Crimen de Asunta

El escenario de la «jefa de los cazafantasmas», embriagado por la tristeza

En el parque de La Alameda de Santiago, el protagonista del blog de Asunta

El escenario de la «jefa de los cazafantasmas», embriagado por la tristeza
El escenario de la «jefa de los cazafantasmas», embriagado por la tristezalarazon

El tiempo, a menudo inclemente sobre esta ciudad, parece haberse acompasado a ese latir pesadumbroso que se intuye entre la gente que estos días camina por el parque de La Alameda de Santiago. Una lluvia fina y melancólica otorga al paseo, recorrido habitual de los habitantes de la capital gallega, un color lúgubre y grisáceo. Bajo el paraguas, eran pocos los que ayer se aventuraban a recorrer el parque en el que Asunta Yong-Fang Basterra Porto ubicó el escenario de sus fantasías literarias, las que recogía en su «peculiar» blog –tal y como ella misma lo calificaba–, que comenzó a escribir tras la muerte de su abuelo paterno. Este domingo se cumplía una semana de la aparición del cadáver de la menor en la pista forestal de Teo (La Coruña) y algunos transeúntes no se resistían a mirar de reojo el colegio Rosalía de Castro donde la pequeña estudiaba, ubicado frente al parque donde escribió el fantasmagórico –y único– relato del que consta su blog, en el que contaba la historia de un hombre que busca vengar la muerte de su esposa y acaba corriendo la misma suerte que ella. Autoproclamándose la «jefa de los cazafantasmas», Asunta subió una imagen al blog sentada en uno de los bancos del parque de La Alameda –es, de hecho, una de las más difundidas de la pequeña– junto, según ella imaginaba, al espíritu de John, el protagonista de su relato, que vagaba por el paseo esperando reencontrarse con su amada. El escenario de sus aventuras literarias parecía ayer distinto al que se mostraba en sus fotografías, embriagado por la tristeza que muchos de los vecinos que caminaban por la zona mostraban al ser preguntados por el suceso. «Por Dios. Esto fue una tragedia muy grande. Aún no nos creemos lo que ha ocurrido. Los veíamos pasear por aquí y no imaginábamos tal cosa», comenta María Fernández, una residente de la zona que acostumbra a pasear por el parque con un grupo de amigas. De hecho, «tragedia» es la palabra común y una de las pocas que quienes conocían a la familia se atreven a pronunciar. El desconcierto reina entre algunos de los transeúntes de este paseo de carvallos que bordea la zona monumental de la ciudad; aunque, otros, los menos, aseguran que reina la «normalidad». «Paseo por esta zona todos los días», afirma Gloria Ortega, pero «pese al desgracia por aquí nos vemos los de siempre. Hoy hay menos gente por la lluvia», explica. Una semana después de la tragedia, con los padres de Asunta en prisión sin fianza e imputados por «homicidio» y «posible asesinato», algunos todavía intentan encajar el macabro puzle de este caso y les cuesta asumir que aquella niña a la que veían pasear con sus padres y sus abuelos por la zona haya tenido un final tan funesto. «Ésta es una ciudad pequeña, aquí todos nos conocemos», es otra de las frases más recurrentes entre los vecinos, que todavía no entienden cómo una «familia tan normal» ha podido acabar envuelta en este horrible suceso. Hoy, día en el que Asunta celebraría su 13 cumpleaños, el inicio de su relato –«Érase una vez una familia feliz; un hombre, una mujer y un hijo»– define bien el cruel sinsentido por el que muchos de los vecinos de esta ciudad se ven golpeados al pensar en esta familia rota por la tragedia.