China

China: vivir en burbujas para evitar el CO2

Los ciudadanos consultan cada día el índice de calidad del aire para saber si pueden salir al exterior. Hay empresas que pagan un plus por trabajar en Pekín

Las mascarillas que llevan los ciudadanos de Pekín van provistas de purificadores de aire
Las mascarillas que llevan los ciudadanos de Pekín van provistas de purificadores de airelarazon

Los ciudadanos consultan cada día el índice de calidad del aire para saber si pueden salir al exterior. Hay empresas que pagan un plus por trabajar en Pekín

La mayoría de turistas nada más llegar a Pekín lo primero que hacen al salir del aeropuerto es toser. Ya no les protegen los muros del edificio. Están en el exterior, respirando el aire viciado de una ciudad. La situación se repite en la mayoría de urbes del país. De hecho, la contaminación ha pasado a ser la causa número uno de descontento social en China, una circunstancia que ha hecho que la lucha contra la polución del aire se haya convertido en una prioridad nacional después de que el primer ministro Li Keqiang le declarase la «guerra» hace ahora un año. Pero con una economía todavía en gran parte dependiente de industrias como la del carbón, el acero y el cemento, las autoridades se enfrentan a la difícil tarea de equilibrar el crecimiento económico con la salud. La rápida industrialización de China ha dejado al país cojo de un contundente sistema para controlar el desarrollo de su producción industrial, así como la emisión y control de gases de vehículos y el número de ellos que circulan en las ciudades.

La calidad del aire en algunas partes de China es tan mala que, según un nuevo estudio, el aire que se respira a lo largo del día es equivalente a fumar dos paquetes de cigarrillos diarios. De ahí que la polución contribuya a la muerte de 1,6 millones de personas en China cada año, el equivalente a cerca de 4.400 personas al día, según un estudio publicado el pasado mes de agosto por «Berkeley Tierra».

De acuerdo con los datos presentados en el informe, alrededor del 38 por ciento de la población china respira aire que sería calificado como «poco saludable» para los estándares de países como EE UU. El más peligroso de los contaminantes estudiados corresponde a finas partículas en el aire, de menos de 2,5 micras de diámetro (PM2,5), que pueden encontrar su camino directo hacia los pulmones, ser absorbidas por la sangre y causar asma, accidentes cerebro vasculares, cáncer de pulmón y ataques al corazón. El estudio atribuye a la contaminación del aire el 17% de todas las muertes que se producen cada año. El mapa de las fuentes geográficas de aire tóxico de China recoge que gran parte de la contaminación que envuelve rutinariamente Pekín proviene de las emisiones tóxicas de una zona industrial lejana a la capital, un hallazgo que podría complicar los esfuerzos del Gobierno para limpiar el aire de la ciudad a tiempo para los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022 y que demuestra el fracaso chino para afrontar con éxito sus problemas de contaminación del aire.

«La contaminación del aire es el mayor desastre ambiental en el mundo. Cada hora de exposición reduce mi esperanza de vida en 20 minutos. Es como si cada hombre, mujer y niño fumaran más de 1,5 cigarrillos por hora», dijo Richard Muller, coautor del estudio.

La realidad de estos datos queda reflejada en el día a día de millones de ciudadanos que conviven con estos malos humos y cómo deben adaptar su rutina a las «negras» circunstancias. Pekín, que ayer subió la alerta de naranja a roja, es un claro ejemplo de esta situación. El día a día para muchos, especialmente para los estudiantes, pasa por desarrollarse en espacios interiores, bien en edificios o en modernas construcciones que simulan la vida en el exterior, pero que no son otra cosa que burbujas inmensas donde la calidad el aire que se respira está bajo control estricto. Así lo ha puesto en práctica el Colegio Británico de Pekín, con la instalación de una carpa gigante, completamente aislada del exterior que cuenta con un campo de césped artificial. La idea de este centro se la dio la Escuela Internacional de Pekín, que invirtió más de cuatro millones de euros en un par de cúpulas que cubren un área equivalente a unas seis pistas de tenis y que cuentan con sistemas de filtración de aire. Edificios y espacios están siendo reconfigurados y las mascarillas de papel han dado paso a otras más sofisticadas, con filtros con cartuchos de purificación.

Vacaciones de «aire limpio»

En los días con altos índices de contaminación, los carriles bici permanecen desiertos, ya que la gente se queda en casa o encuentra refugio en los centros comerciales cerrados herméticamente. Y es que la rutina de los 21 millones de habitantes de la capital china está a merced de lo que el Índice de Calidad del Aire (AQI) establezca para cada día. La alerta roja conlleva la recomendación de cierre de guarderías y colegios, e incluso puede suponer el cierre momentáneo, ya que las autoridades pueden establecer como obligatorio que los niños de educación primaria permanezcan en casa si el límite supera los 200. A los estudiantes más mayores se les permite permanecer en la calle hasta que el indicador alcance los 250. Cualquier cosa por encima de los 300 implica una cancelación de gran parte de las actividades en el exterior. Unos niveles muy por encima de lo que considera la OMS como un nivel de exposición seguro: por debajo de 25. De ahí que el indicador de la calidad el aire (AQI) se haya convertido en una rutina de consulta diaria entre los extranjeros y ciudadanos locales. Aplicaciones electrónicas, blogs y foros para padres están monopolizados por las discusiones acerca de las mejoras de los filtros de aire (las ventas de las marcas más reconocidas se han triplicado en el último año) y charlas sobre destinos «de aire limpio» de vacaciones, como Fujian, Hainan y el Tíbet.

Los ciudadanos saben que el aire que respiran es «tóxico». El temor está en el ambiente. Durante la maratón de Pekín de 2014, que arrancó con el AQI en nivel 400, muchos corredores abandonaron poco después de arrancar al comprobar que los filtros de sus mascarillas habían cogido un tono gris. No es el único ejemplo. Cada vez son más las empresas extranjeras dispuestas a pagar una «prima de dificultad» de hasta un 20% o un 30% a los empleados que estén dispuestos a trabajar en Pekín.

Baoding, la ciudad con sólo 16 días al año de aire «respirable»

Situada al noreste de China, Baoding, una ciudad de 10 millones de personas, fue nombrada en febrero como la ciudad más contaminada de China por el Ministerio de Protección del Medio Ambiente. El liderazgo del desafortunado indicador se basa en las cifras de contaminación de aire recogidas en 2014. En ese año, la ciudad sólo disfrutó de 16 días con una calidad del aire que podría ser considerada «buena» por la clasificación oficial. La mayoría de los días, el cielo de la ciudad permanece oscuro por una gruesa capa de humo. «Era mucho mejor cuando era joven, el aire estaba muy limpio. Rara vez vemos cielos azules ahora», dijo a Reuters Han, de 66 años, natural de Baoding. Sin embargo, en un mal día, los niveles de contaminación de Baoding pueden elevarse más allá de 300 en el índice de calidad del aire, que está clasificado como peligroso para la salud humana. En estos días de alta contaminación, la visibilidad para la conducción se reduce y los faros y semáforos apenan se ven y el sabor del aire en la garganta es metálico.