Alfredo Semprún

Extranjeros y delincuencia

Con las estadísticas en la mano, tendrían razón quienes dicen que en España los foráneos delinquen más que los indígenas. Pero es una simplificación dolosa de un problema complejo que tienta a la demagogia.

Extranjeros y delincuencia
Extranjeros y delincuencialarazon

Con las estadísticas en la mano, tendrían razón quienes dicen que en España los foráneos delinquen más que los indígenas. Pero es una simplificación dolosa de un problema complejo que tienta a la demagogia.

Las estadísticas, en crudo, nos dicen que el 28 por ciento de los reclusos internados en las cárceles españolas son extranjeros. Si tenemos en cuenta que el porcentaje de población foránea en nuestro país es del 10,7 por ciento, se puede afirmar, como hacen los populismos de derechas, que los extranjeros delinquen mucho más que los indígenas, con las conclusiones que cabe suponer. Y sin embargo, detrás de las estadísticas penitenciarias juegan factores muy complejos que no permiten extraer fáciles certezas.

Por ejemplo, Instituciones Penitenciarias, que es uno de los pocos organismos oficiales que lleva al día sus datos, no distingue, porque no es su función, si el interno extranjero es residente en España o, por el contrario, se trata de un individuo que ha venido con la mera intención de delinquir y, una vez obtenido el botín, regresar a su lugar de origen.

Pensemos en los «ladrones de ley» del este de Europa y de los Balcanes, o en los «clanes familiares» rumanos, como se dice ahora para designar a los gitanos de toda la vida, que actúan como plaga en el ámbito rural, creando una alarma social que no conviene ocultar. También en las redes de tráfico de estupefacientes que llevan aparejada mucha «mano de obra» temporal.

Además, cuando estos delincuentes son detenidos, ingresan en uno de los sistemas penales más duros de la Unión Europea, en el que la duración de las condenas es muy superior a la media comunitaria. Es decir, permanecen largos años como «fijos» estadísticos.

Finalmente, la población de origen extranjero en España ha ido bajando, ciertamente, pero una de las causas, junto a la crisis económica, es el alto número de nacionalizaciones de emigrantes iberoamericanos, que ya figuran como españoles en el censo. Pero es cierto que los índices delincuenciales son mayores entre los extranjeros que entre los nacionales. Aparte de las razones expuestas, se encuentran factores como la falta de arraigo y de apoyo familiar y las distintas percepciones culturales. A medida que las comunidades se asientan en una sociedad sana y abierta como la nuestra, los índices descienden: en 2010 la tasa era del 35,6 por ciento.