Caso Bretón
El estigma de ser cristiano
El derecho a la libertad religiosa se vulnera en 82 países del mundo. En España existe «un laicismo agresivo» con el hecho religioso.
La vida de Asia Bibi pende de un hilo. La última decisión está en manos del Tribunal Supremo de Pakistán, que deberá absolver o ratificar la condena de muerte por blasfemia para esta campesina cristiana, madre de cinco hijos. Desde que el pasado 16 de octubre el tribunal superior de Lahore confirmó la sentencia de Bibi, sus abogados han iniciado el proceso de apelación en el Supremo. «Aún hay esperanzas. Mientras siga abierto el proceso legal, no está todo perdido», declara esperanzado a LA RAZÓN Joseph Nadeem, representante de la familia y tutor de las niñas.
Nadeem confiesa que no está muy satisfecho de la defensa de Bibi, ya que su último abogado «no apareció muchas veces por la audiencia». Y aunque Nadeem preferiría un nuevo abogado para la defensa de Bibi, lamenta que «debido a los problemas de seguridad, veo muy complicado que otro letrado vaya a aceptar llevar su caso». «Ahora queda esperar un par de semanas a tener un veredicto detallado de por qué se rechazó la apelación y presentar el recurso a la Corte Suprema de Justicia», indica el representante de Ashiq Masih, esposo de Asia. «No hay pruebas concretas contra Bibi. Tanto el juzgado de primera instancia como el Tribunal de Lahore sólo se basan en la declaración de esas dos mujeres campesinas que la denunciaron al mulá», insiste. Nadeem ve «muy improbable» que la sentencia de Bibi se lleve a cabo. El caso de Bibi es el primero de una mujer cristiana condenada a muerte y «Pakistán no ha llevado a cabo ejecuciones en seis años», explica a LA RAZÓN Liaqat Banuri, abogado del Tribunal Supremo. «La Corte Suprema nunca ha ratificado una sentencia a muerte por un delito de blasfemia», agrega Banuri, que alberga la esperanza de que se consiga la anulación de la condena. Sin embargo, el caso de Asia Bibi ha trascendido lo legal para convertirse en un pulso entre el Gobierno moderado paquistaní y los extremistas. Ashiq, el marido de Bibi, y las niñas se sienten en peligro; seriamente amenazados por los radicales. Por ese motivo, continúan viviendo en la sombra, cambiándose de casa en casa en distintos barrios de Lahore para estar seguros. El periodista y analista paquistaní, Taha Siddiqi, tiene una visión más pesimista sobre el caso de Bibi. A su juicio, «incluso si la apelación se presenta para una revisión en la Corte Suprema, no creo que ningún juez tenga el coraje para volver a abrir el caso, teniendo en cuenta las amenazas, sobre todo después del asesinato del gobernador de Punjab, Salman Taseer, y del ministro de Minorías, el cristiano Shahbaz Bhatti en 2011». En Pakistán hay un silencio informativo sobre el caso de Asia Bibi. « Ha habido muy poca cobertura en los medios de comunicación locales, así que es poco probable que Bibi reciba apoyo para la petición de revisión de su condena, siempre y cuando se llegue a presentar al Supremo», explica Siddiqi. Presentar el recurso de apelación al Tribunal Supremo no significa que un juez vaya a cogerlo enseguida. Puede tomar entre seis meses o un par de años antes de que se reabra su caso, debido a una acumulación de muchos casos pendientes», prosigue el analista pakistaní. Mientras tanto, Bibi y su familia seguirán viviendo con angustia y desasosiego la larga espera hasta que se celebre la audiencia en el Supremo para la revisión de su condena. Después de que se inicie–sostiene Siddiqi– «es poco probable que ella consiga ninguna justicia». Si Bibi fuera finalmente liberada, ella y su familia corren el riesgo de ser perseguidos por los extremistas, que pedirán su muerte. «Hay una tendencia para endurecer la ley contra la blasfemia, y cada vez es más difícil hablar de ello en Pakistán», advierte Siddiqi. La Corte Federal de la Sharia en Pakistán ha pedido una pena de muerte preceptiva por blasfemia, por lo que «hay un claro cambio de dirección del pensamiento de línea dura que se desarrolla en el país», apunta el analista.
Incluso, el abogado Nadeem Shakir, que representa actualmente la defensa de Bibi, confesó hace poco que él mismo se siente «amenazado» por los que piden la horca para ella. «En la corte, había unas dos docenas de personas que estaban en contra de Asia Bibi. No he recibido ninguna amenaza, literalmente, pero la presencia de esta gente hace el ambiente muy hostil hacia nosotros», relató Shakir.
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