Asturias

«Conéctate o se sabrán las guarradas que has hecho»

El ciberacosador de las 1.000 adolescentes. Se hacía pasar por una joven psicóloga de 20 años. Amenazaba a través de Tuenti a niñas de entre 10 y 16 años para que le enviaran fotos desnudas

«Conéctate o se sabrán las guarradas que has hecho»
«Conéctate o se sabrán las guarradas que has hecho»larazon

Se hacía pasar por Noelia, una amable psicóloga que aconsejaba a las adolescentes sobre sus problemas sentimentales a través de Tuenti. Pero detrás se encontraba un ciberacosador que se ganaba la confianza de las menores para humillarles, exigiendo que le enviaran fotografías desnudas

Se sentía intocable. Parapetado en el anonimato y desde la intimidad de su hogar coaccionaba y amenazaba a menores de entre 10 y 16 años a través de internet. Para lograr excitarse, para alcanzar el placer, no dudaba en humillar, vejar y cosificar a sus víctimas. Al final, algunas sucumbían y le mandaban fotografías desnudas o haciendo realidad sus fantasías. No es guapo, pero su cara podría llegar a resultar dulce, una fachada que oculta las cloacas de la depravación. En septiembre de 2012 diseñó un plan, en teoría, perfecto. Le robó a un amigo suyo la contraseña del perfil de Tuenti para garantizar su seguridad y se inventó uno. Era chica. Se llamaba Noelia y tenía 18 años. Robó fotos de alguna joven guapa, sonriente y las exhibió en su perfil haciéndose pasar por ella. Así se presentó en el mundo virtual, morena con pelo largo, de ojos grandes, escasez de ropa y con una amplia sonrisa rebelde. Seleccionó a cientos de potenciales víctimas y les mandó este mensaje: «Me llamo Noelia y me dedico a dar consejos... tanto sobre dudas con chicos, de amor o de todo tipo ;) tienes alguna duda o algún problema que necesites consejo para resolver? :)». Ya había lanzado sus trampas a través de la red.

Atrapadas por el miedo

Se sentaba delante de su ordenador a esperar respuestas: «Sí ;) Me gusta un chico pero no me hace ni caso. Yo le miró y trato de hablar con él pero no me pide salir. Me gusta mucho ;) Cómo puedo conseguirle? :D». La víctima había mordido el anzuelo. «Noelia», entonces tiraba del hilo con suavidad para que su presa no se escapara y después comenzaba el infierno. «Agrégame y te lo cuento todo :)», les pedía. Ellas accedían. Las conversaciones a distancia a través de la red comenzaban por naderías. Pequeños problemas con las notas o con los padres. Cuando alguna menor se había sincerado, «Noelia» comenzaba a hacer preguntas más íntimas. Poco a poco iba incrementando la dureza y sexualidad de las cuestiones que les planteaba. Ellas, asustadas, trataban de rechazar las desviadas proposiciones que les sugería, pero ante la negativa, «Noelia» se ponía dura con frases del tipo (son textuales): «Conéctate o todos tus amigos se enterarán de las guarradas que has hecho»; «Juanita, agrégame un momento, quiero hablar contigo, si no me agregas ya meto tu foto en tu buzón para que la vean tus padres. ¿Ok?» ; «Ok, me has borrado así que voy a pasar de todo... Si prefieres hablar las cosas agrégame. Si no tu vida se irá a la mierda»; «Agrégame o le mando a todo tu pueblo la conversación que hemos tenido sobre tus pechos y las otras cosas».

Atrapadas entre el miedo a sus padres y la amenaza virtual, sentían pánico. Pavor auténtico ante la posibilidad de ver cómo se hacían públicos diálogos privados, muchas cedieron. «Noelia», les pedía fotografías desnudas. Cuando lograba que le enviaran la primera, la amenaza se recrudecía. Ya tenía la foto. Sino le mandaban más imágenes , cada vez más depravadas, la primera vería la luz. «Noelia» exhibía una ausencia total de empatía y de escrúpulos. Alguna menor le suplicaba que la dejase, pero «ella» no cedía nunca. Le daba lo mismo que la menor tuviese 10 años. Alguna de ellas ha llegado a reconocer que prefería quitarse la vida para evitar que el acosador siguiera coaccionándola para conseguir imágenes suyas.

La Policía Judicial de la Guardia Civil de Málaga ha logrado acreditar más de 60 víctimas, de 17 provincias de toda España, pero la cifra puede aumentar. Al abrir todos sus dispositivos, se encontraron que había interactuado con unas 1.000 menores, algunas fuera de España. De hecho, los investigadores, en un trabajo ímprobo, han tenido que analizar más de 60.000 mensajes a través de Tuenti, la red social que «Noelia» utilizaba para cazar a las menores.

El acosador ha sido detenido esta semana en su casa de la localidad de Piedras Blancas en Asturias. Las pruebas son tan abrumadoras que, entre mentiras, acabó confesando: «Utilizo el perfil de «Noelia», es uno de los que tengo. Antes, la cuenta la usaba un amigo, pero como ya no entraba en ella se la robé. Conocía la contraseña porque se la había visto escribir alguna vez. Creé un perfil de una chica de unos veinte años, estudiante de psicología y sexología. Pensé que así sería más fácil hablar con chicas de sexo. Normalmente buscaba a jóvenes de 14 a 17 años para charlar con ellas».

Los delitos telemáticos se cometen a distancia, desde la impunidad que da la soledad de casa y la falsificación de la identidad del delincuente que nunca da la cara. Las consecuencias, como en este caso, son terribles. La única forma de evitar que los depredadores accedan a sus víctimas es el diálogo entre padres e hijos.

Los investigadores se han encontrado con que muchos de los adultos desconocían qué hacían sus hijas. Incluso creían que era imposible. Algunos incluso han preferido no presentar denuncia porque significaba que la menor debía revivir el infierno por el que había pasado. Lo grave es que la Fiscalía de Asturias no ha solicitado la prisión provisional del detenido. La Guardia Civil ha acreditado que muchas de sus víctimas vivían en su entorno. La sospecha es que en algún momento este depredador, de no haber sido detenido, podría haber dado el paso de obligar a alguna a quedar con él. De hecho, la operación no está cerrada. La cifra de menores amenazadas y acosadas podría llegar al millar. Y mientras se continúan las gestiones, el «cazador» se pasea libre.

Acoso telefónico para convencerlas

El ciberacosador contactaba principalmente con las menores a través de las redes sociales, pero también las obligaba a que le facilitasen su número de teléfono móvil para incrementar sus coacciones y amenazas hasta conseguir su propósito.

Cuando la Guardia Civil registró el domicilio localizó imágenes, tanto de vídeo como fotogramas de niñas y adolescentes con un alto contenido sexual que eran precisamente las imágenes que había conseguido al coaccionar a sus víctimas una vez que se ganaba su confianza. Las menores con las que contactaba eran de 17 provincias de toda España.