Opinión

Julio y agosto

Reencontrarse con la familia y sentirse tan distante de ella como si se perteneciera a otro planeta

Marta Robles
Marta RoblesAteneo Mercantil de Valencia

Julio. Agosto. Esos meses extraordinarios según el calendario establecido por nuestra sociedad. Cómo no. Aquellos en los que abandonamos la rutina, el trabajo, los problemas cotidianos y nos entregamos a la familia.¡Viva! Por fin estamos con los nuestros.Nada malo puede pasar… Solo que nos encontremos con nosotros mismos y nuestros fantasmas. Y si somos medio buenos de fábrica, todavía. Pero si tenemos venganzas personales contra el mundo que nos rodea o contra nuesto interior, qué sabe lo que puede acontecer. No lleguemos hasta ese límite terrible y aterrador que es el de la violencia. Pero antes de él, está la insatisfacción. Esa bestia temible y absurda que acecha en los hogares más felices. ¿Esto es todo? ¿No hay más que esto en la vida? ¿Por qué tengo tanto y siento que no tengo nada? En los meses de verano, en contraste con el mar azul, los más oscuros y perversos sentimientos. Reencontrarse con la familia y sentirse tan distante de ella como si se perteneciera a otro planeta. No disfrutar con el ocio. Echar de menos a los «odiados» amigos de la oficina… El verano no es fácil, aunque lo echemos de menos todo el año, lo magnifiquemos e incluso lo idealicemos. En julio y agosto, esos meses maravillosos, es cuando más violencia de género se registra. El calor. Las vacaciones. También es cuando más parejas acaban, cuando más matrimonios se terminan.Cuando más se rompe esa cuerda finísima de las relaciones humanas. Si están ustedes calibrando sacar ese monstruo que tienen dentro (como todos) desde hace tanto, respiren, controlen y antes de gritar, de desbarrar o de tomar la decisión equivocada piensen que julio y agosto son solo dos meses y el resto del año les espera…