Salud
El nacimiento de un bebé sin rostro, el caso médico que escandaliza en Portugal
El obstetra no detectó nada extraño en ninguna de las ecografías, a pesar de estar obligado a incluir en el informe las características morfológicas del bebé
El obstetra no detectó nada extraño en ninguna de las ecografías, a pesar de estar obligado a incluir en el informe las características morfológicas del bebé. Es el cuarto caso por el que será investigado.
Una pareja portuguesa esperaba con ilusión y cierta ansiedad el nacimiento de su hijo Rodrigo. Todo el embarazo había transcurrido sin problemas. Todas las pruebas indicaban que el bebé llegaría sin problemas. La pareja se sometió a las tres ecografías de control establecidas en el protocolo médico de un embarazo y en ninguna de ellas el médico detectó nada, informa "Correio da Manhã". Para tener un recuerdo de los últimos meses de su futuro hijo en la barriga de su madre, decidieron hacerse una ecografía 5D, mucho más detallada, en la que se aprecian mucho mejor las características físicas del neonato. Fue en ese momento cuando la pareja recibió la primera advertencia de que algo podría no ir bien y que podría tener alguna malformación. La pareja llevó el informe a su obstetra, que les tranquilizó y les garantizó que no habría ningún problema. Pero no ocurrió así y los temores de la pareja se confirmaron el pasado 7 de octubre en el Hospital Sao Bernardo de Setúbal. Rodrigo nació sin nariz, sin ojos y con malformaciones en el cráneo, por lo que la prensa portuguesa lo "bautizó"como en niño sin rostro.
La noticia ha generado un escándalo médico sin precedentes en Portugal porque Artur Carvalho, el obstetra encargado de hacer el seguimiento del embarazo y jefe del departamento de obstetricia y ginecología del Hospital Setúbal durante 29 años, no advirtió a los padres de las graves malformaciones de su hijo, un profesional médico que seguía ejerciendo a pesar de tener cuatro expedientes disciplinarios abiertos.
La madre de Rodrigo ha presentado una denuncia contra Carvalho y el caso ha llegado hasta la Fiscalía, que ha abierto una investigación sobre lo ocurrido.
Carvalho atendió a la pareja durante todo el embarazo en una clínica privada en la que le hicieron hasta tres ecografías, sin que en ninguna de ellas se percatara de las evidentes malformaciones del feto. Las ecografías de control se realizan en las semanas 11-13, 18-20 y en la 33-34.
En la primera se determina le edad gestacional del feto y sirve para ver la situación de la placenta, el número de fetos y el pliegue nucal (test combinado del primer trimestre) y se puede ver ya la formación de los ojos. En la segunda, es en la que se estudia más a fondo la formación de los órganos y sirve para ver posibles anomalías de desarrollo. En esta prueba de ultrasonido se estudia la evaluación morfológica, sistemática de las estructuras del feto. En la cabeza hay una serie de estructuras que deben ser reconocidos y el médico debe indicar en su informe si se ven o no. Entre los elementos analizados son la altura del feto, la medición del cerebelo, se debe ver la cara para examinar la presencia de la nariz, las órbitas, los ojos, los labios y los dedos de las extremidades inferiores y superiores.
En la tercera se valora el crecimiento fetal o se busca detectar una malformación tardía, aunque siempre suelen manifestarse en el anterior ultrasonido. En el caso de que detecte alguna malformación en el feto, suelen recomendarse alguna ecografía más para seguir la evolución. La omisión de estas malformaciones o no haberlas detectado, a pesar de que los padres le alertaran de que en una ecografía posterior les habían dicho que el bebé podría tener malformaciones, es un grave error médico que ha escandalizado a la sociedad portuguesa.
Pero en esta ocasión, la pareja no tuvo conocimiento de las graves malformaciones de su bebé hasta el parto. Los médicos diagnosticaron que Rodrigo moriría a las pocas horas, pero han pasado 10 días y el bebé sigue luchando por vivir.
Según "Correio da Manhã", el fiscal ya había investigado al médico en 2011, en un caso similar al de Setúbal que finalmente se archivó.
En enero de ese año nació Luana pero los médicos no querían llevarla con su madre, no se atrevían a mostrársela. El primero en verla fue el padre. Estaba en una incubadora con las piernas al revés y las rodillas dobladas hacia adelante. No tenía mentón. Nadie supo darles una explicación.
Los médicos, extrañados, le preguntaron a la madre si había llevado un seguimiento ecográfico del embarazo. Y así había sido. Se hizo las tres pautadas en el protocolo, una por trimestre, pero no se las hizo en la sanidad pública sino en una clínica privada en Amadora y el médico responsable de su caso fue también Artur Carvalho. Y fueron un tanto "extrañas". Los ultrasonidos fueron "muy rápidos y se realizaban en minutos". Y nunca la habían sometido a la ecografía morfológica del segundo trimestre.
Si se identifica este tipo de malformación, la legislación lusa establece la posibilidad de interrumpir el embarazo. Hasta las 24 semanas si es una malformación compatible con la vida, es decir, si el bebé puede sobrevivir, como con el síndrome de Down, por ejemplo, y hasta el final del embarazo si el pronóstico apunta a a la muerte después de muy poco tiempo. En tales casos, para que el bebé no nazca vivo, el feticidio aún se realiza en el útero. Según la ley, estos embarazos, a diferencia de los que ocurren hasta 10 semanas, que solo son decididos por la mujer, requieren la autorización de un comité técnico del hospital en cuestión.
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