Seguridad alimentaria

El fraude de la carne de caballo alerta a Europa

La UE convoca una reunión con los países afectados. España no ha detectado ningún caso y no acudirá

Bert Hobold posa en su carnicería de Alemania, especializada en carne de caballo: «A pesar de todo, se vende bien»
Bert Hobold posa en su carnicería de Alemania, especializada en carne de caballo: «A pesar de todo, se vende bien»larazon

El escándalo de la presencia de carne de caballo en productos precocinados ha comenzado a tomar tintes preocupantes en Europa. De momento no hay riesgo para la salud, pero el miedo a nuevas crisis alimentarias como la de la E.coli o la de las vacas locas han provocado que países como Francia o Reino Unido exijan mayores medidas de control. Para intentar poner coto al problema, el ministro de Agricultura irlandés, Simon Conveney, ha convocado para hoy en Bruselas una reunión informal con los responsables sanitarios, de agricultura y de consumo de los países afectados para analizar cómo han podido llegar trazas de carne de caballo a productos precocinados de carne de vacuno, sobre todo, hamburguesas y lasañas. La Comisión Europea dejó claro que no existe «peligro sanitario» y descartó, de momento, tomar medidas extraordinarias. «Las normas de la UE no permiten ninguna prohibición. No estamos hablando de una cuestión de seguridad alimentaria. Nadie ha enfermado. Es una cuestión de etiquetado», explicó el portavoz de Salud, Fréderik Vincent.

«Los estados miembros están comprobando la trazabilidad y la seguridad de los productos» para determinar «si puede haber medicamentos que se puedan haber utilizado» en su preparación, añadió, para agregar que el objetivo ahora es «comprobar quién ha hecho qué y desde cuándo», para subsanar el error. En este sentido, el Ejecutivo comunitario contempla la posibilidad de que sea un caso de «fraude» dado que la normativa comunitaria obliga a precisar en el etiquetado de los productos transformados el tipo de carne animal con la que se elaboraron, mientras que en el caso de la carne fresca se obliga a precisar el país de origen. Si en el proceso ha habido fraude, los estados miembros deberán tomar medidas a nivel legal contra los operadores responsables.

Media Europa afectada

Las comandas de los productos retirados del mercado en Reino Unido, Francia y Suecia habían pasado por las manos de cuatro empresas y cinco países antes de ser comercializados. Alemania y Dinamarca también han vaciado las estanterías de determinados productos. No obstante, la Comisión considera que es un «poco precipitado» pensar en la implantación en la UE de un etiquetado obligatorio sobre los productos transformados en relación a la carne, una idea que el ministro francés de Consumo, Benoît Hamon, defendió.

Las reglas que rigen actualmente en la UE diferencian la carne fresca de los productos elaborados con carne. Para el primer ejemplo, el etiquetado es obligatorio en el caso del bovino desde la crisis de las «vacas locas», pero a partir del 1 de enero de 2014 también lo será para el pollo, el cerdo y otros animales. Para la carne transformada rige un principio de trazabilidad mediante controles y certificados veterinarios, que sin embargo no tienen reflejo en las etiquetas.

En España, el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, aseguró que este escándalo no afecta a España. «No se produce una crisis sanitaria porque es un problema de etiquetado. No tenemos datos de que en España se haya encontrado nada de esta naturaleza y no hay productos detectados», aseguró Cañete a pesar de que hace unos días la Organización de Consumidores OCU denunciara la presencia de ADN de caballo en varias partidas de carne de los supermercados AhorraMas y Eroski. Los datos de esta alerta, desmentida por los supermercados, no han sido trasladados a las autoridades, por lo que el Gobierno no ha dado veracidad a esta información.

Ninguno de los controles nacionales ni regionales han detectado fraude. Según explicó Carlos Arnáiz, subdirector general y coordinador de Calidad del Consumo y Cooperación Institucional del Instituto Nacional de Consumo, para fiscalizar la legalidad del etiquetado «se comprueba si incluye toda la información exigida (origen, la denominación, contenido...). Después, se verifica la veracidad de lo que dice la etiqueta».

Las responsables de realizar inspecciones periódicas son las comunidades autónomas. También la Administración hace sus propios análisis, en colaboración con las administraciones regionales y, además, existen programas de control coordinados a nivel europeo.

«Cuando se detecta un producto sospechoso se activa un mecanismo de cooperación entre las administraciones nacionales y regionales, e incluso europeas. Si se trata sólo de un problema de etiquetado que se puede corregir, la comunidad autónoma lo retira e incoa un expediente sancionador. Si no se puede, se puede llegar a prohibir la comercialización. En el caso de que exista riesgo para la salud, se activa una alerta alimentaria a nivel europeo y se retira el producto. A lo que todos los países miembros estamos obligados es a comunicar siempre que se prohíbe la comercialización de algún tipo de producto», concluyó Arnáiz.

Los quesos ecológicos, los más contaminados un signo de su amor por China»

Científicos de la Universidad de Las Palmas han analizado 61 marcas de queso –54 convencionales y 7 orgánicos–habituales en cualquier supermercado. Y, si bien en la mayoría de los casos no hay motivos para la preocupación, algunas marcas presentan niveles de residuos contaminantes superiores a los que aconseja la Unión Europea. Curiosamente, en la mayoría de los casos se trata de quesos ecológicos. Así, se han hallado restos de bifenilos policlorados (PCB), compuestos procedentes de pesticidas y de las emisiones contaminantes. Si bien la UE recomienda no sobrepasar los 3 picogramos de PCB por gramo de queso, en algunos casos analizados superaban los 76 picogramos. ¿Existen riesgos? Si bien los expertos creen que no hay un análisis inequívoco al respecto, lo cierto es que los PCB son sustancias carcinogénicas y mutagénicas, es decir, capaces de producir cáncer y provocar mutaciones en el ADN.