Caso Bretón
El estudiante Bretón
Expresa su deseo de estudiar, aunque aún no se ha matriculado. Ningún familiar ha ido a verle a la cárcel
Aunque todavía no tiene muy claro qué, o al menos ésa es la sensación que transmite, José Bretón quiere empezar a estudiar. Eso es lo que ha asegurado en el Centro Penitenciario de Villena, en Alicante, donde permanece desde finales de agosto, tal y como ha podido saber LA RAZÓN.
El condenado a 40 años por el asesinato de sus dos hijos, los pequeños Ruth y José, «ha solicitado por eso un flexo para poder estudiar, pero todavía no se ha matriculado en nada», al menos no por el momento.
Y hasta entonces (si es que sucede) lo más seguro es que el flexo solicitado no le llegue. Cuando estuvo en aislamiento tenía la mala costumbre de leer y ponerse a hacer gimnasia en su celda a altas horas de la noche, sin importarle que estaba molestando al resto de presos, por lo que el director de la prisión está pensándose si darle o no el flexo, no quiere que Bretón vuelva a las andadas ahora que está tranquilo en el módulo 6, donde comparte celda con otro preso.
Y es que desde que José Bretón ha salido de aislamiento su comportamiento ha mejorado notablemente. «Es un preso más, José Bretón ya no finge» tener problemas de movilidad como hizo en la prisión de Valdemoro, en Madrid, donde decía no poder caminar e iba arrastrándose como si las piernas le fallaran, llegando incluso a pretender que los funcionarios le llevaran a pulso. Una pantomima por la que incluso fue trasladado de urgencia a un hospital. Tampoco se niega ya a ingerir la comida de la cárcel por miedo a que le envenenen, tal y como hizo anteriormente. «Ahora se comporta como un preso normal. Lee, pasea y poco más»; Bretón lleva una vida aparentemente tranquila entre barrotes.
Durante este tiempo «no ha ido a verle ningún familiar, solamente su abogada». Bretón siempre ha querido que lo trasladasen a la prisión de Córdoba para poder estar más cerca de sus padres. De hecho, el acusado de drogar y quemar a los pequeños Ruth y José llegó a decir en diversas ocasiones que consideraba una «injusticia» que no le llevasen a la prisión cordobesa estando sus padres mayores. Podría ser que los años y los achaques les impidan viajar, no así a sus hermanos, que en ningún momento han ido a verle a la prisión de Villena. Tampoco ha ido a visitarle ningún antiguo amigo suyo. Bretón sabe que está solo. Una soledad que parece haberle despertado del comportamiento infantil que demostró en otras prisiones.
Peculio elevado
Pero aunque su familia no vaya a verle, nunca olvida ingresarle «entre 80 y 100 euros a la semana. De hecho, el pasado sábado José Bretón tenía 200 euros de peculio». Un dinero con el que se recarga la tarjeta que puede emplear en el centro penitenciario de Villena para comprar cosas del economato de la prisión, desde una lata de atún hasta una botella de agua. En eso le miman, porque el peculio que suelen recibir los presos asciende a 30 o 40 euros, no 80 o 100.
Dicen de Bretón que «está delgado», más fino si cabe que cuando tuvo lugar el juicio. Si bien, no hay mucha diferencia. Puede que «esté más delgado, aunque tampoco es que la diferencia sea enorme, la verdad», aseguran las mismas fuentes.
A la espera de que alguien se digne algún día ir a verle, José Bretón tiene en mente una fecha, sabe que «entre noviembre y diciembre tiene una revisión de su grado en Madrid». Una buena excusa para tener la mente ocupada, aunque seguramente sepa que va a continuar en segundo grado.
Aunque ese día en algún momento llegará. Entonces, la prisión de Villena tendrá que informar a la Policía Nacional de Huelva en el momento en el que se le concedan los permisos de dónde va a en concreto a disfrutarlos.
Además, en el futuro, el centro penitenciario alicantino tendrá que comunicar las salidas de Bretón con el fin de liquidar la prohibición de acercamiento y comunicación durante 21 años por cada delito de asesinato a su ya ex mujer, Ruth Ortiz, a Obdulia (su ex suegra) y a Estanislao, el hermano de Ruth.
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