustancias químicas que permiten activar un doble proceso. Primero, convierten la célula específica de la piel en una célula similar a las células madre pluripotentes (es decir, aquellas que todavía no se han diferenciado y pueden convertirse en cualquier cosa y que abundan, por ejemplo, en el embrión de cualquier animal). El segundo paso consistió en convertir esas células pluripotentes en un tipo de célula diferente al original que pudiera servir para funcionar en un órgano determinado. Con este sistema, lograron que el 97 por ciento de las células de la piel modificadas comenzaran a latir (como si fueran células de un corazón). Además, respondieron a la estimulación hormonal y a ciertas moléculas del mismo modo que lo haría una célula cardiaca. Habían «olvidado» que eran piel y se habían «creído» que eran tejido del corazón. No sólo eso, sino que, cuando se traspasaron estas nuevas células a una muestra de tejido cardiaco, anidaron y funcionaron correctamente en él. En otro estudio también publicado ayer por la revista «Cell Stem Cell», los mismos investigadores relatan cómo han sido capaces de crear células neuronales a partir de la piel de ratones usando el mismo procedimiento. El trabajo duró diez días, durante los cuales el cóctel químico cambió la identidad de las células epiteliales, desactivó todos los genes que las identifican y activó otros genes propios de una célula madre neuronal. Éstas pudieron autorreplicarse, lo que significa que podrían usarse para regenerar tejidos dañados. El avance tiene una importancia histórica en el estudio de la medicina regenerativa. Uno de los mayores problemas a los que se enfrenta esta disciplina es el riesgo médico y ético de la manipulación de genes humanos. Para reprogramar una célula hay que insertar genes ajenos que cumplan una función determinada. En algunos casos, la reprogramación se realiza con células embrionarias. Además, no existe todavía mucha certeza sobre los posibles riesgos derivados de esta suerte de modificación del ADN. Pero esta nueva técnica permite adormecer los genes presentes en la célula que no interesan y despertar los que sí interesan. En el futuro, podría usarse el procedimiento para regenerar de manera rápida y segura tejidos dañados por un infarto, por un ictus o por una enfermedad neurodegenerativa.
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