Ciencia Ficción
J.J. Abrams: siempre en busca de un enigma
Ser el director de «La guerra de las galaxias. El despertar de la fuerza» es la continuación natural de su carrera en la televisión después de «Perdidos», que cambió la historia de la industria audiovisual e internet
Ser el director de «La guerra de las galaxias. El despertar de la fuerza» es la continuación natural de su carrera en la televisión después de «Perdidos», que cambió la historia de la industria audiovisual e internet
Apenas han pasado un par de días desde el estreno de «La guerra de las galaxias: El despertar de la fuerza», y ya son muchos los que comentan que J.J. Abrams es lo mejor que le podría haber pasado a una de las sagas cinematográficas más existosas de todos los tiempos. La rotundidad de la afirmación depende de los gustos del espectador, pero lo que sí que parece claro, a la vista del currículum del creador nacido en Nueva York en 1966, es que su trabajo en la película forma parte de la evolución natural de su carrera. Porque si ahora puede presumir de contar en su cinematografía con producciones como «Star Trek» o «La guerra de las galaxias», hace algunos años le bastaba con presentarse como uno de los «padres» de «Perdidos».
Según recoge Toni de la Torre en el libro recientemente publicado por la editorial Timun Mas, «J. J. Abrams: La Teoría de la Caja», el creador descubrió el cine, como muchos otros jóvenes de su generación «con las películas de Steven Spielberg y George Lucas». Pero las creaciones de Abrams se distinguen por un ingrediente común: el misterio, que tiene que ver, más que con los reconocidos directores, con su infancia. El crítico de series catalán cuenta en su libro que, siendo todavía un niño, Abrams entró una tarde en Tannen’s Magic, una tienda de artículos de magia que todavía podemos encontrar en Nueva York. Allí su abuelo le compró una caja mágica, o lo que es lo mismo, una caja de cartón con un interrogante dibujado en un lateral. Ese interrogante describía la incógnita a la que se enfrentaba el comprador: desconocía lo que había en su interior.
- El misterio de la caja
Cuarenta años después Abrams sigue sin saber qué hay dentro de la misteriosa caja. «Y seguirá sin abrirla, porque mientras la caja siga cerrada el misterio se va a mantener vivo» señala De la Torre. Tal y como se recoge en el libro fue el propio creador el que, para explicar en una conferencia en 2007 su forma de entender la ficción habló de la caja y explicó que «ahora representa infinitas posibilidades, representa esperanza, representa algo potencial. ¿Y qué es una historia sino una caja que puede contener cualquier cosa?».
Para De la Torre, «la estructura narrativa de las ficciones de J. J. Abrams tiene como objeto la construcción de esta caja opaca en la que la dosificación de información juega un papel fundamental». Son muchos, porque no es algo nuevo, los creadores que se sienten atraídos por la idea de atrapar al espectador a través del misterio. Pero en Abrams el enigma principal en el que se centra la ficción va unido a otros interrogantes, que en mayor o menor medida tienen relevancia en el devenir de la trama. Sin embargo, tal y como señala el autor, «el mecanismo interno de la caja opaca está pensado para que la revelación de una respuesta no sea el fin del misterio de la ficción, sino que sirva para que el misterio sea todavía mayor».
El gusto de Abrams por la ocultación, unido a una época en la que las series empezaron a encontrar su lugar en los foros de internet, convirtieron las creaciones del guionista en el producto perfecto para despertar la curiosidad de los espectadores. Las dudas, las preguntas acerca de un personaje o una secuencia motivan a la audiencia a comentar la serie, a buscar a alguien con quién compartirla y, de ser posible, tratar de atraparle para la causa. Y así, «Perdidos», que comenzó siendo una historia sobre un grupo de supervivientes de un accidente de avión en una misteriosa isla, terminó convirtiéndose en un fenómeno mundial. Aunque fue más complejo de lo que parece.
- Reunión en Starbucks
Corría el verano de 2003 cuando Lloyd Braun, jefe de la división de entretenimiento de ABC, pasaba sus vacaciones en Hawái. Inspirado por la película protagonizada por Tom Hanks, «Náufrago», y el exitoso reality «Survivor», Braun trató de encontrar a alguien que diese forma a la idea central de la serie. Tras un primer intento fallido contactó con Abrams, que por aquel entonces trabajaba en la cadena en la serie «Alias». Por otro lado, el agente de Damon Lindelof contactó con él para decirle que había una oportunidad de que conociese al creador que tanto ansiaba, entre otras razones para trabajar en «Alias». Y ambos comenzaron a reunirse en un local de la famosa cadena de cafeterías Starbucks con la intención de dar forma a un proyecto que, a excepción de Braun, no despertaba el interés de la cadena.
Al contrario de lo que podría pensarse, tal y como explica el autor en su ensayo, después de que Abrams le expusiera a Lindelof su teoría de la caja, la estructura de «Perdidos» tomó forma. Pero no fueron los misterios en torno a los que giraría la ficción lo que causó a los guionistas más quebraderos de cabeza, ya que «en la concepción de la serie, los personajes siempre fueron el eje central, el motivo principal de preocupación». Por su experiencia previa en la ficción televisiva Abrams sabía que «sin unos personajes complejos con los que apelar al espectador e implicarlo en su historia no tenía serie».
Cuando el interés por la producción sobrepasó los foros de internet y llegó a los medios de comunicación J. J. Abrams logró acaparar el interés de la industria. Y tras «Perdidos» se convirtió en una especie de sello de calidad que despertaba por sí mismo el interés de la audiencia. Aunque no siempre ha logrado responder a las elevadas expectativas, tal y como recoge el libro en el que también se profundiza en sus intereses a la hora de plantear una ficción y en sus creaciones, Abrams ha conseguido en sus veinte años de carrera superar «las expectativas de cualquier creador televisivo». Algo que no está nada mal, teniendo en cuenta que todo empezó con una misteriosa caja de cartón.
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