Médicos
Ocho semanas sin sexo para evitar el zika
La Organización Mundial de la Salud duplica el periodo de abstinencia, que antes estaba en un mes, para las personas que viajan a los países afectados.
La Organización Mundial de la Salud duplica el periodo de abstinencia, que antes estaba en un mes, para las personas que viajan a los países afectados.
El virus del Zika sigue siendo un gran desconocido. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) tiene que ir adaptando sus guías y recomendaciones a medida que van obteniendo una mayor evidencia científica. Así, ayer anunció que los consejos que difundió el pasado mes de febrero quedaban obsoletos en lo que a transmisión sexual se refiere. Mientras que hace tres meses concluía que sólo eran necesarias cuatro semanas de abstinencia o de sexo seguro para las personas que pasen por los países endémicos, ahora esa restricción se va a ampliar un mes más y ahora recomiendan ocho semanas. «La gente debe practicar sexo seguro o abstención durante, al menos, ocho semanas si regresan de áreas afectadas por el virus. Estamos elevando este periodo», afirmó Christian Lindmeier, uno de los portavoces de la OMS. «Este cambio es una muestra de lo que vamos aprendiendo cada día de esta enfermedad».
Por sexo seguro se entiende el uso correcto y permanente del preservativo, pero también posponer el inicio de la vida sexual, y el contacto sexual sin penetración. En caso de que ya se haya producido un contacto sexual sin protección y no se desee un embarazo ante las preocupaciones en torno al zika, las mujeres deben tener «rápido acceso a servicios de contracepción de emergencia y consejo», según marca esta nueva guía de la OMS.
No sólo eso, en lo que respecta a las parejas que buscan ser padres o de mujeres embarazadas, las recomendaciones son mucho más estrictas. El organismo «receta» retrasarlo también ocho semanas para aquellas que hayan pasado un periodo de tiempo en uno de los 60 países que han contabilizado casos y si el varón ha sufrido alguno de los síntomas relacionados con el zika (fiebre, sarpullido, dolor en las articulaciones o conjuntivitis) ese periodo debe ampliarse hasta los seis meses.
«Los datos que tenemos siguen siendo muy escasos y cambiantes. Por eso, a medida que se van teniendo más y la muestra sea mayor, se conocerán más conclusiones. Ahora sabemos que la persistencia del virus en el semen puede superar las cuatro semanas, de ahí que la OMS haya preferido ampliar este periodo», explica Antoni Trilla, epidemiólogo del Hospital Clínic de Barcelona y portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc). Pero no es el primer organismo que ya había alertado de la necesidad de ampliar el periodo de abstinencia. Así, el Centro de Control de Enfermedades (ECDC, en sus siglas en inglés) aboga, desde hace varias semanas, por que la restricción de la actividad sexual se amplíe varios meses. No obstante, a pesar de esta nueva pauta, desde la OMS siguen desaconsejando que se realicen de forma rutinaria test para detectar el virus en el semen, aunque sí que apuntan la necesidad de que se les ofrezca esta posibilidad a las que hayan sufrido alguno de los síntomas y, tras las ocho semanas establecidas tras su regreso, puedan realizarse este test.
El zika ha sido asociado a un aumento de microcefalia en Brasil desde que se inició el brote en febrero de 2015, así como al fuerte aumento de desórdenes neurológicos en éste y otros países de Suramérica. Una relación que no había aparecido antes en otras zonas de África donde el zika también ha estado presente. «Es probable que los estudios demuestren algún tipo de alteración en el ácido nucleico que compone el ARN del virus, pero, por ahora se desconoce el motivo por el que está atacando al sistema nervioso central», sostiene Trilla. Algunos expertos ya apuntan a una posible mutación del virus, pero de acuerdo con este experto, «este tipo de patógeno es muy sencillo y podría sufrir pequeñas mutaciones», que no se sabe cómo afectarían. «Aún es pronto para determinarlo», añade.
Otra de las grandes incógnitas de este nuevo virus es por qué produce microcefalia en algunos bebés y en otros no. Por ahora sólo se puede decir que es una lotería, pero «en Estados Unidos ya se ha hecho un modelo en el que se refleja que el riesgo de malformación se sitúa entre el 1 y el 14 por ciento», explica el portavoz de Seimc. Sin embargo, entre los factores que se están barajando para comprender por qué algunos bebés nacen sanos y otros con malformaciones, los epidemiólogos sugieren que «la coinfección por dengue podría ser una de las claves». Esta teoría la confirmaría el único caso, por ahora, de microcefalia confirmado en España. Es el de una embarazada en Cataluña que viajó a Venezuela, donde el mosquito transmisor del virus está presente. Al volver a nuestro país le detectaron zika y dengue. Ella es, por el momento, el único caso de las 19 embarazadas que han dado positivo al virus. Tres de ellas ya han dado a luz a niños sanos.
Los expertos tampoco descartan que otra variable importante sea el factor genético. «Es muy probable que en función del sistema inmunitario de uno u otro feto pueda sufrir problemas neurológicos», sostiene Trilla. Éste podría ser el caso de la pareja de mellizos que nació hace unos meses en Brasil. Uno de ellos tiene microcefalia y el otro no.
Además de en el semen, los expertos también han localizado carga viral en otros fluidos como la saliva y la orina, donde puede permanecer hasta 29 días después de la infección. «Ahora mismo ya se está buscando hasta en la raíz del pelo, pero desconocemos si a través de esta vía también se contagia. Es cierto que el sexo oral puede suponer un riesgo, pero no tanto por la saliva como por el semen», insiste el experto del Hospital Clínic de Barcelona. Eso sí, lo que tienen claro es que el zika no circula por el aire y que «un simple tosido pueda transmitirlo es difícil», en comparación con la transmisión por el mosquito «aegipty». Con una sola picadura es suficiente.
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