Pena de muerte
El verdugo aún ejerce
Sin contar con China, casi un millar de personas fueron ejecutadas en el mundo durante 2017, la menor cifra de los últimos años, pero que puede crecer por la lucha contra el Estado Islámico
Sin contar con China, casi un millar de personas fueron ejecutadas en el mundo durante 2017, la menor cifra de los últimos años, pero que puede crecer por la lucha contra el Estado Islámico.
En 2017, 993 personas murieron en el mundo a manos del verdugo. Pero la cifra se queda muy corta si tenemos en cuenta que el mayor carnicero del mundo, China, guarda como secreto de Estado el número de ejecuciones, que Anmistía Internacional calcula en más de mil al año, y que otros países como Vietnam o Corea del Norte tampoco facilitan datos. Aún así, es la menor cifra desde 2015.
El año pasado, en los corredores de la muerte aguardaban 21.919 reos, si bien, la mayoría eludirán su destino por haber sido condenados en países que mantienen la pena capital en sus códigos penales, pero que, en la práctica, ya no la aplican, como ocurre en las Antillas de origen británico, por ejemplo, Barbados o Trinidad y Tobago. En Japón, que ejecuta en secreto y sin avisar a las familias, se ha producido un repunte al cumplirse las penas por ahorcamiento de los 15 sentenciados por lanzar gas sarín en el metro de Tokio. Países en los que se prevé un aumento de las ejecuciones son Irak, por la guerra contra el Estado Islámico; Egipto, que ha sentenciado a centenares de los «hermanos musulmanes», y Arabia Saudí, como daño colateral de sus problemas bélicos en Yemen y la persecución a la minoría chií. En el otro bando, Irán, se sospecha que muchas de las condenas a muerte por narcotráfico esconden motivaciones políticas.
En el sureste asiático, hay que advertirlo, las ejecuciones por tráfico de drogas, como en Singapur, siguen siendo muy comunes. Si bien los reos occidentales no suelen acabar en el paredón o en la camilla, se han dado las primeras excepciones. En otros países, hablar de ejecuciones suena a sarcasmo. Por ejemplo, en Siria o en Sudan del Sur, que en plenas guerras civiles, con millares de muertos y desaparecidos, han dado cuenta de la aplicación de algunas sentencias. También hay países, como Filipinas, donde se abolió la pena capital, pero que presume de haber matado a varios miles de drogadictos y narcotraficantes de manera extrajudicial.
En Estado Unidos, por fin, el único país de América donde rige la pena capital, han vuelto las ejecuciones en los 21 estado que las aplican, tras la última moratoria. Texas sigue siendo el más entusiasta de la inyección letal.
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