Entrevista

Bernhard Schlink: "La cultura no nos hace mejores, solo supone una oportunidad"

El autor de "El lector" vuelve con otro libro sobre las heridas de la reunificación alemana en "La nieta" (Anagrama)

Entrevista con el escritor Bernhard Schlink. © Alberto R. Roldán / Diario La Razón. 20 02 2024
Entrevista con el escritor Bernhard Schlink.© Alberto R. Roldán / Diario La Razón.Alberto R. RoldánFotógrafos

Reconocido mundialmente por haber escrito «El lector», llevada al cine en 2008, Bernhard Schlink (Bielefeld, Alemania, 1944) tiene ademanes de juez y mirada de artista. Dos energías diferentes que confunden un rato hasta que asoma la afabilidad de un jurista que se puso a inventar historias porque quería más de la vida. En el Hotel Las Letras en plena Gran Vía, recibe a este periódico para charlar sobre su nuevo libro, «La nieta» (Anagrama). Otra excusa para hablar de Alemania, de fantasmas y cicatrices.

¿Dónde se le puede ver a usted en esta novela?

Bueno, la verdad es que nunca me miro en un personaje concreto de mis libros. Lo que sí puede ocurrir es que varias figuras, incluso situaciones, tengan algo de mí. A veces, incluso, dos a la vez.

¿Aún cree que ser alemán después del III Reich es una carga?

Es un asunto que tiene que ver con el cambio de generaciones. Para la mía fue algo muy intenso. Mis padres, mis tíos, mis profesores, todos ellos habían vivido en mayor o menor medida la Segunda Guerra Mundial y el III Reich y, por la tanto, el debate era muy acusado sobre el pasado de esas personas tan importantes para la generación actual. Sin embargo, ya la siguiente generación es distinta. No es lo mismo un abuelo que un bisabuelo. Las generaciones van cambiando y también el peso de esa carga va disminuyendo con cada una de ellas.

¿Se da en Alemania el diálogo intergeneracional que hay en el libro entre el abuelo y la nieta?

Por mi profesión de catedrático de Universidad he tenido durante toda la vida relación con jóvenes, con estudiantes, y aún la sigo teniendo. Personalmente, tengo dos nietas, así que considero una suerte ese trato con las personas de generaciones inferiores. Echaría mucho de menos no poder ver el mundo a través de sus ojos.

¿Qué les preocupa?

He notado que los estudiantes se relacionan con la ciencia de manera distinta. En comparación con el pasado, los sentimientos tienen un papel mucho más preponderante, especialmente la cuestión de su propia identidad. Antes uno sabía quién era y no tenía por qué buscarlo, en cambio, hoy día no lo saben. Incluso en el sexo hay jóvenes que dudan entre hombre y mujer. También sobre la identidad nacional, si son más alemanes, más europeos o ambos. ¿Hasta qué punto soy o no antifascista, feminista o antirracista? Existe un gran escepticismo sobre la objetividad. Ven que están rodeados de hechos, de noticias en las que no creen o que no entienden o que creen fruto de una conspiración.

En el libro se dice que la hija se hace de extrema derecha por la violencia. Quiere destruir todo lo que le ha destruido a ella. ¿Así es el nuevo nazismo?

Sí, tiene mucha razón. En el caso del personaje que cita, ella vio la caída del Muro, pero por mal que les fuese antes, muchos de ellos no la vieron como una liberación, sino que predominó la inseguridad. Y por eso podían querer destruir lo que les ha destruido. Pero con el paso del tiempo, ese impulso se ha reducido. Alternativa por Alemania (AfD) y sus votantes más bien tienen miedo de no poder conservar lo que tienen. Hay cosas de la Alemania actual que les producen miedo. Ven que su forma de vivir puede verse amenazada por los inmigrantes, su capacidad de encontrar un buen trabajo, la presión en el mercado de la vivienda... Desde luego que hay violentos entre ellos, pero no son la mayoría.

¿Este rechazo al inmigrante tiene un tono distinto en su país?

La sensación de miedo a perder aquello que se quiere conservar es parecida en Francia o Italia. Sin embargo, hay una gran diferencia. En esos dos países se intenta introducir en el sistema a la extrema derecha. En Alemania, no. Se ha querido erigir un muro que no puedan traspasar. La intención es buena, pero según amigos franceses e italianos lo que se hace en Alemania es equivocado. Ese rechazo les refuerza.

En el libro hay un secreto revelado de una escritora. ¿Son ustedes muy de guardarse cosas?

Ja, ja. Creo que todos tenemos secretos, seamos escritores o no. A veces son malos, otras, inocuos, pero desde luego nadie quiere ser un libro abierto para los demás.

