Papel

El 5% de los niños sufren tartamudez y deben ser tratados

El papel de los padres es fundamental en el diagnóstico y terapia de los niños

Laura Gil
Laura Gillarazon

«Hay tres momentos especialmente estresantes en la vida de las personas: la muerte, un divorcio... y hablar en público». Así comenzaba ayer su discurso ante la Fundación Española de la Tartamudez Gonçalo Leal, terapeuta del habla de la Universidad Católica de Portugal. La tesis doctoral de Gonçalo versa sobre la tartamudez, precisamente, en un país en el que, según él mismo explica, «no se puede ser logopeda si se padece tartamudez, mientras que en España y en EE UU los mayores terapeutas especializados en el tema lo son».

Hoy sabemos muchas cosas sobre la tartamudez, su carácter neurológico y, sobre todo, que no es un problema de base emocional. Por eso, Gonçalo hace hincapié en que es un problema que, si bien no tiene una base psicológica, sí que puede crear problemas como cuadros de ansiedad, y afirma que «es importantísimo encontrar la manera de ayudar a los que sufren bulling por esta causa». De hecho, el acoso, la soledad y la tristeza parecen ser situaciones comunes en aquellas personas que sufren la tartamudez. Yolanda Sala, vicepresidenta de la fundación, explica que es necesario que esto cambie para que, en un futuro, los niños que nazcan con este problema no lo sufran igual que ellos. «Nosotros ya no podemos recuperar nuestras infancias sepultadas», dice la vicepresidenta, dirigiéndose, más que a nadie, a los padres de niños con tartamudez que acudieron ayer a la segunda jornada del XII Encuentro Anual de la Tartamudez. A colación de esto, Raquel Escobar, logopeda y colaboradora de la fundación, alerta de que «muchos pediatras advierten de que no pasa nada y que no se les haga notar a los niños porque si no la tartamudez no va a remitir. Esto hace que, automáticamente, aparezca un enorme sentimiento de culpa en los padres».

Los niños suelen presentar los primeros síntomas de tartamudez entre los dos y cinco años, que coincide con la edad en la que se ven obligados a realizar discursos más elaborados. «Es un problema neurológico que suele manifestarse en un momento de eclosión lingüística, pero la sociedad sigue teniendo la idea de que es algo psicológico», explica Raquel Escobar. A su vez, también afirma que «aproximadamente el cinco por ciento de los niños padece tartamudez, pero hay que diferenciar entre la persistente y las difluencias evolutivas, que acaban desapareciendo».

En lo que coinciden los especialistas es en que hay una enorme necesidad de especialización en este área, así como de un protocolo fiable para diagnosticar la tartamudez de forma temprana, para así poder tratarla correctamente. Raquel Escobar explica que «se necesitan soluciones porque cuando no se le hace caso al niño, se acaba dando cuenta de que algo le pasa, pero se siente solo. Piensa que debe ser algo vergonzoso y que nadie le ayuda, así que se va aislando poco a poco».

«El rechazo te va marcando desde pequeño»

Laura Gil. Licenciada en Física

Laura es licenciada en Física y ahora mismo se encuentra buscando trabajo. Si bien es consciente de que, en su caso, no ha tenido graves problemas de discriminación laboral, sabe que para la mayoría de sus compañeros esto no es así. «Cuando alguien ve que otra persona no puede hablar de manera fluida, lo atribuye a algún tipo de trauma, a alguna discapacidad... Lo importante es mirar dentro de la persona, no guiarnos por prejuicios. Nuestro lema es ‘‘lo que importa es lo que dices, no cómo lo dices’’», explica. Para ella lo más difícil es el rechazo. «Empecé a tartamudear en el mismo momento que empecé a hablar. Eres como eres, y no te das cuenta de que tartamudeas hasta que te lo dicen. Fue muy duro. Todos queremos estar integrados y ese rechazo por parte de los demás te va marcando desde pequeño», dice Laura.