La opinión de Paloma Pedrero

Invisibles a nuestros ojos

Alrededor del 66% de las personas sin hogar tenían trabajo y vivienda antes de caer en la exclusión

Una campaña de Hogar Sí para dar visibilizar a más de 37.000 personas en situación de calle
MADRID.-Hogar Sí lanza la campaña #NoMasAmigosInvisibles, para dar visibilizar a más de 37.000 personas en situación de calleEuropa Press

Cruz Roja, conocedora a fondo de esta realidad, nos dice que alrededor del 66% de las personas sin hogar tenían trabajo y vivienda antes de caer en la exclusión. Trabajaban, por lo tanto estaban integrados en el sistema de producción que nos hace ser o no ser. También nos dice esta Asociación que es un mito que la mayoría sean alcohólicos, es más, beben menos que la población en general. Otro asunto a destacar es que cada vez hay más mujeres y jóvenes en situación de calle. Algo especialmente terrible para ellas que se ven indefensas ante las agresiones físicas y sexuales, y ante ciertas circunstancias biológicas que, como la regla, requieren hogar y baño donde resguardarse y lavarse.

Estos son datos. Pero yo que he trabajado con ellos durante años en la Asociación Caídos del Cielo, donde hacemos teatro para su remontada, puedo transmitirles cosas particulares. Pondré nombres ficticios, por supuesto, pero no inventaré nada. Rosa, por ejemplo, había sido funcionaria durante mucho tiempo, su sensibilidad al límite del abismo la hizo caer. Tenía una pensión alta que no le ayudaba demasiado a salir del círculo vicioso en el que sobrevivía. Cobraba y el dinero volaba en las manos de todos los próximos. Después volvía a su banco frío de la plaza. Murió hace unos años rehabilitada. Era una de las mejores actrices que he conocido. Carmen, otra actriz increíblemente buena, culta y de familia burguesa, se dio a ciertas drogas cuando conoció a un chico de apellido ilustre. Tuvieron tres hijos y acabaron durmiendo en un coche. Ella ahora cuida nietos y añora el teatro. Acabo con Félix, este hombre se encontró a su mujer muerta cuando regresó a casa del trabajo. No pudo superarlo y lo perdió todo. Ahora es frutero.

En fin, conozco muchas historias más que aquí no cabrían, solo decirles que hay que mirarlos atentamente y acabar con el sinhogarismo como sea. Se puede. Algunas