Eso sería un poco aburrido.

Ser una persona quiere decir tener un ámbito propio y ese ámbito propio no se abre a todo el mundo, ni siquiera se abre a las personas cercanas. Hay cosas que uno quiere guardarse para sí.

La hija de la protagonista está a dos horas en coche y ella nunca va a buscarla. ¿Hay cosas para las que siempre es demasiado tarde?

Ella tenía miedo. Negó a su hija cuando nació y no se atrevió a recuperarla. Predominaba el miedo, a los reproches, a no saber comportarse. Mi opinión es que nunca se debe omitir algo por pensar que es demasiado tarde. Hay veces que lo es, pero eso ya se notará. Que sea demasiado tarde nunca ha de ser un motivo para dejar de hacer algo.

¿Hay muchas cicatrices de la reunificación alemana?

Uy, sí. Por supuesto que hay heridas sin curar y todavía cicatrices. Sin embargo, soy optimista, este proceso de cierre de heridas tendrá éxito, pero necesitaremos todavía tiempo. Por lo menos una o dos generaciones. Las personas del este han tenido que adaptarse a las del oeste. Y el oeste nunca es igual, está siempre cambiando. Se cerrarán heridas pero quedarán peculiaridades, diferencias, y es bueno que eso suceda. Tenemos que ser capaces entre el este y el oeste incluso de alegrarnos de que existan esas diferencias porque son una riqueza también.

Angela Merkel es una de esas personas criadas en el este. ¿Qué peculiaridades vio en su carisma? ¿Cree que los alemanes la añoran?

Hay que tener en cuenta lo mucho que no consiguió. Por ejemplo, a ella le hubiese gustado tener una relación bastante buena con Rusia, pero hoy vemos que eso no se ha conseguido y eso que estuvo en el poder durante 15 años. Hubo muchas cosas que ella no hizo y habría debido hacer, por ejemplo, las infraestructuras que están en muy mal estado en general en Alemania. Hay muchas reformas que no acometió. No hemos de olvidar que ella era una hija de la RDA. Quizá esa mentalidad le llevó a no estar en condiciones de cambiar las cosas que podía haber cambiado. Se limitaba en gran medida a seguir para adelante, a mantener lo que podía, pero sin acometer cambios. Es verdad que, por un lado, nos dejó en paz. Pero, por otro, dejó mucho por hacer. Por lo tanto, no, no creo que vayamos a tener nostalgia de ella.

Este sábado se cumplen dos años de la invasión rusa de Ucrania. ¿Recuerda qué pensó?

Naturalmente lo vi muy mal, sufrí por ello. Desde el principio y hasta ahora jamás he creído que Ucrania pueda ganar la guerra. ¿Cómo podría ganarla? ¿Qué pretendemos? ¿Que reconquistase parte de su territorio, que atacase a Rusia, que llegase a Moscú? Eso es imposible. El secreto de la paz lo veo yo en el agotamiento. Esta guerra solo puede acabar así. Y mientras no estén agotadas Ucrania o Rusia, la guerra seguirá.

En el libro el personaje principal dice que su libro preferido es “Guerra y Paz”. ¿Le puedo preguntar cuál es el suyo? ¿Qué está leyendo ahora?

No tengo uno favorito, pero sí una serie de libros preferidos entre los que se cuenta ese que menciona y, en general, todo lo que escribió Tolstoi. Me fascina cómo, por un lado, traza el panorama de la época y, al mismo tiempo, despliega y desarrolla a los personajes que viven ahí. También Stendhal. Ahora estoy leyendo a Claire Keegan. Uno de sus libros llevado a la pantalla acaba de inaugurar el Festival de Cine de la Berlinale.

¿Se recupera uno del éxito de “El lector”?

La verdad es que no es ninguna carga. Que ocurra un éxito de esa magnitud una vez en la vida de una persona es algo magnífico. En cualquiera caso, yo tengo que seguir escribiendo, lo hacía antes y lo haré después. La película me gustó mucho. Desde luego no encontré las imágenes que tenía en mi cabeza al escribir el libro, pero es que una película es una variación. Y esta película es una muy buena.

Hacia el final del libro parece que deja un mensaje positivo. ¿Cree que es posible la redención a través del arte y de la cultura?

La cultura, desde luego, tiene un gran papel, pero nunca nos hace mejores. No tiene por qué. Todos sabemos que entre las SS había personas muy cultivadas e hicieron cosas horribles. Lo que sí es la cultura es una oportunidad para ver el mundo distinto, más grande, ver a otras personas. Nos ofrece un acceso al ser humano que sin ella no tendríamos. Es una oportunidad que también se puede desaprovechar.