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«Ana Botín nadaba entre tiburones y su padre lo sabía»

Publica la biografía de la presidenta del Banco Santander, la mujer «más poderosa de España»

A Samboal le gusta echar un vistazo a las primeras ediciones de la prensa escrita a las doce de la noche, a veces hasta muy tarde, mientras que por la mañana desayuna leyendo los digitales. Asegura que suele leer todos los periódicos, entre ellos LA RAZÓN, del que destaca las secciones de Nacional y Opinión. Aunque prefiere el papel para poder subrayar y recortar, admite que cada vez usa más el formato electrónico.
A Samboal le gusta echar un vistazo a las primeras ediciones de la prensa escrita a las doce de la noche, a veces hasta muy tarde, mientras que por la mañana desayuna leyendo los digitales. Asegura que suele leer todos los periódicos, entre ellos LA RAZÓN, del que destaca las secciones de Nacional y Opinión. Aunque prefiere el papel para poder subrayar y recortar, admite que cada vez usa más el formato electrónico.larazon

«La llamaron Ana por su abuela paterna. Patricia lo hereda de una de las hermanas de su madre. Pero a ella le gusta que la llamen Ana, solo Ana». Y hoy es la mujer «más poderosa de España».

«La llamaron Ana por su abuela paterna. Patricia lo hereda de una de las hermanas de su madre. Pero a ella le gusta que la llamen Ana, solo Ana». Y hoy es la mujer «más poderosa de España». Así empieza «Ana Botín, nacida para triunfar. La reina de la banca» (La esfera de los libros), una biografía no autorizada («no hubo manera de hablar con ella») en la que la periodista Ana Samboal entra en la vida de la presidenta de Banco Santander, la mayor entidad de la eurozona.

–¿Cómo es Ana Botín?

–Una de las personas más poderosas de España y de Europa, con acceso a casi todos los resortes del poder, no sólo en nuestro país sino a nivel internacional. Es muy trabajadora, ambiciosa y no para mal, con un humor muy británico y muy familiar.

–¿En qué se parece a su padre?

–Son exactamente iguales, aunque según su madre le hace mucha ilusión cuando le dicen: «Oye, Ana, te pareces a tu madre». Los dos son tímidos, vocacionalmente banqueros, ambiciosos. Uno de los directivos del banco dice que Ana es Emilio pero en chica. Emilio y más, pero en chica.

–¿En que se diferencian?

–Cada uno es un producto de su tiempo. Los profesionales de hoy no son iguales que los de hace 30 años. Su padre es de la generación que hizo la Transición. Ella es de otra en la que los que han podido han estudiado fuera, más cosmopolita, con relaciones profesionales basadas en un trato más profesional, menos por amistades.

–¿Ha llegado hasta donde ha llegado sólo por méritos propios o era inevitable que fuese presidenta del banco?

–Decir que es todo mérito propio... ¿Una persona que hubiera seguido esa misma trayectoria habría llegado a ser presidente? A lo mejor sí, pero ¿alguien que nace en los años 60 en España podía estudiar en colegios internacionales, idiomas, tener acceso a las mejores universidades de EE UU, convertirse en presidenta de Banesto? Ella ha recibido todas esas oportunidades. Eso le viene dado por ser quien es, pero también Ana busca esas oportunidades. Emilio Botín quiere que su hija sea presidenta y le diseña un recorrido para que lo sea. La formación la tiene, pero ahora la prueba de fuego es ésta, la presidencia del Santander.

–¿Le han echado alguna vez en cara ser la hija del presidente?

–Directamente no, pero sí en los periódicos. Su padre mandaba mucho y era terriblemente duro con Ana. Hay una situación muy complicada cuando la echa del banco [en 1999, después de anunciarse la fusión del Santander con el Central Hispano, Ana Botín sale precipitadamente del banco tras una entrevista en la que se la presentaba como la heredera del nuevo gigante bancario]. Gracias a esa exigencia continua de su padre, es hoy quien es. Una persona muy cercana a ella dice que Ana nadaba entre tiburones.Y su padre lo sabía y exigía a los demás que fueran muy duros con ella.

–Quería ser periodista.

–Cuando era muy joven quería ser periodista o espía. Cuentan que fue su abuela quien la disuadió: «Hija, los periodistas se mueren de hambre», le dijo.

–¿Le ha pesado el hecho de ser mujer en el mundo de la banca?

–No, pero sí ha condicionado a los que están a su alrededor. Ha recibido críticas y tenido que demostrar algunas cosas ante los demás que si hubiera sido un hombre no habría tenido que hacer.

–¿Por qué se ha distanciado tanto de la cúpula de su padre?

–La relación con él en los últimos años fue muy difícil. Había mucha distancia entre ellos. Segundo, porque algunos eran personas muy mayores y ella tenía que rejuvenecer el banco. También había otros con los que tenía diferencias. Y después, porque entiende que el Santander no es un banco español con proyección global sino una multinacional y los directivos deben tener ese perfil. Ella llega y tiene que poner a su equipo, a su gente de confianza, como hacen todos los presidentes. Gente que le deba el puesto a ella. Y decir a toda la organización «ahora mando yo, yo tomo las decisiones y ésta es la gente a la que he puesto».

–¿Hay algo de Ana Botín que sorprendería conocer?

–Fue ella la que llamó por teléfono desde Nueva York a su marido, entonces novio, para decirle que se casara con ella. El golf es su pasión pero también una forma de educarla y forjar su carácter. Es una gran admiradora de la música clásica y le gusta leer Física e Historia. Y no te imaginas que la presidenta del Santander utilice para una gala un vestido que usó su madre hace 20 años.

–¿Terminará alguna vez la saga de los Botín al frente del Santander?

–Son los primeros accionistas, aunque su capital es cada vez más reducido. Los hijos de Ana se dedican a las finanzas, pero ya veremos. Si en algún momento un Botín de la siguiente generación optase a presidir el Santander no lo elegirán como a Ana. Será en un proceso más abierto, más competitivo, y en el que tendrá que demostrar que tiene tantos méritos o más que cualquier otro.