Opinión
Intelectualidad
La gran inventiva surge en el tiempo libre, alejados de lo cotidiano y del teléfono móvil
No es bueno ir contra la evolución de las máquinas pero todo siempre dentro de un orden. Estamos ante la polémica de la inteligencia artificial, que trae de cabeza al planeta en la tarea de regular su control y su utilización y que puede llegar a ser entre peligrosa y muy peligrosa. Vamos, también, camino de la desintelectualización del ser humano ya que el trabajo erudito se está delegando en los ordenadores, también el trabajo de memoria lo hacen los diversos instrumentos que hoy tenemos al alcance de la mano, cayendo en desuso la retentiva para recordar un número de teléfono o la lista de la compra.
Es cierto que facilita mucho, ahorra papel y conduce a organismos oficiales a resolver problemas, pero hay gente que todavía, por edad y por raciocinio quizá neurológico, se ha quedado en lo básico, en lo analógico o en las antiguas opciones que nos ofrecía la tecnología quince años atrás. Esos móviles que sólo tenían servían para llamar o, como mucho, enviar un SMS, son hoy manejados por personas que han decidido no ser esclavos de redes, de mensajes a granel o de fotos.
Hace poco leí una entrevista a un científico que aseguraba no tener móvil porque le resta tiempo para pensar, asegurando que «si quieres tener una idea brillante no puedes estar pendiente de mil cosas a la vez». Olvidamos considerar que, en efecto, los grandes proyectos, los grandes propósitos o la gran inventiva surgen en el tiempo libre, alejados de lo cotidiano y del tráfago diario.
Ojalá durante esos períodos fuésemos capaces de dejar el celular en un cajón, utilizarlo sólo para «hablar con casa» o una emergencia. La obsesión por la actualidad, por la renovación de noticias o el tik tok estupidiza en demasía. ¿Qué tal si hacemos de esto nuestro gran propósito para el nuevo año?
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