Educación
Mariana Morales: «Quiero que las escuelas de Sudán sean lugares de paz»
Voluntarios tomarán las calles de Madrid en una carrera humanitaria que se celebrará mañana por la educación de los jóvenes africanos
Voluntarios tomarán las calles de Madrid en una carrera humanitaria que se celebrará mañana por la educación de los jóvenes africanos.
Este año, la Fundación Entreculturas organiza la séptima edición de su carrera solidaria, aunque por segunda ocasión con un objetivo claro: la educación de los niños de Sudán del Sur. Es el Estado más joven del mundo, logró la independencia en 2011 y puede decirse que allí se vive ahora la tercera crisis humanitaria más grave del mundo.
–¿Cuál es la situación de este país tras la guerra?
–Sudán del Sur es un país de 12 millones de habitantes y cuatro de ellos han tenido que huir de sus lugares de origen. El país lleva en guerra desde diciembre de 2013 y la situación no hace más que deteriorarse. Es un conflicto con tintes étnicos, pero el trasfondo es el control de los recursos naturales, pues es un territorio muy rico en petróleo.
–¿Cuándo y dónde se va a organizar la carrera?
–Es este domingo en la Casa de Campo de Madrid. Elegimos organizar una carrera porque el deporte une mucho. Se han movilizado también colegios y se han preparado unidades didácticas para los alumnos centradas en descubrir aspectos esenciales de la riqueza de Sudán del Sur. Queremos que se abra un debate. Esperamos que haya mucha gente, la recaudación de fondos viene de la inscripción, aunque también hay empresas que nos patrocinan. Además, ya tenemos carreras organizadas en otras 13 ciudades españolas
–¿Cuáles son los objetivos que os habéis marcado?
–Queremos conseguir la escolarización de 1000 niños en una zona llamada Mabán. El segundo objetivo es facilitar otros espacios infantiles y juvenilespues es una forma de darles esperanza y mantenerles ocupados.
–¿Por qué apostáis en primer lugar por la educación?
–En las situaciones de crisis normalmente las ONG trabajan para paliar el hambre. Nosotros queremos poner al mismo nivel la educación, aunque es muy difícil. En el momento en el que hay una emergencia es tan importante poner en marcha programas educativos, como el resto de necesidades básicas, porque si no el país está condenado.
–Con todas las étnias que conviven, ¿os habréis encontrado dificultades?
-Sí, pero queremos que las escuelas sean lugares para favorecer la diversidad y la paz. La verdad es que son un continuo ejemplo de integración para todos nosotros.
–(Gonzalo). Con mi pareja.
–Ya ha quedado bien con ella. Ahora dígame la verdad, anda.
–(Gonzalo) Risas. Con algún actor que viva en un piso lleno de modelos, con mucha vida.
–¿Preparando unas preguntas podemos descubrir lo mejor de nosotros mismos?
–(Ramón). Nos conocemos cuando nos planteamos las respuestas a esas preguntas. Pero es más fácil encontrar lo peor.
–¿Cuánto se parecen sus personajes a ustedes?
–(Ramón) Muchísimo. Yo me siento bastante identificado con Rafa, con su forma de moverse, de hablar y de mirar la vida de esa manera tan despreocupada, que por una parte es un don y por la otra, una maldición. Rafa es un tipo bastante histriónico y salvaje. Un monstruo.
–(Gonzalo) Soy hijo de vasco, me gusta vestir bien, tener modales... Pero en el tema de pareja no tengo nada que ver con mi personaje. Yo soy más romántico, de relaciones duraderas. Ander, en cambio, es un «pichafloja».
–¿Hasta qué punto un personaje influye en una persona?
–(Gonzalo) Hasta el de acabar metiéndose en su piel.
–¿Ustedes actúan en sus vidas reales?
–(Ramón) Soy muy yo en mi día a día. No actúo tanto como me gustaría.
–(Gonzalo) Yo creo que todos actuamos. Sobre todo, cuando necesitamos algo de la otra persona.
–Eso no suena bien.
–(Gonzalo) Pero es la verdad. Y también hay que comer, aunque es mejor ser uno mismo.
–¿Cómo detectar a los falsos actores?
–(Gonzalo) Yéndote de cañas con ellos.
–¿Cuál es la labor del teatro en la sociedad?
–(Gonzalo) Debería de ser cultura, pero es ocio. Y eso supone un gran problema.
–(Ramón) Completamente de acuerdo. Mucha gente va al teatro solo a divertirse con los colegas, no a pensar. Las escenas se tienen que adornar y la vida no tiene tanto adorno. Esto es la vida real elevada a su máximo exponente.
–Ustedes que son tan jóvenes, ¿le ven futuro?
–(Ramón) El teatro tiene mucho futuro, pero no va en la buena dirección. En cambio, hace unos años no escuchaba a ningún joven decir que iba al teatro y ahora sí. Eso me anima.
–(Gonzalo) A la gente no le mola pensar, por eso cada vez hay más comedias. Nuestro objetivo es poner el teatro de moda.
–¿Y para ello?
–(Ramón) Hay que apostar por obras nuevas, por textos originales y crear buen rollo.
-Mucha mierda.
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