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Dos espeleólogos españoles muertos y el tercero rescatado con vida

José Antonio Martínez Jiménez (izqueirda) y Gustavo Virues, los dos espeleólogos fallecidos. larazon

Gustavo Virues es abogado, tenía 41 años y es natural de Cádiz. José Antonio Martínez, Inspector Jefe de la Policía Nacional sería el segundo fallecido. El tercero, Juan Bolívar, también agente de la Policía Nacional, ha sido ya rescatado.

El Ministerio del Interior confirmó ayer la peor de las noticias: los fallecimientos de Gustavo Virués Ortega y José Antonio Martínez, dos de los tres montañeros que se quedaron atrapados en una montaña al sur de Marruecos. Por la mañana, había informado de que sólo había fallecido Virués y que Martínez sufría una fractura en una pierna y un fuerte golpe en la cabeza. Lamentablemente, el inspector jefe de la Policía Nacional también falleció. El otro expedicionario, el también agente de la Policía Nacional Juan Bolívar, resultó ileso y a última hora de la tarde ya había sido rescatado y trasladado a la localidad marroquí de Ourzazate. Según apuntan todos los indicios, uno de los expedicionarios habría perdido el pie en una cordada mientras intentaban escalar un barranco arrastrando a sus compañeros.

Gustavo Virués vivía en Chiclana de la Frontera (Cádiz) con su mujer y sus dos hijos. Allí se había establecido tras estudiar Derecho en Granada. Siempre le acompañó la pasión por la naturaleza y la aventura. De hecho, era el presidente de la Asociación Bahianatur que él mismo había fundado, también en Chiclana, con sus «hermanos de riesgo», como llamaba a sus compañeros, todos procedentes de disciplinas científicas. Él era el único de letras.

Virués hablaba de la «hermandad de riesgo» porque sabía que había que convivir con él. De hecho, en un reportaje del programa «Reporteros» de «Onda Cádiz» afirmaba: «No nos gusta el riesgo por el riesgo. Pero el riesgo es inevitable si nos enfrentamos a un objetivo difícil». También decía que «el riesgo es un invitado en todo esto» y repetía que es «inevitable». De hecho, en ese mismo reportaje afirmaba que, «por desgracia», estas actividades se están sacando de su fundamento natural, de la relación con la biología o la geología y se vinculan «al deporte y al riesgo puro, sin sentido». «Desde mi punto de vista, hay que huir de esto. Si vas al campo y no sabes interpretar la naturaleza, no disfrutas nada. No tiene sentido bajar un rápel de 300 metros sólo por la distancia, sin tener en cuenta cómo se hace la instalación o el tipo de roca. Para nosotros, el decorado es esencial».

En cualquier caso, él y su grupo trataban de reducirlo al máximo. Para ello, las expediciones se preparan con un año de antelación y además del «papeleo» correspondiente, tienen en cuenta la preparación física, así como la formación. También trabajaban la cuestión psicológica para hacer frente de la mejor manera a los imprevistos y la situaciones límite. Con este bagaje se permitían prescindir de los guías, pues así evitaban «recorridos preestablecidos» y se ahorraban dinero, tal y como sucedió en la expedición que su grupo realizó a Canadá hace aproximadamente tres años. «No queremos guía porque confiamos en nuestra propia experiencia». Él y su grupo habían bajado a simas profundas en varios lugares del mundo y realizado expediciones de exploración y espeleología en cuevas de hielo de los Alpes o en la Sima del Republicano en Villaluenga del Rosario (Cádiz).

Viajes «multiaventura»

Al margen de los viajes organizados que hacían –que el propio Virués definía como de «multiaventura»–, Bahianatur organizaba numerosas actividades, todas ellas relacionadas con el entorno natural y adaptadas a todos los niveles de exigencia: montañismo, kayak, escalada, alpinismo, micología, incluso algunas con un trasfondo histórico. De hecho, en la página de Facebook de Bahinatur lo explican: «Los participantes aprenderán sobre el medio donde se desarrolla la actividad, sobre el medio natural y sobre el patrimonio histórico y cultural».