Adicciones

El alcohol también engorda (mucho)

La futura ley de alcohol y menores, sobre la que se votará mañana, incluirá también la información calórica de las bebidas en el etiquetado. Según los expertos, estos datos podrían ejercer un efecto disuasorio en el consumidor

El alcohol también engorda (mucho)
El alcohol también engorda (mucho)larazon

La futura ley de alcohol y menores, sobre la que se votará mañana, incluirá también la información calórica de las bebidas en el etiquetado. Según los expertos, estos datos podrían ejercer un efecto disuasorio en el consumidor.

España está a un paso de acoger una de las leyes más revolucionarias del mundo en lo que respecta al consumo de alcohol. Mañana martes, la Comisión Mixta Congreso-Senado para el Estudio del Problema de las Drogas votará el informe sobre el que se sustentará la próxima Ley del Alcohol. Este borrador incluye una batería de medidas disuasorias que afectan directamente al etiquetado. Entre ellas, una de las más llamativas es la de las etiquetas que, al igual que ocurre en la actualidad con el tabaco, mostrarán las consecuencias de un consumo abusivo. Del mismo modo, se ha conocido que mensajes como «consumo moderado, es tu responsabilidad», serán sustituidos por otros más contundentes, como «tolerancia cero» o «menores sin una gota de alcohol». También se detallarán las advertencias en lo que respecta al consumo por parte de niños y embarazadas. Sin embargo, todas estas novedades no serían las únicas. Según ha podido saber LA RAZÓN, otra de las recomendaciones de la Comisión señala que se deberá «incluir en el etiquetado los nutrientes, los grados y las calorías». El hecho de que el alcohol engorde, ¿puede acarrear un efecto disuasorio?

Así lo cree la Unión Europea. Hace tres años, la Eurocámara votó a favor de que en los envases de bebidas alcohólicas figuraran tanto los nutrientes como el contenido calórico. Algo que con la normativa actual, aprobada en 2011, no era obligatorio en el caso de los productores de cerveza, vino, bebidas espirituosas y, en general, de todos aquellos productos que contuvieran más de un 1,2% de alcohol por volumen. Se da la circunstancia de que, mientras Bruselas debatía esta medida, un artículo de la Royal Society for Public Health de Reino Unido, publicado en la prestigiosa revista «British Medical Journal», aseguraba que «las bebidas alcohólicas contribuyen a la obesidad y deberían incluir un cómputo de calorías obligatorio». No era la primera vez que esta institución lo reclamaba. Y lo hacía con datos: un vaso de 250 ml de vino blanco contiene 180 calorías, casi tanto como un donut y lo mismo que una porción de pizza, por lo que se deberían andar tres kilómetros para quemarlas. Además, recordaba que, entre los adultos que beben, un 10% de su ingesta diaria de calorías procede del alcohol. Lo que llamó la atención de los investigadores fue que un 80% de las personas que fueron encuestadas no conocían el valor calórico de las bebidas alcohólicas más populares. Con todo, la inmensa mayoría de los participantes de este estudio sí que era favorable a la inclusión de estos datos en las etiquetas. «No hay ninguna razón por la cual las calorías del alcohol merezcan un tratamiento diferente a las de la comida», afirmaba la institución británica.

Así, según señalan fuentes del Ejecutivo, el etiquetado de las calorías y los nutrientes vendría a ser una trasposición de esta normativa europea, que debería aplicarse a lo largo del próximo año. Las mismas fuentes indican que la próxima Ley del Alcohol es una prioridad para el Gobierno y que, por las primeras tomas de contacto, supondrá todo un Pacto de Estado en lo que respecta al consumo de bebidas espirituosas por parte de los menores. Del mismo modo, prevén que su aprobación definitiva por parte del Congreso de los Diputados se producirá antes de que acabe este 2018.

Algunos países y marcas se adelantaron a la petición europea. Es el caso de Diageo y su cerveza Guinness en Irlanda. El año pasado, sus latas de 500 ml incluían sus carbohidratos, proteínas, niveles de azúcar, los gramos de alcohol por porción y, por supuesto, las calorías. Cada lata contiene 17 gramos de alcohol por porción, lo que equivale a 177 calorías. Con esta medida, los responsables de la compañía estimaban que el 40% del mercado de la cerveza del país ya contaba con el nuevo etiquetado exigido en Europa. Estaba previsto que extendieran la medida a otros de sus productos, como Smithwicks, Johnnie Walker Red Label y a Irish Whiskey, Roe & Co. Del mismo modo, la pretensión de la compañía era extender estas etiquetas a otras de sus bebidas comercializadas fuera de Irlanda. Antes, en Reino Unido, la marca de cerveza Tennents, propiedad de la empresa C&C Gleson, fue la primera en mostrar, en 2016, el contenido de sus calorías en las etiquetas.

El texto no tendrá parangón con ningún otro. Sólo hay una excepción: el caso de Islandia. Para hacerse una idea del alcance del problema: en España, alrededor del 30% de los jóvenes de entre 14 y 18 años reconoce haberse emborrachado en el último mes. Hace 20 años, en Islandia, este porcentaje era del 42% en chicos y chicas de 15 y 16 años. En 2016, la cifra bajó al 5%. El país nórdico endureció las leyes: se prohibió la venta de alcohol a menores de 20 años, así como su publicidad; se impuso un toque de queda, con la prohibición de que los niños de entre 13 y 16 años estuvieran en la calle después de las 22:00 horas en invierno y de las 00:00 horas en verano. Sin embargo, no sólo hubo medidas restrictivas: se fortalecieron las asociaciones de padres, donde se les instaba a pasar más tiempo con sus hijos. Del mismo modo, se promovió un amplio abanico de actividades culturales y deportivas para los jóvenes. El consumo de drogas también se redujo de forma drástica.

El «modelo islandés» ha llamado la atención de toda Europa. En 2006, Bruselas creó el programa «Youth in Europe». Hasta 35 municipios de 17 países realizaron encuestas similares a las que se habían hecho en Islandia para conocer los patrones del consumo. Encuestas que serían supervisadas por técnicos del Centro Islandés de Investigación y Análisis Social (ICSRA). Tarragona es una de las ciudades que, desde 2015, ha implantado las técnicas de Islandia. De hecho, países como Argentina, Colombia, Chile, Brasil y México están muy atentas a su evolución con el objetivo de implementar este modelo.

Como ya adelantó LA RAZÓN, el «guión» de la futura ley también tendrá muy en cuenta la publicidad y el patrocinio de las bebidas alcohólicas. Por ello, se valorará «la restricción del patrocinio del alcohol de grandes referentes para menores». No en vano, uno de los puntos que más preocupa a los expertos es que los niños, pendientes de emular a sus ídolos, les «imiten» también en aquellos anuncios de cerveza y otros alcoholes que protagonizan con frecuencia. De este modo, y de salir adelante, el futuro texto prohibiría la presencia de famosos –sobre todo procedentes del mundo del deporte y de la televisión– en este tipo de «spots».

No hay que olvidar que el cerebro de los adolescentes es especialmente vulnerable ante el consumo de alcohol. La causa podría encontrarse en el efecto tóxico que produce en un cerebro que se encuentra en pleno desarrollo, pues no acaba de formarse y madurar hasta que cumplimos los 20 años, aproximadamente. Es durante esta etapa cuando se gestan funciones cerebrales y capacidades individuales que son fundamentales para la vida adulta. Así, entre otras áreas, el alcohol «intoxica» una fundamental: el lóbulo prefrontal, del que dependen tareas cognitivas tales como el control de la conducta impulsiva y la toma de decisiones.