Incendio en Seseña
La casa a la que nadie quiere volver
Más de una semana fuera de Seseña
Aunque el desorden no es para tanto, Daniel Pardo, de 33 años, se disculpa antes de dejarnos pasar a su casa de El Quiñón. «Está todo tal cual lo dejamos aquel viernes. A las 3:30 me empezó a sonar el móvil. Me comentaron que se estaban quemando las ruedas. ¿Lo primero que le dije a mi mujer? ‘‘Vamos a preparar unas mochilas, cogemos muda y poco más, que nos vamos’’. A las 4:00 ya estábamos fuera», recuerda. En el salón, junto a otros juguetes, aún tienen en una silla el vestido de chulapa que su hija pequeña iba a ponerse ese mismo viernes para celebrar el día de San Isidro en la guardería. Nayara y Nerea, de 2 y 5 años, se han trasladado temporalmente junto a sus padres a San Fernando de Henares, a la casa de la suegra de Daniel. Sólo acude puntualmente a su hogar para recoger algo de ropa y comprobar que todo está en orden. «Intento no hablar del tema delante de ellas. Que no te vean cabreado ni nervioso... Cuando nos preguntan, les decimos: ‘‘No podemos ir a casa porque hay humo’’. La mayor dice: ‘‘¡Pero yo quiero ir al cole!’’. ‘‘No es que no te queramos llevar, ¡es que está cerrado!’’», relata. Y lo tiene claro: «No sé si será en una semana o en un mes, pero mis hijas no vuelven aquí. Es muy triste que te hagan un dibujo de su casa y que sea todo en negro por el humo. Y con sus vidas no juega nadie». Daniel representa el enfado de los vecinos de El Quiñón. «Hace falta que salga alguien y que diga la verdad, que aquí no se puede vivir. Que no nos tomen por tontos diciendo que aquí no pasa nada. Tenemos que remar todos en la misma dirección. Me da igual a quién se vote. Me da igual la política. Llega un momento en el que no sabes qué hacer. ¿Por qué no pueden mis hijas estar con sus amigos y jugar con ellos? ¿Sabes la pena que da? Sólo queremos vivir saludablemente en nuestras casas».
Precisamente, el panorama es el opuesto. «El miércoles fue un día criminal. El peor. un montón de gente que estaba mareada fue a Urgencias. Daniel cuenta que, el pasado lunes, una conserje de la urbanización tenía picor en los ojos y presentaba dificultades para respirar. «Se fue a Urgencias. ‘‘¿Tiene usted a algún compañero que esté igual?’’, le preguntaron. Respondió que sí. ‘‘Llámele urgentemente y que venga aquí. Y llamen a la Guardia Civil. Esa zona hay que evacuarla’’», le dijeron. Le inyectaron ventolín en vena para abrirle los pulmones».
Daniel consulta con asiduidad la página de Facebook creada por los vecinos, que se ha convertido en la forma más rápida que tienen para comunicarse las últimas novedades en torno al estado de El Quiñón. El parte metereológico del día, la dirección que puede tomar el viento, si el colegio de la urbanización va a estar abierto o cerrado ese día... Para lo que ya no le valen a Daniel las redes sociales es para quedar con sus amigos a tomar unas simples cañas en el barrio. Ni siquiera ahora que el tiempo invita a ello. «Se te quitan las ganas. Muchos dicen: ‘‘Yo me voy de aquí. En la calle no se puede estar’’».
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