Sociedad

El mar dejará de ser azul: ¿rosa, verde o naranja?

El cambio climático está provocando cambios importantes en el fitoplacton y eso hará que el color de los océanos pierda su característica tonalidad

El Lago Rosa se encuentra al norte de la península senegalesa de Cabo Verde
El Lago Rosa se encuentra al norte de la península senegalesa de Cabo Verdelarazon

El cambio climático está provocando cambios importantes en el fitoplacton y eso hará que el color de los océanos pierda su característica tonalidad

Hay un lugar en Lanzarote donde el agua toma un color verde oliva. Es intenso y contrata mucho con el negro de la arena que le rodea. Es la Laguna de los Clicos y está encajada en mitad de dos montañas, lo que intensifica aún más el tono de sus aguas. Éste se debe a las altas concentraciones de azufre que existen en el terreno. Algo parecido a lo que ocurre en Las Coloradas, un pequeño puerto de Yucatán. Allí, la concentración de sal y de microorganismos hacen que sus aguas se tiñan de un peculiar tono rosa. El cambio climático está provocando cambios importantes en el fitoplacton y eso, en las próximas décadas, hará que el color de los océanos se vuelva tan característico como en estos dos primeros lugares.

Serán más azules y más verdes. Brillarán con intensidad y saltarán las alertas. Según el estudio del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), estos organismos se mezclarán con otros tantos a medida que la temperatura global aumente en todo el mundo. Para comprobarlo, los investigadores han desarrollado un modelo que simula el crecimiento y la interacción de diferentes especies de fitoplacton y algas, así como también han reproducido la forma en la que se absorbe y se refleja la luz. La conclusión principal es que el color del agua cambia a medida que el calentamiento global afecta a las estas comunidades y que, por lo tanto, para 2010, más del 50% de los océanos del mundo transformarán de tonalidad como consecuencia del cambio climático.

El análisis, publicado en la revista “Nature Communications”, sugiere que las regiones azules, como la subtropicales, se volverán aún más brillantes; igual que la de los polos, en las que el verde se volverá más intenso. “Los cambios no parecerán tan extremos a simple vista”, avisa la autora principal y responsable del departamento de Ciencias de la Tierra del MIT, Stephanie Dutkiewicz. “Aún así, será lo suficientemente diferente como para que afecte a la red alimenticia del fitoplacton”. El color definitivo dependerá de cómo la luz solar interaccione con todos los elementos que se encuentren en el agua. Si hay organismos en ella, éstos podrán absorber y reflejar diferentes longitudes de onda.

Desde finales de los 90, los satélites han determinado estas variaciones gracias a la cantidad de pigmentos, como la clorofila, presentes en el mar. Aunque Dutkiewicz asegura que este dato no necesariamente refleja los efectos del cambio climático: cualquiera de sus alteraciones podría deberse también a “variaciones naturales”. Por eso, en vez de buscar evidencias a partir de la clorofila, optaron por controlar las variaciones de luz a través los satélites. “Es un proceso complicado entender cómo la luz se refleja en el océano para darle su color”. Cuando el grupo comparó los resultados con las mediciones realizadas por los satélites en el pasado, encontraron que los coincidían y servían para predecir la evolución del color de los océanos.

Atendiendo a su predicción, el cambio climático está cambiando la composición del fitoplacton y, por extensión, el color de los océanos. A finales de siglo, nuestro planeta azul podría verse especialmente alterado. “Habrá una notable diferencia en el color de la mitad de los océanos para finales del siglo XXI”, concluye la investigadora. “Eso podría ser potencialmente grave. El fitoplacton absorbe siempre la luz de manera diferente, por lo que, si el cambio climático altera su composición, también podría cambiar su forma de alimentarse”. Incluso, la forma en que refleja la luz.