Televisión

«True Detective»: vuelve la adicción hecha en serie

Canal + Series estrena el lunes la segunda temporada de esta ficción protagonizada por Colin Farrell y Vince Vaughn

Colin Farrell, en el papel del Detective Ray Velcoro
Colin Farrell, en el papel del Detective Ray Velcorolarazon

Primeras imágenes de la segunda temporada de «True Detective», con una cabecera que envalentona por su gran poderío visual rematada por la voz ronca y al ralentí de Leonard Cohen. Las escenas son adictivas, tan puñeteramente corrosivas que sabes que te vas a deslizar sin vulnerar tu voluntad por la pendiente de la dependencia. Ante los monumentos televisivos que está levantando Nic Pizzolatto sólo cabe hacerse una pregunta: ¿Qué tiene este hombre en la materia gris de su cerebro para crear universos narrativos tan complejos y desconcertantes? Pues más que gris, es una materia negrísima que recoge los entresijos más turbios del ser humano, esas cosas aparentemente pequeñitas –traumas de la infancia o de la madurez, que también se van acumulando– que modulan comportamientos antisociales y lesivos para los propios personajes, las principales víctimas de estas tramas nihilistas.

La voracidad por ver la segunda temporada de «True Detective» es tal que Canal + Series va a hacer un derroche televisivo. Para los que ya están fibrilando ante las expectativas que esperan ser colmadas, la madrugada del domingo al lunes, a las tres de la madrugada, coincidiendo con su estreno en la HBO, emitirá el primer capítulo en versión original subtitulada. Los que no quieran perdonar horas de sueño, podrán verla el lunes a las 22:30 horas.

Se cometería un error si se compara esta segunda temporada con la primera. Matthew McConaughey y Woody Harrelson ya forman parte del pasado. Igual que Louisiana. Cambian el escenario y los personajes. Ahora Pizzolatto se traslada a la costa oeste, a una ciudad imaginaria, Vinci, que por momentos parece un estercolero y en otros uno de esos lugares que se han ido improvisando alrededor de una industria que escupe tanto humo que por sí sola se podría cargar 20 capas de ozono si es que existieran. Allí viven cuatro personajes, cada cual a su manera, a los que su propia existencia les parece una condena.

Colin Farrell («El sueño de Cassandra») –ese actor del que hasta ahora se podía esperar bien poquito, pero que ha sido redimido por Pizzolatto– encarna a Ray Velcoro, un detective que está metido en una espiral de autodestrucción, con su consiguiente onda expansiva. No nos gustaría encontrarnos con él en la calle. No es un hombre malo, es una persona a la que el destino le ha puesto demasiadas zancadillas.

Razones para la esperanza

El otro nombre propio del reparto es Vince Vaughn, otro actor con la vitola de bulto sospechoso por elegir fatal sus proyectos. Ahí está «Starsky y Hutch». Visto lo visto en «True Detective», hay razones para la esperanza. El rostro del actor, visiblemente cansado, se acopla como un guante a su personaje, Frank Seymon, un tipo con un pasado criminal y un presente en el que intenta hacerse un lavado de imagen como empresario de éxito. Sin embargo, volverá a sus raíces violentas cuando es asesinado uno de sus socios.

El sorpresón de esta temporada viene con otros dos personajes que, sobre el papel, van a dar al espectador más de una, y de diez, emociones fuertes. El primero es Ani Bezzerides (Rachel McAdams, «Midnight in Paris»), una detective de la oficina del sheriff del condado a la que dan ganas de abrazar y consolar por haber nacido en una familia desestructurada. De puertas afuera es una mujer con un profundo sentido de la ética y una dureza que entra en colisión con el propio sistema. En el envés de su personalidad encontramos una fragilidad desarmante. El segundo personaje al que no conviene perder la pista es Paul Woodrugh, encarnado por Taylor Kitsch. De este joven, veterano de guerra y agente de la patrulla de tráfico de California, sorprende su hermetismo derivado de una sucesión de heridas internas, a las que se unen las externas, que todavía no han cicatrizado.

Aquí están los cuatro protagonistas: todos supuran bilis por la gran infección que tienen en sus almas y tendrán que trabajar juntos para resolver un crimen. Ahí es donde Pizzolatto se emparenta con el cine negro. La puesta en escena del cadáver es de ésas en las que tienes la tentación de apartar la mirada sino fuese por esas aristas tan morbosas como fascinantes que muchos espectadores tienen... Y hasta ahí se puede contar, porque destripar lo que va sucediendo minuto a minuto, aparte de que no conviene, tampoco es tan fácil de narrar porque primero tiene que procesarlo el cerebro. En «True Detective» hay más trastiendas que en los almacenes de una gran superficie.

Impecable factura visual

Lo que se puede y se debe comentar es la factura visual. La segunda temporada, que ha contado con varios directores, lleva el sello de su creador. De nuevo Pizzolatto se recrea mostrando grandes panorámicas y planos cenitales de la costa oeste que son para enmarcar y están cargados de simbolismo. Esas imágenes de las enmarañadas autopistas de Estados Unidos, pobladas de vehículos que dan esa sensación de tremenda soledad. Unos interiores impersonales y descuidados en donde viven los protagonistas y, sobre todo, un bar al que acude el personaje de Colin Farrell, al que no puede dejar de acudir noche tras noche para incendiarse el estómago con alcohol, mientras hiberna su conciencia al tiempo que se oye a Lera Lynn cantar dos géneros musicales fronterizos como el country y el folk.

Lo que queda por comprobar es si «True Detective» va a sufrir el síndrome de la segunda temporada, o dicho de otra forma, que a sus seguidores les de un bajón tras la explosión de la primera. Por ahora, la crítica estadounidense está dividida, incluso los críticos ofrecen opiniones ambivalentes. Ahí está el ejemplo de Tim Goodman, que en «The Hollywood Reporter» afirma que «no se esperan grandes sorpresas interpretativas como la de Matthew McConaughey», al tiempo que subraya que el reparto en su conjunto «es mucho más interesante que el del año pasado».

La sorpresa está en los directores

Junto a Nic Pizzolatto, la dirección de la serie se reparte entre varios profesionales. Justin Lin fue elegido por su sapiencia en las escenas de acción de la saga «Fast & Furious» y el danés Janus Metz Pedersen por su labor en el documental bélico «Armadillo».