Hospitales
Dolor crónico, el mal invisible que se sufre en silencio
Imagine, por un momento, sufrir dolor desde que se levanta hasta que se acuesta. A cada hora, a cada minuto, siempre. El dolor crónico condiciona la vida de cualquier persona y en la edad infantil puede convertirse, además, en un factor clave en lo que se refiere al desarrollo de la personalidad del individuo. Puede condicionar su vida adulta. Por ello, es de vital importancia llevar a cabo una intervención médica destinada a frenar –o al menos minimizar– ese dolor, así como realizar un tratamiento de fisioterapia. No parece tan obvio, pero es igual de necesario e imprescindible ofrecer una atención psicológica a los niños y adolescentes que padecen dolor crónico. Sin esa atención es casi imposible mejorar su situación y calidad de vida.
En este sentido, en 2017, un grupo de investigadores liderados por el doctor Jordi Miró, puso en marcha, gracias a la colaboración de la Obra Social «la Caixa», un programa de tratamiento psicológico del dolor crónico en adolescentes, que se ofrece de forma gratuita a través del Hospital Sant Joan de Reus. «El tratamiento del dolor crónico en niños ha de ser multidisciplinar porque, si no, está avocado al fracaso», asegura el doctor Jordi Miró, director de cátedra del dolor infantil en la Universidad Rovira i Virgili y coordinador del grupo de dolor infantil de la Sociedad Española del Dolor. «En España, se ofrece tratamiento médico y, en ocasiones, también fisioterapia; pero raramente se ofrece tratamiento psicológico». Sin embargo, el doctor apunta que «este último es imprescindible, sobre todo para entrenar y dotar al paciente de estrategias para afrontar el problema, que afecta a todos los ámbitos de la vida –prosigue, Miró–. Es importante ayudarles a hacer una reestructuración cognitiva para que no caigan en pensamientos negativos o catastróficos». El doctor Miró ha añadido que «también se les ayuda en lo que se refiere a la relaciones sociales; a saber responder de forma adecuada y asertiva a las demandas que les puedan hacer». Mediante el tratamiento psicológico se busca, además, «dotar a los pacientes de estrategias para mejorar el sueño, aumentar la práctica de actividad física, lo cual repercutirá probablemente en una mejora de la eficacia del tratamiento, reducir la fatiga, mejorar la calidad de vida y el estado de ánimo».
El tratamiento se concreta en sesiones grupales de hasta cuatro niños, todos ellos mayores de diez años, que se distribuyen y agrupan en función de su edad y sus necesidades concretas, y que se convocan dos veces por semana. Esta intervención psicológica, que se prolonga a lo largo de cinco semanas, es imprescindible porque «cuando el dolor se cronifica, la mejor manera de conseguir reducirlo o erradicarlo es mediante este tratamiento», destaca Miró, y añade que «si bien es cierto que en ocasiones el paciente puede llegar a mejorar de forma intuitiva, el tratamiento es la única forma de garantizar que se producirá de forma rápida y segura». De hecho, tal y como señala el doctor, están «observando ya como los profesionales sanitarios se han dado cuenta de la utilidad del tratamiento y lo valoran positivamente».
En España, una de cada cinco personas padece este «mal invisible», según datos de la Sociedad Española del Dolor.
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