
Vaticano y Ciudad Eterna
Peregrinos, turistas y, además, puente
Participar en el Jubileo 2025 o aprovechar el fin de semana en Roma ya era razón de muchos para estar en la Ciudad Eterna
Mucha gente se preguntará: ¿cómo habrá hecho el Papa Francisco para que todo el mundo estuviera en Roma en estos días precisos? Hay que imaginar más o menos su contestación en plan irónico y genial si se le hubiera preguntado porque sus respuestas a determinadas cuestiones siempre hacían reír. Seguro que algo orquestó porque lo ha conseguido. En Roma hay miles y miles de visitantes. ¿Es azar o era el destino?
Hay demasiadas casualidades para pensar que hasta esto lo dejó organizado porque irse así de repente, después de darnos a todos la bendición, no lo vamos a olvidar en la vida.
Roma es una ciudad que engaña porque es grande y a la vez tan peculiar por su enorme riqueza histórica, cultural, gastronómica... entre tantas otras cosas más que descubrirla no se hace en varias vidas. Es verdad que en todo alrededor de la Ciudad del Vaticano la marea de gente no ha cesado desde el lunes que falleció Francisco pero la pregunta viene ahora: ¿y todos han cogido un avión cuando se enteraron que Francisco nos dejó? La respuesta es no. Toda esta inmensa masa de visitantes presentes estos días en la capital de Italia se reparte entre turistas, peregrinos, cruceristas, religiosos, autoridades, etcétera. Son grupos que hacía tiempo que habían hecho su reserva y, mira por donde, les ha tocado estar en Roma en este momento que pasará a la historia.
El ambiente cambia según por dónde se camine, y lo hace radicalmente. Al Vaticano se acercan muchos de los que ya tenían su programa hecho porque venían, o al Jubileo 2025, o por el placer de conocer la casa madre de la religión católica, por lo que no les afecta en temas de ocupación extra de hospedaje porque ya tenían las reservas y los tours programados y contratados. De todas formas, hay cambios en sus recorridos porque desde las 17 horas de ayer, y para preparar los funerales de hoy del Santo Padre, ya no se podían acercar mucho a las zonas aledañas a la Plaza de San Pedro. Mucho de lo visitable alrededor había quedado bloqueado.
Hay otra gran masa de allegados en estos días en Roma porque precisamente ayer, 25 de abril, fue fiesta nacional en Italia. Y como ha caído en viernes cientos y cientos de italianos se han venido a pasar un largo puente a Roma. Esta reportera de LA RAZÓN puede dar fe porque hemos preguntando en las calles, bares, restaurantes, hoteles y pizzerías del centro o cerca del Vaticano: «Perdonad, ¿españoles? Y respondían: «No, italianos», y así por cada esquina. A ellos, además de recorrer la Plaza de San Pedro, les gusta sentarse a comer una buena pasta muy al dente y pueden pagar sin problemas por una Cacio Pepe en un restaurante de la Plaza Navona el dinero que haga falta.
Hay otro segundo grupo de visitantes en estos días que es enorme y que hablan español aunque no todos son de España. Los hay mexicanos, argentinos, venezolanos, ecuatorianos...
Este turismo es diferente porque muchos de ellos, a pesar de la enorme distancia, sí que han venido a estar estos días en el adiós al Papa y se hospedan en buenos hoteles. A lo que voy de nuevo: Francisco se nos fue de repente y resultó que aquí iba a estar medio mundo.
Los italianos que viven en Roma conocen bien cómo funciona su ciudad. En el Vicolo del Malpasso, una calle estrechita cerca de la Via Gulia, la señora Elisabetta Bertone y Sergio Lorina, matrimonio romano, paseaban ayer tranquilamente después de haberse tomado un café porque les gusta mucho venir a esa zona a desayunar. Viven en una casa en el Lungotevere, zona mucho menos turística y más pacífica. Ambos describen cómo funciona su ciudad: «Roma ha cambiado mucho porque antes venían a visitarla por periodos y ahora no es así, siempre está llena y la causa es que hay turismo normal y cada vez más turismo religioso. Éste pasa por sitios diferentes que el otro estilo de turismo. Los del ambiente religioso duermen en residencias que los grupos católicos ofrecen o en hoteles atendidos por monjas. Los meten después en autobuses para traerlos al centro y los llevan a comer a los sitios económicos en donde tienen acuerdos. Roma, en esto, recibe pocos beneficios porque son recorridos estabilizados, solo producen más caos que de costumbre pero a nivel económico no es rentable porque son como se dice en Roma ‘intrupatti’, es decir, como tropas de soldados».
Hay otros grupos de visitantes que están hospedados en hoteles cerca de la estación de Termini, como dos madrileños de la zona de Vicálvaro que iban caminando desde la Plaza de Venecia por la Via Vittorio Emanuele rumbo al Vaticano. Tenían el viaje preparado hace tiempo y la noticia del Papa les ha sorprendido aquí y ya han aprovechado la situación. Su viaje les ha salido muy barato, comen mucha pizza y pasta, y se declaran tan felices.
Por la Santa Sede también se encuentra Diana Beltrán, propietaria de cinco restaurantes mexicanos en Roma –entre ellos el afamado La Cucaracha al lado de los Museos Vaticanos, nada más y nada menos– y conoce muy bien el termómetro de las afluencias de visitantes de Roma: «No hay que confundir al turista general con los peregrinos, que llegan en grupos enormes y van a sitios cercanos al Vaticano y poco más. No hay que pensar que éstos vienen a comer tacos; ellos traen su ticket y almuerzan en puestos sencillos en las calles, como una pizza al corte o algo de pasta. Me temo que no vienen y se sientan en nuestros restaurantes», comenta.
Pero hay algún hecho menos positivo estos días: varias detenciones y denuncias de carteristas que hicieron saltar las alarmas aunque se trata de un problema ya habitual en los últimos años en la capital italiana. Entre el caos y la continua aglomeración los carteristas se multiplican y emergen entre los que viajan hacinados en el transporte público o esperan en las largas colas de la basílica.
Para hoy, la Policía y Protección Civil han dispuesto un amplio dispositivo de seguridad para el evento. Además, 11.000 militares, sin contar los equipos propios de las delegaciones internacionales, velará por que el funeral se celebre sin incidentes.
Sin embargo, existen diversas zonas de Roma que viven estos días como si no hubiera pasado nada y otras que están que parece que no cabe una pulga en la ciudad. Seguro que Francisco estará diciendo: «Os lo dije desde el primer día. ¡Hagan lío!, y os pido rezar por mí».
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