Amor en internet

El destierro del siglo XXI: «Me vetaron en Tinder y me echaron del mundo»

Mai, divorciada y madre de tres hijos, fue expulsada para siempre de la mayor aplicación de citas sin motivo ni posibilidad de apelación

Una mujer joven sostiene un móvil que tiene instalada la aplicación de Tinder
Una mujer joven sostiene un móvil que tiene instalada la aplicación de TinderDreamstime

El «ghosting» (desaparecer sin dar explicaciones) está adoptando nuevas y siniestras formas en el mundo virtual de las citas. Ya no solo te arriesgas a que te deje con la palabra en la boca el típico usuario que se cree más listo o más guapo sin darte la posibilidad de sacarlo de su error, también lo hace la propia aplicación. Esto es lo que le pasó a Mai (nombre ficticio) hace un año, cuando Tinder la expulsó para siempre del paraíso sin leerle sus derechos. Ha estado meses batallando, incluso llegó a escribir a la CEO de la compañía a través de LinkedIn. Todo ha sido en vano. Siguiendo con la metáfora bíblica, ha pasado un año predicando en el desierto.

Esto que puede sonar gracioso para contar en una cena de amigas es, en realidad, un auténtico drama. Según un estudio de la Universidad de Stanford, hasta el 39% de las parejas heterosexuales y el 60% de las del mismo sexo se conocen online. En España, uno de cada cinco matrimonios celebrados en 2019 salió de aplicaciones de citas. «Imagínate. Me separo hace cuatro años y el verano pasado por fin me animo a meterme en esta aplicación con mucho esfuerzo. A los 43 años es lo único que hay para conocer gente. Pues no llegué a ver ni un perfil. A las 24 horas de colgar mis fotos, Tinder me comunicó que mi cuenta había sido suspendida por violar las reglas de la comunidad. Tenías que haber visto mi cara», explica Mai por teléfono.

Como no entendía qué había ocurrido, escribió a una dirección de correo en la que no halló ninguna respuesta. Entonces se dirigió a la que por entonces era la directora general de la plataforma, Renate Nyborg, en un mensaje que no tiene desperdicio. Bajo el asunto «La frustración de una mujer», esta economista le explicaba su caso y le daba detalles de su potente carrera profesional en la que ha destacado por su defensa de los que no tienen voz y la lucha por un mundo más justo. De nuevo, Mai recibió solo un silencio sepulcral.

La única explicación plausible para lo sucedido es que la foto de verificación que le pidió la plataforma, y que ella se apresuró a facilitar («soy una mujer que cumple las normas siempre»), no le resultara al algoritmo similar a las imágenes que había subido previamente. «Recuerdo que cuando me tomé la foto tuve que bajarme la mascarilla hasta la barbilla porque iba en un taxi y entonces aún era obligatoria en el transporte público. ¿Y esto no podían habérmelo comunicado? Es que no entiendo que te veten directamente y no haya forma humana de defenderte. Eso se llama dictadura».

Cuando prohíben la entrada de alguien en un bar o una discoteca, al menos le dicen el motivo. Las zapatillas o los calcetines blancos como en los 90, da igual. El caso es que al menos inventen una excusa. Aunque Mai ya se ríe de la situación, es consciente del significado de lo que le ha tocado vivir: «No hay derecho. Hoy en día que te saquen de Tinder es que te expulsen del mundo. Es la mayor opción para volver a tener pareja. No es lo mismo que esto te pase con 30 años que con más de 40, familia numerosa y un divorcio a las espaldas. La impunidad con que operan estas empresas es absoluta y encima tienes que aguantar los consejos bienintencionados de los amigos que te dicen que por qué no te metes en Tinder. ¡Si ya lo he intentado!». El «castigo», además, es para todas las aplicaciones del grupo y para la eternidad.

El caso de Mai no es único, claro. Internet está lleno de foros en los que otros exiliados forzosos como ella se lamentan de su suerte y se dan consejos sobre cómo volver a ser admitidos en el paraíso. Los hay que han sufrido el veto varias veces y aún no conocen la causa. Hay incluso tutoriales que explican cómo burlar al maldito algoritmo castrador y en change.org se ha organizado una recogida de firmas para que los agraviados puedan hacer valer sus derechos. «En realidad, la única manera efectiva es cambiar de número de teléfono y volver a abrir una cuenta, algo a lo que yo me niego. Faltaría más. Así que no me queda otra que volver a mendigar a mis conocidos que me presenten a gente o dedicarme a jugar al mus con las amigas», concluye Mai.

Lanzada en el año 2012, Tinder se vanagloria de ser «la aplicación más popular del mundo para conocer gente nueva». Aseguran que ha sido descargada más de 530 millones de veces y que está disponible en 190 países y más de 45 idiomas. Se supone que facilitan una media de un millón y medio de citas por semana y que han logrado un total de 74.000 millones de «matches» en once años para nueve orientaciones sexuales distintas. Este periódico no ha logrado hablar directamente con Tinder España. La agencia de comunicación que los representa en nuestro país se ha limitado a reenviar el argumentario tipo de los motivos que causan la expulsión, ninguno de los cuales se aplica a Mai. Se han comprometido a mirar su caso más detenidamente y con más tiempo. Seguiremos informando.