Sucesos

María avisó a su madre antes de matar a sus hijos: «Me voy con el Creador»

El padre de los dos menores pasará a las 10:00 horas de hoy a disposición judicial. La madre aún permanece internada en la unidad psiquiátrica del Hospital Lliria a la espera de la decisión del magistrado.

Forenses valoran el estado psiquiátrico de María
Forenses valoran el estado psiquiátrico de Maríalarazon

El padre de los dos menores pasará a las 10:00 horas de hoy a disposición judicial. La madre aún permanece internada en la unidad psiquiátrica del Hospital Lliria a la espera de la decisión del magistrado.

El padre de los dos menores asesinados en Godella, Valencia, el pasado miércoles, Gabriel Salvador Carvajal pasará a las diez de la mañana ante el titular del juzgado número 4 de Paterna que investiga los hechos al encontrarse de guardia el día de la tragedia. Mientras, María Combau, la madre de los pequeños, se encuentra ingresada en la unidad de psiquiatría del Hospital Lliria y está previsto que el magistrado acuda al centro a tomarle declaración a lo largo del día o mañana, según el estado en que se encuentre. A partir de este momento, el juez decidirá si ingresa en prisión o en un centro psiquiátrico.

María Gombau padece un trastorno mental severo y aunque tiene pautada medicación por parte de un profesional psiquiátrico, llevaba un tiempo sin tomarla, según fuentes de la investigación. Un forense del juzgado de Paterna la evaluó ayer por la mañana y ahora habrá que determinar si el grado de su patología la convierte en inimputable, según las mismas fuentes, al haber podido cometer el crimen en un brote. Su madre era conocedora de la delicada situación y ya no sabía cómo ayudar a su hija sin que ella recelara de su comportamiento «invasivo» con ella y la familia que había decidido crear, lejos de la opulencia de las urbanizaciones colindantes, residencia de políticos y futbolistas.

«Consideraba que su madre se metía en su forma de crianza, de cómo vivir la vida... Esa pobre mujer ha sufrido mucho», explica una amiga de la familia. Los Mensúa son muy conocidos en la localidad de Rocafort, separada sólo por una rotonda de Godella. El abuelo de María fue un conocido arquitecto y diseñó parte de la urbanización Santa Bárbara, un lujoso conjunto de viviendas a apenas unos metros de donde, muchos años después, acabaría viviendo su nieta de okupa. El matrimonio de abuelos dejó bastante herencia a los «siete u ocho» hermanos que eran, entre ellos, la madre de María, que ha sido la persona que más ha luchado por salvar a los pequeños Amiel, de casi cuatro años, y Rachel, de poco más de siete meses. «Ella nunca hubiera pensado que sus nietos estaban en peligro, sólo que no quería que estuvieran pasando frío y penurias», explica la mujer, en la zona de Careco de Godella, donde vive parte de la familia de María.

Ahora, mientras la presunta homicida sigue ingresada en el Hospital Aranau de Vilanova (Valencia) a la espera de pasar a disposición judicial junto con su novio, Gabriel Salvador, la abuela está siendo arropada por sus hermanos. Uno de ellos pidió día de permiso en el trabajo para estar al lado de su hermana que, dicen, tiene «sentimiento de culpa». Sin embargo, trató de avisar a las administraciones de la peligrosa situación en la que se encontraban esos dos niños. «¿Va la Policía y Asuntos Sociales a la casa y les parece que están en condiciones dignas? No entiendo nada», comentaba la vecina. Y es que la pregunta sobre por qué esta familia no tenía un seguimiento, sin necesidad de denuncia, era la pregunta del día ayer en Rocafort y Godella.

Según explicó la alcaldesa de este último municipio, Eva Sanchís, en el Ayuntamiento se habían abierto dos expedientes. Uno fue en 2016 por un conflicto de «convivencia vecinal», a petición del Juzgado 2 de Paterna. Fue archivado al comprobar que habían abandonado el municipio. Y es que María y Gabriel, dentro de su estilo de vida hippie, han tenido varias residencias. Antes de instalarse en la lúgubre infravivienda de los hechos (medio quemada, con trozos de pared derruida entre la maleza...) habían vivido en Bruselas, de donde él es originario. Pero en esta casa, que no cuenta ni con agua ni luz (no se habían molestado en engancharla de forma ilegal) llevan desde que María estaba embarazada de Amiel. El Ayuntamiento reconoció que sí había un registro de entrada de solicitud de empadronamiento.

Tras ese expediente, no volvieron a saber nada de ellos de forma «oficial». Hasta ahora. Este mismo lunes, la abuela materna llamó a la Policía Local de Godella y varias patrullas acudieron a la casa, ahora escenario de un crimen. Comprobaron, según explicaron, que todos se encontraban «bien» y consideraron que el problema era un «conflicto relacional con la familia extensa». Es decir, que era porque madre e hija se llevaban mal. Y es que la llamada vino motivada por una fuerte discusión entre María y su madre. Tras la misma, la mujer pensó que su hija podía autolesionarse y por eso llamó a los agentes. Tenían una relación con altibajos pero no era raro verlas juntas. Hace menos de un mes fueron a la peluquería de Juan Aguilar y el profesional le cortó el pelo al pequeño Amiel. Eso sí, los 10 euros los pagó la abuela.

Si el lunes llamó a la Policía, el miércoles, horas antes de los homicidios, la mujer volvió a comprobar que algo no andaba bien en la cabeza de su hija porque recibió el mensaje: «Me voy con el Creador». Le fue suficiente para volver a pedir ayuda. Quizás viendo que el lunes los agentes locales no le habían hecho caso, decidió llamar al teléfono del Menor. Desde aquí, se pusieron en contacto con el área de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Godella e iniciaron un nuevo expediente. Esa misma noche María, acompañada de su pareja o quizás ella sola, cavaba la fosa de sus dos pequeños tras matarlos a golpes en la cabeza. A falta del informe de la autopsia, que determinará la causa de la muerte, los indicios apuntan a que murieron por un traumatismo craneal y que, además, hubo ensañamiento. A eso de las 7:30, un vecino dio el aviso de una mujer desnuda y su marido corriendo detrás, ambos ensangrentados. Ya era tarde.