Sanidad
Cuando el hospital se instaló en casa de Prudencio
Un equipo de médicos, enfermeros y auxiliares trabajan en el domicilio del paciente para mejorar su calidad de vida durante la recuperación
Pasadas las diez de la mañana, Ismael Casillas pica en el portero de la casa de Prudencio y Pilar, en el barrio de Vallecas, en Madrid. «El hospital», dice cuando la mujer responde al telefonillo. Abre inmediatamente y el enfermero sube al primer piso cargado con todo el material médico que necesita para tratar al octagenario durante su hospitalización domiciliaria. «Es una maravilla esto de tener el hospital en casa», dice la esposa del paciente en cuanto abre la puerta.
Prudencio, que está a punto de cumplir los 83 años, lleva 12 días en esta unidad delHospital Gregorio Marañón, después de permanecer ingresado más de mes y medio a causa de una insuficiencia cardíaca. Otros 1.827 pacientes se beneficiaron de este sistema de hospitalización el año pasado, lo que supuso un aumento del 527% en los últimos siete años.
De hecho, es una unidad que, pese a su éxito, sigue siendo una desconocida para la mayoría de los pacientes e incluso de los propios sanitarios. Prudencio confiesa que nunca había oído hablar de ella. «Cuando me dijeron que tenía la oportunidad de continuar la hospitalización en casa me quedé sorprendido, pero fue un alivio. No es lo mismo estar en una cama del hospital que hacerlo en casa. Aquí tienes tu intimidad, no hay tantos ruidos, yo creo que también ayuda a la recuperación», dice.
Antes de poner rumbo al domicilio junto a Ismael y al jefe de este servicio, el enfermero Javier Calatayud, nos reunimos con parte del equipo en la central del Gregorio Marañón. Allí cada mañana gestionan los pacientes que tienen hospitalizados en casa y les realizan su seguimiento. La neumóloga Teresa Gómez y la internista Ester Martín tienen hoy nueve y cinco pacientes respectivamente a los que visitar en su casa.
«Atendemos diariamente a 72 personas. Es cierto que, al principio, cuando les proponemos esta opción a los pacientes, si no conocen la unidad les da un poco de reparo, pero luego, lo agradecen. Y es que les tenemos controlados igual que si estuvieran aquí en el hospital. Para ellos también es muy positivo», explican a este diario.
Pero no todos los pacientes cumplen los criterios para que su hospitalización sea en el hogar. «No deber presentar una situación de inestabilidad, tienen que tener un diagnístico claro y, además, disponer de un soporte familiar en el domicilio», puntualiza Gómez, que integra un equipo formado por 24 enfermeras, dos auxiliares y nueve médicas de diferentes especialidades como Medicina Interna, Cardiología, Geriatría y Urgencias.
12 horas ininterrumpidas
«En esta unidad debemos planificar y organizar todo de una manera diferente a la hospitalización en un centro sanitario, ya que debemos prever todas las situaciones que se pueden plantear y tener margen de reacción suficiente», apunta Martín.
La atención que prestan es de 12 horas ininterrumpidas y si ocurre algo en el tiempo restante, les facilitan los contactos necesarios para que les asistan los equipos de urgencias. En casa les realizan todo tipo de pruebas, ya sean analíticas, ecografías, ecocardiogramas, gasometrías... «A mí hoy me toca analítica», dice Prudencio mientras Ismael se dispone a preparar la aguja. También le toma la tensión, le pesa y toma nota de las incidencias que ha tenido durante la noche. Si todo va bien, pronto recibirá el alta. Él, por si acaso, todavía mantiene en la muñeca las pulseras de ingreso hospitalario.
Son tan buenos los resultados de este servicio de hospitalización a domicilio, que en el Marañón funciona desde 1981, que ya plantean ampliarlo a todo tipo de pacientes. De hecho, se encuentran en fase de estudio para implementar tratamientos activos oncológicos. «Ahora, la mayoría de los pacientes que tenemos presentan infecciones de diversa índole y sobre todo a nivel respiratorio. El 70% de ellos son mayores de 70 años y tan solo el 5% requiere de un reingreso en las instalaciones hospitalarios», puntualiza la médica internista.
En concreto, el porcentaje de atención corresponde un 70 % a patologías médicas y un 30 % a patología quirúrgica. Los procesos infecciosos (respiratorios, urinarios, endocarditis, celulitis ...) ocupan un 60 %, siendo el 40 % restante descompensaciones de insuficiencia cardiaca.
«Es curiosos que quienes ya lo han probado, enseguida dicen que quieren que les metamos en esta unidad, pero no siempre es posible, hay que hacer un filtro muy riguroso. Pero es normal que estén más cómodos en casa que en el hospital. Aunque al inicio pueda parecer que aquí se sienten más seguros al estar rodeados de sanitarios, luego valoran más el descansar sin los ruidos típicos del hospital, llevar sus propios horarios y tomar su propia comida», dicen las doctoras.
En casa de Prudencio es su esposa, Pilar, quien le tiene «en palmitas»: «Yo hago todo lo que me dicen los médicos, da gusto cómo explican las cosas de bien y siempre están disponibles. Hoy mismo, además de la visita de Ismael hemos recibido la llamada del médico. Desde que estamos en casa noto además que Prudencio mejora cada día. Salimos por la mañana dos horas a pasear y nos viene fenomenal», asevera.
«Los pacientes están encantados porque siguen teniendo los mismos recursos que en el hospital, pero en su casa. Además, nuestro servicio, una vez les damos en alta, sirve de conexión entre el hospital y Atención Primaria», puntualiza Ismael, que llegó a esta unidad por casualidad cuando una compañera que no tenía carnet de conducir le pidió que le llevara (antes utilizaban coches de alquiler ahora contratan VTC) a un domicilio.
Al cuarto piso sin ascensor
En su haber, todo el equipo cuenta con anécdotas en la práctica de su trabajo y es que cuando se cruza el umbral de la puerta, cada casa es un mundo. «En una ocasión, después de haber incluido en un paciente en esta unidad previo estudio de su situación, al llegar al domicilio descubrimos que nos había engañado y vivía en un piso patera», comenta el enfermero. La neumóloga Gómez añade que en ocasione encuentran serias dificultades como tener que subir a un cuarto piso con todo el equipamiento o incluso recuerda cuando Filomena colapsó Madrid y tuvieron que recorrer la capital en metro. «En ningún momento hemos dejado de visitar a los pacientes. Hemos hecho lo imposible para conseguirlo», insiste la doctora.
Por su parte, Javier Calatayud nos cuenta que varios hospitales, incluso de fuera de España, se han interesado por el funcionamiento de esta unidad y ahora, además, están en el proceso de acreditación por parte de la Joint Commission, la organización con más experiencia en acreditación sanitaria de todo el mundo.
Aunque Prudencio está encantado con Ismael y todo el equipo de esta unidad del Marañón (no es el único, según la encuesta de satisfacción mensual del hospital esta Unidad Domiciliaria tiene un 99 % de grado de aceptación), lo que realmente desea es recibir el alta para volver a su faceta artística. Y es que sus cuadros son dignos de exposición. Tiene pendiente el que dejó a medias cuando los problemas de salud se cruzaron en su camino: un óleo de la Inmaculada que donará a Cáritas para una subasta solidaria.
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