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Contra el «maltrato» del tabaco

Los neumólogos piden que se considere como una forma de violencia contra los menores. Más de 700.000 niños españoles son fumadores pasivos

Imagen de una campaña de la asociación chilena Conac: «Fumar no es sólo un suicidio, es un asesinato»
Imagen de una campaña de la asociación chilena Conac: «Fumar no es sólo un suicidio, es un asesinato»larazon

Los neumólogos piden que se considere como una forma de violencia contra los menores. Más de 700.000 niños españoles son fumadores pasivos

Si un niño ingiere accidentalmente droga que esconden sus padres en casa, estos pueden verse involucrados en, al menos, un delito contra la salud pública. Sin embargo, si ese mismo niño aspira durante años el humo cancerígeno que emana del tabaco de sus progenitores, no hay ningún tipo de consecuencia legal. Coincidiendo con la celebración ayer del Día Mundial Sin Tabaco, esta situación de vulnerabilidad de los menores ha hecho que los médicos den un toque de atención sobre los perjuicios que sufren los fumadores pasivos. Y una de las propuestas más llamativas es la que ha puesto sobre la mesa la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR): la posibilidad de que el tabaquismo infantil se considere maltrato infantil. No en vano, según la Asociación Española contra el Cáncer (Aecc), un 10,3% de los menores de 14 años se exponen diariamente al humo en sus hogares. Así, más de 723.000 niños españoles estarían sufriendo esta clase de «maltrato».

Como explica a LA RAZÓN José Francisco Pascual, neumólogo y miembro del SEPAR, la ley antitabaco, que entró en vigor en nuestro país en 2011, «ha endurecido de forma considerable la comercialización y el uso» de los cigarrillos. Sin embargo, «en relación con el tabaquismo pasivo, existe una reticencia importante», añade. Y, concretamente, los niños constituyen una población de riesgo. «Nuestro organismo no está diseñado para respirar humo, sino aire. Y en el caso de menores, sus pulmones están en pleno desarrollo, al igual que su sistema inmunológico. Las consecuencias pueden prolongarse más allá de la edad pediátrica», asegura el neumólogo. Y es que, a corto plazo, el humo del tabaco ambiental puede provocar en el niño cuadros de asma e infecciones reiteradas. Pero, en lo que respecta al resto de su vida, Pascual apunta a recientes estudios que demuestran que «el impacto del tabaquismo pasivo durante la infancia se prolonga hasta la vejez». Así, esos menores pueden ser más propensos a la obesidad desde la adolescencia. Y a presentar incluso cuadros de tos crónica a partir de los 40 años. Y ya a los 60 años, fibrilación auricular, un arritmia cardiaca.

Pero ¿cómo podría articularse de forma legal esta nueva forma de maltrato? Pascual cree que, una buena forma de actuar por parte de neumólogos y pediatras sería en primer lugar reconocer este cuadro de asma e infecciones respiratorias en los pequeños. Después, convencer a sus padres y madres fumadores «de que lo que hacen es claramente nocivo para sus hijos». Y, por último, «si a pesar incluso de ofertarles métodos para dejar de fumar no los aceptan en pro de la salud de sus hijos, el médico podría pensar que está incurriendo en maltrato infantil». A partir de ahí, y sería «lo más complejo», se trataría de que el médico «diera el paso para denunciarlo a las autoridades sanitarias correspondientes o a los juzgados de menores».

La exposición de los pequeños al humo no se produce sólo en casa. «En el coche, las concentraciones de partículas asociadas al humo del tabaco y a los gases del humo ambiental se sitúan tres, cuatro y hasta cinco veces por encima de otros ambientes», afirma Pascual. Y es que, el humo del tabaco ambiental, el que se queda flotando en el ambiente tras la calada, «contiene muchísima más cantidad de partículas cancerígenas que la propia corriente derivada del individuo». Sobre la incidencia en los niños del fumar en el coche, «algunos estudios revelan que los fumadores que fuman en el vehículo lo hacen a primera hora de la mañana, en el momento en que llevan a sus niños al colegio».

Santos Liñán, jefe del servicio de neumología pediátrica del Hospital de Niños de Barcelona y miembro de la Sociedad Española de Neumología Pediátrica (SENP), la exposición al humo del tabaco «es un factor de riesgo para los niños sanos y puede tener efectos muy nocivos en niños con problemas bronquiales. A estos últimos les afecta más». En sus consultas, Liñán insiste a los padres en que no deben fumar y reconoce que «muchos me hacen caso. Otros reconocen que fuman, pero salen al balcón; ni siquiera fuman en la ventana. En el coche pasa lo mismo, es muy raro encontrarme con padres que fumen en el coche cuando viajan con niños», añade.

En este sentido, cree que las familias están mucho más concienciadas de los efectos perjudiciales del tabaco para sus hijos, algo que, en su opinión, se ha logrado gracias a la legislación y a las numerosas campañas. De todas formas, cree que se debería prohibir el tabaco también en lugares abiertos como las terrazas de los bares y restaurantes, pues el humo del tabaco «es molesto y puede constituir un riesgo». En este sentido, hay que reconocer que, de acuerdo con un estudio de la OCU, un 87% de las terrazas viola la ley al permitir fumar.

Aunque en nuestro país la legislación es bastante restrictiva sobre el consumo de tabaco, no es menos cierto es que «la infancia sigue siendo víctima de los efectos de esta sustancia por diferentes vías y no contempladas por falta de información». Por ejemplo, el consumo por parte de una embarazada puede tener consecuencias no sólo en su hijo, sino en sus nietos, prolongándose los efectos nocivos durante generaciones.

¿Qué dicen los estudios científicos sobre la incidencia del humo pasivo? Un estudio presentado este año por la Universidad de Granada revelaba que la aprobación de la Ley Antitabaco que la prohibición de fumar en lugares públicos había reducido la venta y consumo de cigarrillos. No en vano, según el INE, el número de fumadores diarios se ha reducido del 26,2% en 2009 al 23% en 2014. Sin embargo, «la prohibición ha trasladado el consumo a lugares privados: hogares y coches», afirmaban los investigadores del centro andaluz. Según sus análisis, un 50,8% de los niños estudiados eran fumadores pasivos. Algo que no ocurría con la población adulta, cuyos niveles de cotinina –un metabolito de la nicotina– sí se habían reducido en los últimos años. En el caso de los menores, los niveles de cotinina en la orina había aumentado siete décimas tras la aprobación de la ley.

Otros estudios previos ofrecen una visión más optimista. Es el caso del elaborado en 2014 por la Unidad de Control del Tabaco del Instituto Catalán de Oncología (ICO) y el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge (Idibell). Según los investigadores, los niveles de cotinina en no fumadores habían descendido cerca de un 90% entre 2004 y 2012. El descenso también se había producido en el ámbito privado: el consumo de tabaco en casa había bajado un 15%.